Mi cena favorita con calabacín es rápida, saludable, murciana y sólo tiene tres ingredientes

El calabacín es la auténtica alegría de la huerta cuando llega el verano. Jugoso, ligeramente dulce, con una textura agradable, versátil y fácil de cocinar. Vamos, un auténtico milagro hortelano al que dar salida en una infinidad de recetas.

Ahora que en verano está en su mejor momento de la temporada —y que Karlos Arguiñano recomienda cómo elegir los mejores calabacines— es el momento de desempolvar una receta tan sencilla como saludable.

Hablamos, ni más ni menos, que del famoso zarangollo murciano —que no debe confundirse con el zorongollo extremeño— y que en resumidas cuentas no es más que un revuelto de huevo y calabacín con algo de cebolla.

Mejor cebolleta, que es más amable y se cocina antes, y calabacines no demasiado grandes —pues tienen muchas semillas y menos sabor—. A partir de ahí, lo que queráis hacer.

La única clave es pochar muy bien el calabacín, una vez que la cebolla ya esté cocinada, para que se deshaga casi por completo. Cuando esto pase, sólo habrá que agregar el huevo batido y dejarlo cuajar unos minutos.

Fácil de complementar con una ensalada murciana, el zarangollo suele ser una receta de tapeo muy habitual de la cocina murciana, pero puede resolveros una guarnición de casi cualquier plato o, como en esta ocasión, apañar una cena sin complicarnos demasiado.

Al gusto, como es lógico, podéis utilizar especias o hierbas aromáticas para darle un extra de encanto a este pariente cercano del pisto murciano, del ratatouille o de la caponata siciliana y que lleva al calabacín por bandera.

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