Tras hacer temblar a la comida basura, ahora Ozempic hace tambalear a otra industria ya cargada de problemas: el alcohol

Un estudio ha comprobado que las personas que toman semaglutida consumen menos alcohol que los que no están bajo el medicamento

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Ozempic y otros medicamentos basados en semaglutida parecen haberse convertido en una especie de panacea moderna. Primero revolucionaron el tratamiento de la diabetes tipo 2, después irrumpieron con fuerza en la lucha contra la obesidad y ahora podrían estar afectando el consumo de alcohol.

Investigaciones recientes sugieren que estos fármacos no solo ayudan a perder peso, sino que también podrían reducir significativamente la ingesta de bebidas alcohólicas, poniendo en jaque a una industria que ya enfrenta múltiples desafíos.

Un estudio publicado en JAMA Psychiatry analizó el impacto de la semaglutida en personas con trastorno por consumo de alcohol. Los resultados fueron sorprendentes: los participantes que tomaron el fármaco redujeron su ingesta diaria de alcohol en un 41% y sus antojos semanales en un 40%, en comparación con aquellos que recibieron un placebo.

Además, el 40% de quienes tomaban semaglutida dejaron de experimentar episodios de consumo excesivo en las últimas cuatro semanas del estudio, el doble que en el grupo de control. Estos hallazgos refuerzan la idea de que los agonistas del receptor GLP-1 podrían cambiar la manera en que se abordan las adicciones.

El mecanismo detrás de este efecto aún no se comprende completamente, pero se cree que está relacionado con la forma en que estos fármacos actúan en el cerebro.

La semaglutida imita la hormona GLP-1, que regula el apetito y la saciedad, ayudando a controlar los niveles de glucosa en sangre y promoviendo la sensación de estar lleno. Esta acción no solo reduce la ingesta de alimentos, sino que también parece influir en el sistema de recompensa del cerebro, disminuyendo el deseo de consumir alcohol y posiblemente otras sustancias adictivas.

Además del impacto directo sobre el apetito y el consumo de alcohol, algunos pacientes han reportado efectos secundarios gastrointestinales como náuseas y vómitos. Estos síntomas podrían contribuir indirectamente a la reducción del consumo de bebidas alcohólicas, ya que su ingesta podría volverse menos placentera o incluso generar rechazo.

Para la industria del alcohol, que ya enfrenta una disminución en el consumo por cambios en los hábitos de las nuevas generaciones y una mayor concienciación sobre los efectos negativos de la bebida, este nuevo factor representa un desafío adicional. Grandes compañías del sector han reportado caídas en sus ventas, y si el uso de fármacos como Ozempic y Wegovy sigue en aumento, es probable que esta tendencia continúe.

Imágenes | Imagen de freepik / Novo Nordisk

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