Se supone que comer es un placer, pero también se puede convertir en una actividad de alto riesgo. Consumir ciertos platos y productos supone todo un peligro para la salud, como el pez globo japonés. ¿Estarías dispuesto a arriesgarte a sufrir una intoxicación por una comida especial? Los egipcios sí, y lo hacen cada año durante las fiestas de primavera comiendo pescado fermentado.
En Egipto se celebra después de la Pacua Ortodoxa el Sham El-Nessim, un festival que une por igual a musulmanes y coptos para dar la bienvenida a la primavera. Una de las costumbres más típicas de las fiestas es comer el fesikh, un pescado similar al mújol que se deja secar con sal para que fermente. El problema es que se corre el riesgo de sufrir botulismo si no se prepara correctamente.
El Ministerio de Salud egipcio lleva años intentando concienciar a la población de los riesgos de consumir el fesikh que no cumple todas las garantías de sanidad, pero son muchos los que se lanzan a prepararlo ignorando las recomendaciones. Especialmente peligrosos son los numerosos vendedores ambulantes que ofrecen el pescado por las calles, sin cumplir con las normativas.
¿Dónde está el problema en comer fesikh? Para preparar este plato tradicional el pescado se deja secar entero al sol y después se cura con sal, produciendo la fermentación. El resultado tiene que ser bastante desagradable para los no iniciados, y de hecho es difícil distinguir un Fesikh podrido en mal estado del que ha sido preparado correctamente y sin riesgos.
Si el pescado no es eviscerado y no se cura con suficiente sal, puede desarrollar bacterias que ocasionan intoxicaciones y botulismo. Todos los años se producen hospitalizaciones más o menos graves, que en más de una ocasión han terminado en el fallecimiento de algunos intoxicados.
Pero a pesar de todas las advertencias por parte de las autoridades, la población egipcia no está dispuesta a renunciar al que es uno de sus platos típicos más queridos. Más allá de su sabor, que no es del gusto de todos, el fesikh tiene asociadas fuertes connotaciones culturales, festivas y familiares, y es difícil romper las tradiciones. Aunque sean un riesgo para la salud.
Si de repente me dijeran que alguno de los platos típicos festivos que más me gustan es peligroso para la salud, quizá me costaría renunciar a él. Aunque no se me ocurre un ejemplo similar en nuestra gastronomía, sí que hay platos tradicionales que mucha gente se "obliga" a comer durante algunas fiestas, como las gallinejas en San Isidro. Pero, ¿estaríamos dispuestos a asumir el riesgo de una intoxicación por una comida delicatessen?
Vía | Business Insider
Imágenes | Pixabay, pete
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