Una de las cosas que menos me gusta hacer en la cocina es la de tener que ser arqueólogo de congeladores. Activar el modo Indiana Jones, adivinando qué hay en el congelador, de cuándo es y de si todavía tiene sentido consumirlo es bastante habitual en muchas casas.
A veces, si nos ponemos musicales, el congelador acaba convirtiéndose en el baúl de los recuerdos al que cantaba Karina, dejando que tápers y alimentos se queden allí para lo que se conoce popularmente para vestir santos.
Luego llegan las quejas y las adivinanzas, intentando averiguar de cuándo podían ser aquellas lentejas guisadas o si lo que tenemos entre mano son cuatro trozos revenidos de merluza o ha empezado a mutar hacia el bacalao.
No me gusta, y no creo que sea un trastorno obsesivo compulsivo, que el congelador esté desordenado y tampoco me gusta tirar el dinero, abandonando allí a su suerte a productos o platos ya preparados a los que pretendemos olvidar con el paso del tiempo.
Si eres una persona más o menos ordenada, seguramente tu congelador esté bien compartimentado y tengas claro lo que entra y lo que sale. Sin embargo, no siempre es fácil llevar un orden de lo que sucede en esa fría pared.
Sin embargo, si eres de los que entiende el congelador como una morgue de platos preparados y tápers a los que no sabes qué destino dar, sigue leyendo. Básicamente porque hoy te ofrezco los tres consejos para ordenar tu congelador y que no se convierta en un cementerio de recipientes.
Lo primero, como es evidente, es que recurras al esparadrapo que te recomendó mi compañera Liliana Fuchs, pues es un compañero de lo más útil para lo que hoy venimos a hacer: apuntar.
Los tres trucos para hacer más eficiente tu congelador y tus tápers
A partir de ahí, coser y cantar. O mejor dicho, pegar y apuntar. Lo que yo siempre recomiendo a la hora de tener orden en el congelador es funcionar con una regla mnemotécnica muy simple, el concepto PFC: producto, fecha y cantidad.
Apuntando estas tres cosas te ahorras muchos sustos en el congelador, así como tirar comida y además aprenderás a manejar mejor las cantidades. Es fundamental que pongas qué hay en cada tápers, pero no menos fundamental es que pongas la fecha en la que lo estás congelando.
Recordemos que el congelador no es eterno y que los productos, aunque estén allí, se deterioran. Apuntando la fecha conseguimos amortizar y economizar, dando salida a platos que lleven más tiempo y así consigamos mantener cierto orden. Un poco parecido a las leyes del Metro de 'dejen salir antes de entrar".
Pero por último, hay un factor diferencial a la hora de apuntar cosas en los tápers que van al congelador y que te van a convertir en el máster del Universo de esta batalla: las cantidades.
Esto sí exige algo más de control, pero reconozco que nada me parece más frustrante que tener tápers de cantidades muy dispares en la nevera o congelador, dejando que haya raciones muertas de risa en un lado u otro. Por eso, cuando congelo comida ya cocinada, procuro distribuirla en tápers de ración que me permitan controlar lo que sale y que luego no haya restos.
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Si tenéis una casa grande también es apto, simplemente debéis adaptar los formatos a los que seáis en casa. Es un trabajo extra el de pesar la cantidad de comida que metéis en los tápers, pero os aseguro que es un esfuerzo agradecido para no tirar más comida de la cuenta.
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