Pequeños poltergeist nos molestan por la noche, sobre todo en verano, cuando nos acercamos a la nevera. Un ruido incesante, entre vibraciones y goteos, nos escama y nos preguntamos a qué se pueden deber estos 'gritos' que nuestros frigoríficos envían.
Es lógico preocuparse cuando la nevera hace ruido, pues en ocasiones puede ser un síntoma de que algo no va bien. Quizá sea el compresor, el condensador o podría ser el evaporador, tres de las partes fundamentales de este electrodoméstico imprescindible.
Por fortuna, la mayoría de ocasiones no son problemas, sino pequeños desajustes que tienen que ver con las temperaturas internas o externas e, incluso, una simple cuestión de equilibrio, tanto de lo que la nevera contiene como de dónde se sustenta.
Esta es la razón principal por la que debemos tener en cuenta que hay ruidos que entran dentro de la normalidad —también le pasa a los frigoríficos silenciosos— y otro tipo de ruidos que pueden significar una avería o la posibilidad de ésta.
Los ruidos normales de la nevera
Por mucho que pretendamos que sea discreto, cualquier frigorífico siempre va a hacer ruido. Quizá no mucho o quizá pase más inadvertido en invierno que en verano o, sobre todo, se note más por la noche cuando la casa está en calma.
La realidad es que zumbidos, sonidos de pequeñas gotas, alguna especie de silbido o ciertos chasquidos pueden ser más habituales de lo que creemos. En el caso de los ruidos normales de la nevera distinguimos principalmente tres.
- Zumbido: es fácil oír esta vibración, que se suele producir cuando el compresor se pone en marcha. La función de éste es bombear gas para comenzar la refrigeración; si se desgasta suele hacer un ruido más molesto y agudo de lo habitual. En este caso, sí es recomendable contactar con un técnico o con el seguro.
- Gorgoteo: es una especie de gluglú, casi como pequeños tragos, y no es más que el gas, licuado, que circula por el circuito del refrigerante.
- Crujidos: a veces como un golpe, pero generalmente como un chasquido que es habitual en los frigoríficos con función No Frost, debido al movimiento del ventilador interno. En un caso parecido, también solemos oír chasquidos cuando las resistencias que derriten el hielo se ponen en marcha.
¿Nevera nueva, nuevos ruidos?
Resulta obvio pensar que la función de un frigorífico es enfriar, pero si le enviamos a luchar contra los elementos su tarea se complica. Por eso el motor de una nevera alcanza una gran temperatura mientras está en marcha, más aún en verano, cuando la temperatura ambiente echa más leña al fuego y obliga a nuestros frigoríficos a un trabajo extra.
Además, otro problema añadido suele venir con cómo colocamos la nevera, que suele ser una fuente de ruidos hasta que lo identificamos. Uno de los más comunes está en acercar demasiado la nevera a la pared —la mayoría de fabricantes recomiendan dejar unos 15 centímetros de distancia—. De lo contrario lo que haremos será evitar que su calor se disipe, concentrándolo aún más y requiriendo aún más esfuerzo.
Otro error, esta vez bastante más pueril, está en no colocar bien las patas de la nevera y dejar que alguna de ellas baile. Un tornillo mal enroscado o un ligero desnivel puede hacer que nuestra nevera no esté totalmente aposentada en el suelo, lo que suele generar ruidos —absurdos, pero ruidos— porque haya ciertos desequilibrios dentro de ella.
Los ruidos inusuales de la nevera
Sabiendo que goteos, zumbidos y chasquidos pueden ser cosas normales, hay otra serie de ruidos que no entran en lo cotidiano. Los goteos muy seguidos, casi como de grifo, son una señal inequívoca de que algo no va bien. Tampoco es habitual oír pequeños golpes graves, pues puede tener que ver con un compresor en mal estado. Además de eso, sonidos similares a un estallido tampoco son bien recibidos.
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En cualquier de esos casos la mejor opción es llamar al seguro o al técnico, pues probablemente el frigorífico tendrá alguna rotura que convendrá subsanar lo antes posible. En ese caso de ruidos repentinos suele pasar por dos motivos.
En el caso del compresor —hace ruido al apagarse el frigorífico, por ejemplo—, es habitual que suene**, aunque ciertos chasquidos o sonido de cables** puede tener que ver con problemas en los fusibles o en el calentador de descongelación, muy influidos también por la placa electrónica defectuosa.
Entre otros ruidos habituales y que indican problemas está un gorgoteo más continuo, algo ahogado, que nos demuestre que el líquido refrigerante no está circulando bien —además, notarás que la temperatura de la nevera está más alta (más caliente)— de lo habitual.
Por último, si notas que el motor de la refrigeración nunca cesa de moverse y de hacer ruido quizá sea cuestión del termostato, que no puede detectar la temperatura del frigorífico y siga en perpetuo movimiento, lo cual también supone un gasto añadido de electricidad.
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