Cómo cocinar con papel de aluminio sin que suponga un riesgo para la salud

El papel de plata es perfectamente seguro si se utiliza correctamente

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Puede que las tendencias en pos de una vida más natural hayan disminuido ligeramente su uso, pero sobra decir que el papel de aluminio es un básico en cualquier cocina, un producto más de uso casi diario que nos facilita la vida. Rey absoluto a la hora de envolver bocadillos, también lo podemos usar para cocinar, si bien puede que despierte algunas dudas sobre si es seguro utilizarlo o si entraña algún riesgo por malas prácticas.

Partamos de la base de que todos los productos o utensilios que se comercializan con usos culinarios legalmente en España y la Unión Europea deben cumplir con la legislación vigente de seguridad alimentaria. Si un objeto se fabrica con el fin de que entren en contacto con alimentos, debe superar los controles pertinentes e indicar claramente su uso. Algunos materiales se pueden calentar y otros no; unos pueden aguantar las máximas temperaturas de un horno doméstico pero otros pueden tener un límite; los hay que no son aptos para el microondas y otros no son reutilizables. Por eso siempre es importante leer bien las etiquetas, sellos e instrucciones del fabricante.

Entrando en la materia que nos ocupa, el papel de aluminio de uso doméstico se comercializa con fines alimentarios. Casi todos lo empleamos, como hemos mencionado, para envolver comida para llevar, como el típico bocata o sándwich, o para tapar recipientes con sobras o platos preparados que vamos a conservar en la nevera uno o dos días, en lugar de recurrir a tápers específicos. Lo que ya no está tan claro es si, al calentarlo, podríamos estar contaminando el alimento.

Los riesgos del aluminio como metal pesado

A diferencia del papel de hornear o el plástico film, el papel de plata está fabricado con aluminio, un metal pesado. Dos palabras que pueden generar temor en la sociedad al vincularlo con las alertas sobre metales pesados a través del pescado.

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Como explica la AESAN, "Los metales pesados son un grupo de elementos químicos que presentan una densidad relativamente alta y cierta toxicidad para el ser humano". Hay muchos metales de alta densidad que no resultan tóxicos, y que incluso son esenciales en el organismo humano, pero los considerados pesados resultan dañinos para el medio ambiente porque no se pueden degradar. Los más comunes son el cadmio, el plomo y el mercurio, relacionándose el riesgo de ingesta de este último a través de productos de pesca.

El aluminio también es un metal pesado que puede tener efectos negativos en el organismo por acumulación en grandes cantidades. La clave está, por tanto, en saber qué son exactamente esas "cantidades". Para ello, como explica en Maldita Cienta Gemma del Caño, especialista en industria alimentaria, hay que determinar cuándo migraría del papel de aluminio al alimento y durante cuánto tiempo. Para ello, se realizan ensayos de migración considerando la alta variabilidad de la fuente de aluminio que puede terminar contaminando un alimento, ya que las fuentes son diversas. No solo se analiza el papel de plata que compramos en cualquier súper en forma de rollo, también los diferentes envases y utensilios.

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Así, como recoge la AESAN, la EFSA redujo en 2008 las cantidades máximas de aluminio para el ser humano, fijando una Ingesta Semanal Tolerable Provisional (PTWI) del Al de 7 mg Al/kg  pc/semana a 1 mg Al/kg pc/semana. Es decir, es seguro ingerir hasta 1 mg de aluminio por kilo de alimento a la semana.

Es un material altamente resistente a las altas temperaturas, perfectamente adecuado para su uso en el horno doméstico incluso a máxima temperatura durante mucho tiempo. Los expertos consultados por Maldita Ciencia coinciden en que usar esporádicamente el papel de plata para cocinar no supone ningún riesgo para la salud, pues la migración de aluminio al alimento será muy pequeña, y además esa ínfima cantidad será eliminada prácticamente en su totalidad a través de las heces.

Cuidado con los ácidos

Por tanto, en un uso cotidiano normal, cocinando al papillote de vez en cuando o usando el papel de plata como base o cobertura de los recipientes, no debemos preocuparnos de efectos negativos en nuestro organismo. Una o dos veces por semana es un uso perfectamente corriente y más que aceptable, sobre todo teniendo en cuenta que no vamos a comernos el papel. Mejor no rascar ni chupar los jugos que puedan quedar tras el cocinado.

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Y si quieres curarte aún más en salud, simplemente evita usar ingredientes ácidos para cocinar con este material, pues pueden hacer que el aluminio migre a más velocidad. No utilices vinagre, salsas muy ácidas o zumos cítricos para cocinar con papel de aluminio; puedes aderezar los alimentos con estos productos después del cocinado, al emplatar o servir.

Recuerda que también se puede cocinar al papillote con papel sulfurizado o de hornear, o usando utensilios específicos para tal función, como los estuches de silicona reutilizables.

Imágenes | freepik - Unplash/Ronan Kruithof

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