El alemán suizo tiene un vocabulario muy particular asociado también a su cocina. Una preparación tradicional, con muchas variantes, es la wähe, salada o dulce, normalmente muy finas y con una base que puede ser de masa quebrada, de panadería estilo pizza o de hojaldre. La käsewähe o tarta salada de queso suiza es una de esas recetas clásicas que gustan a -casi- todo el mundo, imperdible para los más queseros.
No falta en restaurantes y cafeterías, se vende en las panaderías y también en supermercados. Casi todas las familias tienen su receta particular y hay mil variantes al gusto de cada casa. Yo la preparo con una base integral más rústica, muy sencilla, con un relleno que mezcla dos de los quesos más reconocibles de Suiza, el emmental y el gruyère, pero admite cualquier otro que funda bien.
Para la base, triturar las harinas y una pizca de sal con la mantequilla fría cortada en cubitos. Lo más fácil es usar un robot, picadora o procesador de alimentos, aunque también podemos hacerlo a mano. Cuando tengamos textura de migas, añadir poco a poco el agua fría, mezclando hasta tener una masa húmeda pero no pegajosa.
Echar sobre una superficie limpia y compactar. Poner sobre plástico film y formar un disco, envolviéndolo con el plástico. Llevar a la nevera durante una hora. Si no tenemos tiempo, podemos estirarla un poco sobre el plástico y terminar de cubrir el fondo del molde extendiéndola a mano. La idea es que nos quede algo rústica, no tiene que ser perfecta.
Precalentar el horno a 220ºC con calor arriba y abajo. Engrasar un molde de tarta redondo bajo, de unos 28-30 cm de diámetro. Estirar la masa y cubrir el fondo, extendiendo lo que haga falta con las manos. Hay que procurar dejarla finita. Pinchar con un tenedor y dejar en la nevera mientras hacemos el relleno.
Batir en un recipiente los huevos con la nata, la leche, la harina tamizada, la mostaza, una pizquita de sal, pimienta negra y nuez moscada recién rallada. Agregar el queso rallado y mezclar bien. Echar sobre la masa, repartiendo todo bien, y llevar al horno a media altura.
Hornear durante unos 30 minutos. La parte superior tiene que adquirir ese característico color muy oscuro, pero sin llegar a quemarse. Si se tostara demasiado rápido, cubrir con papel de aluminio y bajar la temperatura a 200ºC pasada la mitad del tiempo.
Con qué acompañar el käsewähe
Esta tarta salada de queso suizo es bien saciante, perfecta para compartir entre cuatro o seis personas como parte de una comida de picoteo o a modo de primer plato. A mí me gusta servirla con una ensalada ligera para equilibrar el queso. A mi novio le gusta acompañarla con unas lonchas de buen fiambre de pavo, y también le iría de maravilla cebolla caramelizada o tacos de jamón cocido que podemos añadir a la masa.