Una bacteria intestinal podría ser la clave para regular los niveles de azúcar en sangre y los antojos de dulce
Adelgazar o controlar el peso corporal supone emprender una batalla contra la propia biología de nuestro organismo, diseñado tras miles de años para sentirse atraído por los alimentos ricos en grasas y, especialmente, azúcares. El dulce nos encanta pero su disponibilidad supone un grave riesgo de salud que la comunidad científica trata de combatir controlando lo que llamamos 'antojos de dulce'. Un grupo de científicos de China cree haber dado con una nueva manera de hacerles frente.
En un trabajo publicado este mes de enero en Nature Microbiology, investigadores de la Universidad de Jiangnan en China afirman haber descubierto una manera de frenar esa apetencia por lo dulce y de controlar los niveles de azúcar en sangre, que medios científicos ya denominan como un Ozempic natural.
Todavía es pronto para hablar alternativa real y efectiva a este tipo de medicamentos de los que ya se comercializan bajo otras fórmulas y nombres, pero las expectativas son prometedoras y abren nuevas vías de investigación para desarrollar tratamientos que combatan la obesidad y la diabetes sin recurrir a medicamentos.
La clave parece estar en la microbiota intestinal, ese todavía gran desconocido conjunto de bacterias que habita en nuestro organismo, y que cada vez tenemos más claro que cumplen papeles esenciales en todo tipo de funciones, también en la regulación del apetito e incluso en la apetencia que podemos tener hacia un alimento en concreto.
"Nuestros antojos de componentes dietéticos se originan a partir de señales enviadas desde el intestino, un órgano clave en la transmisión de preferencias dietéticas", explican los autores, cuyo equipo está liderado por el profesor Liang Xinmiao. "Sin embargo, actualmente no está claro qué genes, flora intestinal y metabolitos del microambiente intestinal están involucrados en la regulación de la preferencia por el azúcar".
Los investigadores examinaron muestras de sangre de 18 ratones con diabetes inducida y de 60 humanos con diabetes tipo 2, localizando niveles bajos del receptor de ácidos grasos FFAR4. A su vez, identificaron un aumento de la preferencia por el dulce en los sujetos con mutaciones en este receptor. Los científicos descubrieron que esos niveles bajos de FFAR4 en el intestino afectan directamente a la presencia de la bacteria Bacteroides vulgatus, y de su metabolito principal, el ácido pantoténico o vitamina B5.
Es decir, si los sujetos no podían producir esa proteína, se reducían las colonias intestinales de la bacteria Bacteroides vulgatus, que a su vez disminuía la liberación de la hormona FGF21, vinculada a los antojos de azúcar y la preferencia por el dulce. Y la microbiota intestinal es un mediador clave en todos estos procesos que involucran a varios órganos del cuerpo.
Al tratar a los ratones con un metabolito de la bacteria, aumentó la secreción de GLP-1, la hormona cuya liberación estimulan medicamentos como el Ozempic, produciendo también la secreción de FGF21.
A falta de comprobar si se producen los mismos resultados en seres humanos, este hallazgo abre la puerta a desarrollar nuevos tratamientos para la diabetes y la obesidad, así como todas las enfermedades metabólicas derivadas. El reto está en lograr desarrollar agonistas que activen ese receptor FFAR4, o lograr manipular las poblaciones de la bacteria en el intestino.
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