Hace algunas semanas, participé en un taller de fotografía callejera por Valencia. A mediodía, cuando el sol apretaba y nuestras fuerzas flaqueaban, decidimos hacer una alto en el camino y para a comer. El lugar escogido fue el restaurante El Pekado, que regentaba un chico que había participado en un taller anterior.
El local, sorprendentemente grande, hace honor a su nombre, y está decorado con tonos llamativos, luces de neón y un montón de detalles que podríamos considerar kitsch, pero que le dan un aire muy especial al conjunto. A la hora de comer el ambiente era tranquilo y relajado, pero el dueño nos comentó que por la noche hay más actividad, con espectáculo incluido.
A pesar de ser sábado, había disponible un menú del día surtido y económico, por el que nos decantamos todos y del que os relatará lo que pude catar y fotografiar gracias a la paciencia de mis compañeras de taller.
De primero la oferta era de ensalada caprese con mix de lechugas, fideuá negra de Gandía, crepe relleno de morcilla y manzana y tagliatelle a la amatriciana. Amante como soy de la fideuá y teniendo en cuenta que nunca la había probado negra, podéis haceros una idea de cual fue mi elección.
El resto optaron bien por la fideuá, bien por la ensalada de queso de cabra, que siempre triunfa, o por la pasta. Fue una pena que nadie pidiera el crepe porque tenía pinta de ser interesante.
La fideuá negra de Gandía estaba bastante rica, aunque en un principio podía parecer que su sabor iba a resultar similar al del arroz negro, la textura que le confería el fideo cambiaba completamente el gusto en el paladar. Rematada por un señor langostino, disfruté mucho del primer plato.
La chica sentada enfrente de mí se decantó por los tagliatelle a la amatriciana, una salsa de tomate ligeramente picante que parecía prometer desde el otro lado de la mesa. Sin embargo, y contra todo pronóstico, no le entusiasmó demasiado a mi paladar lo poco que le robé a mi compañera, tal vez eclipsado por el sabor de la fideúa.
En cambio, a la hora de elegir el segundo plato, fue ella la que acertó de pleno con un papillote de salmón con puerro y zanahoria que estaba sencillamente espectacular. El trozo que probé dejo su sabor un buen rato merodeando por la boca, un sabor que hizo arrepentirme de mi elección, que si bien estaba rica, le faltaba un toque que la hiciera especial.
De entre el resto de opciones de segundo, que incluía una berenjena rellena de carne, una carrillada de ternera al vino tinto y una pizza vegetariana yo escogí la carrillada, que estaba tierna, jugosa y sabrosa, pero tampoco como para que su sabor perdure en la memoria.
La pizza y la berenjena también tenían una pinta deliciosa, especialmente la primera, que devoraban a mi vera dos chicas con cara de no estar haciendo ningún sacrificio por no dejar ni una miga en el plato.
Para rematar la faena, y de nuevo entre un amplio elenco, casi todos escogimos la tarta de mascarpone con crocanti de chocolate, desdeñando un flan de café con salsa de naranja, un helado de canela y una mousse de chocolate.
La verdad es que me hubiera encantado probar los otros tres postres, pero es que el mascarpone tira mucho, así que crucé los dedos para no arrepentirme de mi apuesta por tan sabroso queso.
Como era de esperar, la tarta no defraudó. Tenía todo lo que se le puede pedir a una tarta: era sabrosa, la textura era consistente a la par que ligera e iba coronada por un gran trozo de chocolate, que al mascarpone le sienta como anillo al dedo, el colofón perfecto para un rico menú en el restaurante El Pekado, que por las noches ofrece algo más que buena comida en Valencia.
Restaurante El Pekado
Plaza Vicente Iborra 9 Valencia Tel. 963 924 139 Precio: 8,5 euros el menú de mediodía
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