Fácil, rápido y todo un icono de la cocina andaluza
Desde hace un tiempo a esta parte el número de untables –o dips– que han colonizado nuestras cocinas y recetas no deja de aumentar. Fáciles, rápidos, cremosos y perfectos para resolver cualquier atajo culinario, los untables nos hacen la vida más sencilla y, para qué engañarnos, nos encanta.
Es imposible no pensar en el tradicional hummus de garbanzos, quizás el rey de los untables de Oriente Medio o, si cambiamos ya de longitudes (que no solo latitudes), deberíamos hablar con total justicia del guacamole, seguramente la más internacional de las recetas con aguacate habidas y por haber.
Sin embargo, puede que no supieras que en España hay un untable que tiene mucho que ver con el hummus pero que, como puedes imaginar, tiene infinitamente menos fama.
No porque no esté bueno, sino porque no lo conocemos y no le damos el bombo que se merecería al morrococo, también llamados garbanzos mareaos, y que no es otra cosa que una especie de hummus en el que los garbanzos cocidos (que pueden ser de bote) se trituran con otros ingredientes hasta tener una textura espesa y cremosa. Ni muy densa ni muy líquida. Vamos, como pasa con el hummus.
En este caso, para hacer el morrococo lo que debemos tener en mente es que no hay tahini, limón ni hierbabuena, sino que habrá cebolla, salsa de tomate y como espesante vamos a añadir agua o caldo de verduras.
Además, es un plato que se sirve caliente, por lo que la temperatura importa. Lo primero que debemos preparar es una cebolla bien picada que hemos de pochar a transparente en una sartén. Cuando esté lista, incorporamos los garbanzos escurridos y dejamos cocinar conjuntamente unos cinco minutos, al tiempo que vamos machacando con el cucharón.
Después agregamos pimentón dulce, comino, la salsa de tomate y una pizca de sal, dejando que se cocine el conjunto otro par de minutos a fuego suave, para que no se agarre en la sartén.
Pasado ese tiempo, si el morrococo está muy espeso, lo diluimos con agua o caldo de verduras. Si está a nuestro gusto, tanto de espesor como de tamaño del garbanzo, lo servimos, pero si queréis triturarlo del todo para que sea más homogéneo, perfecto.
Servimos caliente, con panes, picos, regañás y colines, y a disfrutar de una receta andaluza que no tanta gente conoce y que es perfecta para disfrutar de unos garbanzos distintos.
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