¿Puede matarte la sandía? Pese a que tal afirmación huele a clickbait alarmista de manual, lo cierto es que sí, y no hablamos de que te caiga un ejemplar de ocho kilos en la cabeza. Por muy saludable que sea, cualquier alimento o bebida en exceso puede ser tan perjudicial como un veneno; si además padeces alguna enfermedad o tienes problemas de salud, la cosa se complica aún más.
La revista Annals of internal medicine del American College of Physicians publicó el pasado mes de abril un trabajo en el que se exponen tres casos concretos de pacientes que vieron peligrar seriamente su salud tras consumir generosas cantidades de sandía durante semanas; dos de ellas incluso tuvieron que ser ingresadas de urgencia por graves problemas cardíacos.
El estudio, titulado Watermelon-Induced Hyperkalemia: A Case Series (Hiperpotasemia por sandía: una serie de casos), describe los casos clínicos de tres pacientes diagnosticados con hiperpotasemia o hiperkalemia, un trastorno con riesgo potencialmente mortal que, simplificando mucho, consiste en una sobredosis o, mejor dicho, exceso de potasio en la sangre. Porque por muy necesario y bueno que sea un nutriente, el organismo los necesita en su justa medida, ni más ni menos.
El potasio, un mineral esencial que también tiene sus riesgos
El potasio es uno de los minerales esenciales para el organismo que cumple multitud de funciones, en su mayoría relacionadas con la regulación de los fluidos corporales. Es conocida su relación con el funcionamiento de los músculos, ya que siempre se dice que, si sufres calambres o tirones musculares, "hay que comer más plátanos".
Y es cierto, el potasio participa en la contracción muscular pero también colabora en el buen funcionamiento del sistema cardiovascular, ayuda a regular la presión arterial y a evitar la retención de líquidos, pues favorece la expulsión del sodio y contribuye a mantener una buena hidratación corporal. Además, es esencial para la salud ósea y evitar osteoporosis, contribuye a regular la glucosa en sangre y es necesario para la síntesis de proteínas. Lo dicho, es un mineral esencial para todas las edades.
Ahora bien, tampoco hay que volverse locos tomando todo el potasio posible. Si bien es difícil sobrepasar los límites de ingesta diaria recomendados, establecidos en 3.500 mg al día en mujeres y hombres adultos, tampoco es imposible, especialmente si recurrimos a suplementos vitamínicos innecesarios. Y aún así sería difícil tomar tanto que fuera un problema. Afortunadamente, el cuerpo humano es muy listo y sabe regularse a sí mismo si funciona bien; no se ha demostrado que el potasio case ningún daño en personas sanas, pues su posible exceso se elimina normalmente con la orina.
Y ahí está la clave: no es potencialmente dañino si tenemos una función renal normal, si nuestro aparato urinario funciona correctamente. Cuando algo va mal en los riñones, el descontrol del potasio sí supone un riesgo.
Los peligros silenciosos de la hiperpotasemia
Tal y como recoge el Documento de consenso sobre el abordaje de la hiperpotasemia, publicado en la revista Nefrología, esta es "una alteración electrolítica frecuente con consecuencias potencialmente graves a corto, medio y largo plazo, tanto en términos de morbilidad y mortalidad como de consumo de recursos del Sistema Nacional de Salud".
El estudio publicado en Annals of internal medicine, realizado por médicas investigadoras de del Hospital Saint Vincent de Massachusetts, afirma directamente que se trata de un trastorno electrolítico potencialmente mortal, a menudo no tratado a tiempo, con una tasa de mortalidad superior al 30%. Se produce cuando la ingesta de potasio excede la excreción combinada de potasio gastrointestinal y urinario y/o cuando se produce un desplazamiento de potasio extracelular, y tiene múltiples causas posibles.
Los principales factores de riesgo son la enfermedad renal crónica, la diabetes mellitus, la insuficiencia cardíaca congestiva y ciertos medicamentos, así como otras enfermedades o tumores. Los principales efectos que produce ese exceso de potasio son debilidad muscular y anomalías de la conducción cardíaca, principalmente arritmias que puede derivar en taquicardias y fibrilación. Si no se tratan a tiempo pueden derivar en shock, pérdida del conocimiento y muerte súbita.
Los casos clínicos expuestos tienen la curiosidad de haberse producido por la misma causa: una ingesta excesiva de sandía de forma continuada durante semanas. Por ejemplo, el primer caso describe a un varón de 56 años con diabetes e insuficiencia renal que tuvo que ser ingresado en cuidados intensivos tras haber cenado sandía durante dos meses. El segundo, otro hombre algo mayor también con problemas renales y cardíacos, sufrió un shock que le llevó al hospital; había estado bebiendo dos vasos de zumo diarios durante al menos un mes. Al tercer caso, una mujer de 36 con enfermedad renal grave, se le detectó la hiperpotasemia en un análisis; llevaba semanas comiendo sandía sin control a diario.
Lo peculiar de este trabajo reside en que la sandía no es una fruta que se asocie particularmente con el potasio, y ni siquiera está en el top de alimentos ni de frutas con mayor cantidad de este mineral. Sin embargo, por ser tan ligera y fresca, es habitual consumir raciones grandes en cada ingesta, pudiendo sumar entre 640 mg y 700 mg de potasio de una sentada.
No son cantidades excesivas ni mucho menos en una persona normal; pero cuando se sufre insuficiencia renal, diabetes y otros problemas graves de salud, sí se convierte en un factor de riesgo, especialmente al mantener la ingesta durante tantas semanas continuadas.
Si estás sano, come sandía sin miedo
El trabajo no pretende crear alarmismo entre la población sobre los riesgos de la sandía o del potasio, sino ilustrar la importancia del control de la dieta cuando se padecen enfermedades o problemas de salud específicos. De la misma manera que un diabético debe controlar su glucosa, una persona con insuficiencia renal debe ser consciente de la problemática específica de su condición y consultar siempre con profesionales sanitarios a la hora de planificar y controlar su alimentación.
En cualquier caso, por muy buena que esté la sandía o cualquier otra fruta, hay una gran cantidad de productos frescos igual de sanos con los que enriquecer nuestra dieta. En la variedad y equilibro está la clave de la alimentación saludable.
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