Plantear la idea de unas navidades saludables puede resultar casi indignante, pues ya tenemos más que asimilado que son días para olvidarse de rutinas y dietas, permitirse caprichos y entregarse un poco al desenfreno. Sin embargo, ni es obligatorio empacharse ni todo lo que comamos tiene por qué ser insano. Disfrutar equilibradamente de las fiestas con nuestros platos navideños tradicionales también es posible, si tenemos en cuenta algunas claves.
Se nos olvida a veces que la Navidad puede ser una época conflictiva para quienes sufren trastornos de la conducta alimentaria, o para todo aquel que vive en una especie de bucle anual entrando y saliendo de dietas. Hemos convertido las Pascuas en un despiporre alimentario en el que los excesos son casi la norma, "lo que toca". Si no es ahora, ¿cuándo vamos a disfrutar de tantas delicias?
Son fechas muy especiales que, sin embargo, han perdido un poco el norte respecto a cómo se planteaban hace unas décadas, cuando no había tanto exceso gastronómico. Las celebraciones en la mesa se reducían a dos o tres ocasiones señaladas, para las que la familia hacía un esfuerzo en llevar algún producto especial para compartir esos días. Hoy arrancamos con turrones estrambóticos y panettones de chocolate ya casi en octubre, y la cosa se alarga sin parar durante semanas.
Cierto es que este es un año excepcional en el que todos necesitamos desconectar y reencontrarnos con ese calor familiar, aunque sea reducido, disfrutando alrededor de la buena mesa. A pesar de todo, plantear menús de Navidad con cierto equilibrio y sin perder de vista la salud no es una idea tan descabellada.
No compensar, pero sí preparar los días previos
Una práctica habitual muy popular es la de "compensar" los excesos ayunando el día antes o limitando al máximo los alimentos en los días siguientes a un banquete. Aunque en teoría parece una idea lógica, los expertos desaconsejan completamente este planteamiento de las fiestas.
Es algo así como concentrar las típicas dietas yo-yo a unas pocas jornadas, pasando de excesos sin freno a una restricción calórica radical en pocas horas. Como explicaron varios expertos a nuestros compañeros de Vitónica, se debería fomentar el mantener una relación sana con la comida todo el año, y no pensar en excesos y compensaciones. Simplemente, disfrutar en la mesa sin obsesionarse.
La idea de tener que compensar puede tener efectos psicológicos muy negativos, que pueden llegar a derivar en trastornos de la conducta alimentaria o a generar ansiedad y malestar general al enfrentarnos contra el hambre natural solo por el riesgo de engordar. Además, las restricciones excesivas pueden desencadenar un descontrol alimentario, incluso fomentando que comamos de más cuando nos lo permitimos.
Esto no quiere decir que no podamos preparar los días anteriores a las fechas más señaladas con hábitos más saludables. No se trata tanto de hacer dieta, como de mantener nuestra rutina equilibrada priorizando platos más ligeros, con técnicas de cocción bajas en grasas y con abundante presencia de verduras, legumbres y fruta, sin olvidar las proteínas magras.
Podemos reservar los dulces navideños más calóricos a las fiestas concretas (Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Día de Reyes), evitando la presencia fija sobre la mesa de la típica bandeja de turrones y polvorones. Y, si al día siguiente de una fiesta no tenemos demasiada hambre, no pasa nada por comer menos o más ligero. Es crucial aprender a escuchar el propio cuerpo y distinguir el hambre física real de la emocional.
Excesos prescindibles que se pueden evitar
Ya entrando más en materia culinaria, hay algunos consejos generales que podemos tener en cuenta durante todas las fiestas, especialmente para controlar aquellos excesos de más que se pueden evitar fácilmente. No pasa nada por comer un poco de más en las ocasiones señaladas, pero también hay que pegarse atracones insanos solo porque sí.
- Si el menú especial es en la cena, limita el típico picoteo del aperitivo y prescinde del "tardeo", tan de moda. Este año, más que nunca, mejor quedarse en casa ayudando en la cocina o a preparar la mesa.
- Controla la ingesta de alcohol, otro producto del que solemos abusar en fiestas sin control. No hace falta beber constantemente para pasarlo bien solo porque toca; se puede salir a una terraza sin tomar copas o cervezas, y tampoco hay que preparar la cena ya abriendo el vino o sacando el vermú.
- En relación con el punto anterior, procura beber mucha agua -la que necesite el organismo-, entre comidas y en los propios menús. Aunque cenes con un buen vino, ten siempre la jarra de agua o las copas llenas en la mesa. Evita también los refrescos, incluso si son edulcorados.
- Escoge alimentos que sean ricos nutricionalmente hablando, huyendo de las calorías vacías que solo llenan y además sacian antes de poder disfrutar del plato principal. Por ejemplo, evita los snacks ultraprocesados, como patatas fritas, galletas saladas y demás.
- No llenes el menú de masas que también sacian en exceso y son muy calóricas. Sin tener que eliminarlos por completo, controla la presencia de canapés de hojaldre, pan de molde o tartaletas de masa quebrada, tostas y similares.
- En la medida de lo posible, no utilices rebozados, empanados o frituras, o limítalos a platos en los que sean inevitables, como una ración de croquetas caseras, si es que son típicas en tu casa durante las fiestas.
- Ten cuidado con las salsas, evitando las ultraprocesadas y priorizando las más ligeras. No abuses de la mayonesa y sus derivadas, ni de la bechamel.
- No incluyas pan en la mesa si no es necesario; escoge una buena hogaza o barra de calidad, preferiblemente integral y de masa madre, siempre en cantidades moderadas.
- Si tu menú se compone de una buena variedad de platos, controla o disminuye el tamaño de las raciones. Piensa que normalmente siempre compramos y cocinamos de más, cuando lo difícil es que alguien se quede con hambre.
Cómo plantear un menú equilibrado: los alimentos más recomendables
La base del equilibrio de un menú de Navidad es la misma que el de cualquier comida del resto del año. Se trata de incluir todos los nutrientes que necesita el organismo, permitiéndonos alimentos de los que normalmente no abusamos, pero sin dejar que monopolicen todos los platos. Las verduras, hortalizas y frutas deben seguir presentes, y no de forma anecdótica o como mero relleno; tampoco nos olvidemos de las legumbres, que tienen perfecta cabida en un menú festivo.
En la práctica, no es tan complicado. Si somos de menú de Nochebuena con carne asada, podemos servir en la comida un guiso de legumbres con verduras, y el día de Navidad pescado al mediodía, cenando verduras.
De la misma manera, si el plato principal va a girar en torno a una pieza de carne grasa con su guarnición de patatas, podemos optar por limitar al máximo, o eliminar, los embutidos de los entrantes, eligiendo mejor marisco cocido y aperitivos donde reinen los vegetales, con un primer plato de crema de verduras o una ensalada. Para compensar las posibles grasas del menú, si vamos a servir quesos intentaremos seleccionar variedades más frescas y no demasiado curadas.
Cuando preparemos algo tipo solomillo Wellington o pescado en hojaldre, intentaremos que el picoteo no abuse de masas, con aperitivos en cucharitas, pinchos sin base de pan o vasitos de cremas, un caldo o algún dip o crema untable vegetal con crudités de verduras crujientes. Si nos gusta el foie y lo vamos a incluir en el plato principal, evitaremos añadirlo también en los entrantes, así como cualquier paté, que podemos sustituir por versiones vegetales o marineras.
Si el menú es copioso, como suele ocurrir, y tenemos previsto sacar la bandeja de dulces en la sobremesa, el postre debería ser fresco, comedido y digestivo, evitando masas de bizcocho, tartas y demás preparaciones con exceso de azúcar y grasas. Hay muchas elaboraciones con base de fruta que pueden ser grandes opciones festivas, sin ser pesadas.
Las recetas navideñas más tradicionales y saludables
Nuestra intención aquí no es sugerir platos saludables y ligeros que podríamos preparar en cualquier momento del año; la idea es demostrar que se pueden planificar menús festivos equilibrados sin renunciar a las recetas más tradicionales y disfrutables típicas de la Navidad. El recetario navideño es tan amplio y variado, que hoy tenemos mucho donde elegir.
Y si quieres darte algún que otro capricho más especial estos días, adelante. Hay quien se da el lujo de comer en Navidad huevos fritos con chorizo y patatas fritas como placer excepcional; el problema no está en esos lujos gastronómicos puntuales de las fiestas, sino en la alimentación general que llevemos el resto del año. Y en no alargar los festines ininterrumpidamente las dos semanas que duran las navidades, claro.
Aperitivos y picoteo
Volvemos a incidir en que los aperitivos deberían ser comedidos y centrados en productos de calidad, en lugar de cantidades exageradas de comida. Atiborrarse a base de canapés de pan de molde o tartaletas rellenas de surimi y mayonesa nunca es buena idea. Lúcete un poco con picoteos más elegantes que sean frescos y vistosos, combinando verduras, frutas, frutos secos y proteínas magras, y, si eliges embutido o chacinas, prioriza los productos ibéricos de gran calidad.
- Brochetas de rape y tomatitos
- Brochetas de jamón de pato, mango y uvas
- Brochetas de melón con crujiente de jamón
- Gildas clásicas
- Aguacates rellenos
- Ensalada tartar de aguacate y pomelo
- Pinchos de tofu marinado y verduras a la plancha
- Pincho de pulpo y queso San Simón con calabaza
- Rollitos de carpaccio con rúcula y dátiles
- Cebiche rápido de berberechos picantes al estragón en lima
- Paté de salmón estilo rillete
- Paté vegano de champiñones y nueces
Entrantes y primeros platos
Las opciones más saludables y menos pesadas son las ensaladas, las cremas o caldos y el marisco cocido o a la plancha. Dependiendo de cómo sea el resto del menú puedes optar por una opción u otra, o combinar dos de ellas con raciones que tampoco sean excesivas.
- Lombarda de Navidad
- Ensalada Waldorf
- Ensalada crujiente de lombarda con persimón y granada
- Carpaccio de hongos con nueces y granada
- Carpaccio de remolacha con pistachos
- Carpaccio de bacalao
- Navajas al horno
- Almejas a la marinera
- Tartar de atún
- Sopa de pescado
- Crema de langostinos
- Crema de setas y castañas
- Consomé de Navidad
- Chupitos de crema de calabaza con pulpo a la brasa
- Vasitos de aguacate, mango y queso con langostinos
- Vasitos bicolores de calabaza y lombarda con langostinos
Platos principales
De nuevo, pescados y mariscos son la mejor opción para una cena o comida más saludable y menos pesada. Si prefieres carne, las aves al horno son buenas opciones, prescindiendo de comer después la piel, así como cortes magros de cerdo o ternera, como el solomillo. Cochinillo, cordero y pato son las elecciones menos aconsejables.
- Merluza en salsa verde
- Merluza al cava con langostinos
- Lubina a la sal
- Rodaballo a la plancha con salsa ligera
- Pavo al horno
- Muslos de pollo al horno
- Receta pollo relleno
- Pollo asado con naranja
- Ternera asada con crema de calabaza
- Redondo de ternera asado
- Roast beef
- Chateaubriand de ternera
- Solomillo en salsa de uvas
- Conejo al horno
- Fabes con almejas
- Verdinas con carabineros
- Lasaña vegetariana
Guarniciones, salsas y acompañamientos
Estos elementos del menú suelen pasar desapercibidos por su papel secundario, pero si los elegimos mal podríamos multiplicar las calorías, las grasas y la saciedad casi sin darnos cuenta. Es difícil renunciar a unas patatas como guarnición de los asados, pero procura incluir también una guarnición de verduras para combinar ambas opciones en la mesa. En cuanto a las salsas, evita las de bote y desgrasa las caseras siempre que sea posible.
- Espárragos blancos en escabeche
- Alcachofas al horno
- Coliflor asada al pimentón con frutos secos
- Boniatos asados con especias
- Brochetas de champiñones balsámicos
- Cebollas moradas rellenas
- Coles de Bruselas al horno con coco
- Hummus clásico
- Salsa de yogur y mostaza
- Salsa de frutos rojos para carne
- Salsa de kaki persimón
- Adobo de chile verde
- Salsa básica de yogur
- Salsa de pimientos del piquillo
- Vinagreta de papaya
Postres
Nada mejor que un postre fresco, hidratante y cargado de vitaminas para culminar el menú antes de sacar el turrón. Si en la bandeja de dulces habrá chocolate en alguna de sus formas, prescinde de él en el postre y opta por frutas algo especiales bien presentadas, con frutos secos y algún acompañamiento de yogur o quesos frescos. La piña o la papaya son buenas apuestas además por ser muy digestivas. Si sirves nata montada, que sea casera y sin endulzar, aromatizándola con vainilla u otro sabor.
- Mango caramelizado al ron con especias
- Macedonia casera
- Vasitos de crema de queso fresco y mascarpone con fresas y té matcha
- Copas de queso fresco, mango y frutos rojos
- Carpaccio de piña con vainilla, coco, lima y granada
- Mousse de cava
- Mousse de yogur con frutos rojos
- Pannacotta de yogur y grosellas
- Ensalada de naranja y dátiles
- Falso tiramisú de mango
- Sorbete de limón al cava
- Sorbete de mandarina
- Sorbete de cava, naranja y limón
- Sorbete de mandarinas y granada
Fotos | Unsplash - Pixabay
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