Restaurante Wok Tea, cocina asiática en Colmenar Viejo, Madrid

Con los planes ya hechos para salir a comer fuera, restaurante escogido y depósito de gasolina lleno, la mañana del pasado sábado nos saludó con una cortina de agua. Que digo una cortina, más bien una losa, uno de los chaparrones más grandes que han caído en los últimos meses. Con este panorama decidimos cambiar los planes, no salir a la carretera, y buscar un lugar para comer no demasiado lejos de casa.

Al final, nos dejamos caer por Wok Tea, un restaurante que a pesar de lo que pueda sugerir su nombre, no pertenece a ninguna franquicia. Está ubicado dentro de un parque comercial y tiene una oferta bastante económica y una buena relación calidad precio. Antes de pasar a relatar lo que allí vimos y comimos, cabe resaltar que la comida que allí se sirve resulta muy limpia, no hay salsas que enmascaren preparaciones dudosas y los platos resultan apetecibles a simple vista, que no es poco.

Tras una terraza que aquel día estaba pasada por agua, entramos al local, un espacio amplio de techos altos decorado en tonos blancos con algún toque de color en las paredes. El salón se divide en dos, zona de fumador y no fumador, mediante una pared de cristal. Un banco corrido nace de la pared principal, agrupando las mesas de tamaño algo justo.

El servicio es amable y atento, y no tardan en llegar a la mesa para ofrecer la carta. Pedimos unas cervezas Sapporo que llegaron a la mesa en unas copas muy frías. No podía faltar un pan chino, siempre lo pedimos en este tipo de restaurantes, y nos sorprendió un pan muy esponjoso y limpio, nada que ver con las bolas de aceite que sirven en otros lugares.

Para empezar la comida compartimos un fidegan, cinco piezas de langostinos envueltos en fideos de arroz frito, un plato muy bien resuelto, crujiente y en el punto de fritura adecuado, acompañado de una salsa picante Sambal Oelek.

También pedimos para compartir una sugerente degustación (no soy yo quien la califica como sugerente, es que el plato se llama así) rollo de verduras, rollito vietnamita, wan tun, qu tie y tempura de verduras. En suma, un plato de frituras que no se hace pesado pues está muy bien tratado, con un punto de sartén (o freidora) adecuado y convenientemente escurrido tras esta.

De segundo pedí un jumbo o degustación de satés, tres brochetas de pollo, verduras y langostinos acompañadas de salsa de cacahuete. Mi pareja pidió un arroz teppanyaki, muy bien presentado, desmoldado en el plato con la carne sobre el cereal. Lo probé (no me pude resistir), estaba muy bueno y sabroso.

Los postres fueron quizá lo que menos nos gustó, escogimos un brownie de chocolate y un helado de menta con nueces. Prescindimos del café y pedimos la cuenta, que ascendió a 21,5 euros por persona.