Puede que las judías verdes no sean la más glamurosa de las conservas, pero son mi debilidad particular. Por supuesto que me apasionan las alcachofas nacionales en conserva o unos buenos espárragos blancos extra gruesos de Navarra, verdaderos manjares de la huerta, pero las humildes judías verdes corrientes que encontramos en cualquier supermercado son mi comodín favorito para preparar platos saludables y ricos en pocos minutos.
En verano me decanto por platos fríos como mi ensalada de judías verdes favorita, o improvisando un poco con lo que haya en la nevera, siendo un clásico la combinación con patata hervida, atún y huevos cocidos. Pero el resto del año uso la verdura en conserva también para cocinar platos calientes exprés, casi siempre usando la sartén con un salteado de judías verdes. Que también admite muchas variaciones.
En la receta original usaríamos judías verdes frescas, mejor en temporada y procurando que sean de origen lo más local posible, bien redondas, bien planas y cortadas en tiras. Pero a mí me gusta también con la verdura ya cocida de bote, bien escurrida, lo que acelera el cocinado mucho más.
Solo hay que saltear los champiñones ya limpios -si los compramos laminados, eso que nos ahorramos- con unos ajos laminados unos pocos minutos a fuego fuerte hasta que empiezan a perder el agua, y luego aderezar con zumo de limón y tomillo u otras hierbas aromáticas. Cuando estén en su punto, se echan las judías y se remueve el conjunto brevemente para que cojan calor y todos los sabores se junten bien, con cuidado, pues las judías ya cocidas están muy tiernas.
Sin más es un plato ligerísimo muy rico y que sacia bastante si te sirves una buena ración, mejor si está acompañada de buen pan. Es también una guarnición estupenda para unas pechugas de pollo a la plancha, o se puede completar con huevo escalfado.
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