Cómo limpiar la cocina de la forma más fácil, rápida y eficaz, y las ocho zonas que no debes olvidar repasar

Por muy relajante que a veces puedan ser las tareas domésticas, la limpieza de la cocina suele ser un incordio. Tampoco es necesario dejarla como los chorros del oro cada día, pero sí es importante mantener cierta rutina de orden e higiene, por motivos de seguridad alimentaria. De la misma manera que hay que cocinar con organización y buenas herramientas, ahorraremos tiempo y esfuerzo si planificamos bien las rutinas de limpieza.

Sobra señalar que todos los miembros del hogar debería colaborar en estos quehaceres cotidianos. Sea como sea nuestra familia o nuestros compañeros de piso, lo justo es repartirse las tareas y dividirlas de forma equitativa; nada de presuponer que la persona encargada de cocina tenga que ocuparse también de recoger y limpiar. Los niños, a partir de ciertas edades y con tareas adaptadas, también pueden empezar a colaborar desde pequeños.

Como bien saben los profesionales de hostelería, una cocina hay que recogerla, limpiarla y ordenarla después de cada turno. Es la mejor manera de evitar que se acumule peligrosamente la suciedad demasiado rápido, con el peligro de atraer insectos, microorganismos o bacterias. Y será más difícil acabar con la mugre cuando se vuelva añeja.

Esto no quiere decir que debamos deslomarnos cada día, pero sí mantener cierta rutina cotidiana básica después de cada cocinado: fregar los platos o llenar el lavavajillas, retirar los retos de comida, fregar las salpicaduras de grasa, limpiar la placa o barrer a diario son buenas prácticas. Paralelamente, lo ideal es fijar un día a la semana -o cada quincena, según necesidades- para hacer una limpieza más profunda.

Limpieza en orden: divide en zonas y espacios

La mise en place, o puesta en orden previa con la preparación de ingredientes y herramientas, es el primer paso para cocinar con éxito. La misma idea se puede aplicar a la limpieza posterior, o de cualquier tarea doméstica.

Lanzarse a limpiar sin orden ni concierto solo nos hará gastar más energía, invertir más tiempo y correr el riesgo de cometer descuidos. Improvisaciones las justas.

Podemos planificar un orden a nuestro gusto o necesidades, adaptado al tamaño o forma de nuestra cocina, aunque en general nos servirá aplicar los mismos preceptos para cualquier hogar. Lo primero es recoger cualquier objeto o alimento que haya fuera de sitio y preparar todos los utensilios de limpieza que necesitemos. Poner algo de música o escuchar algún podcast es opcional, pero recomendable.

1. Lavavajillas y/o fregadero

Lo primero es lo primero: ¿hay platos sucios o cubiertos en el fregadero? Antes de limpiar el resto de la cocina, toca fregar o poner en marcha el lavavajillas. Si hemos sido aplicados, quizá lo que nos espera es precisamente una vajilla ya limpia, lista para guardar -secándola primero, en su caso-.

Con el fregadero libre, podemos comenzar limpiando esta zona de la cocina, habitualmente descuidada. Si no solemos fregarlo a conciencia, con un desinfectante adecuado, que ahora toca esmerarse. Procura frotar bien todas las juntas, la rejilla del desagüe, el grifo y las zonas aledañas.

Otra opción es dejarlo para el final, antes del suelo, si vamos a utilizarlo durante el resto del zafarrancho de limpieza.

2. Paredes y superficies altas

Por mucho que no se vean, la parte superior de los muebles y electrodomésticos hay que limpiarla de vez en cuando. Aprovecha para quitar el polvo, frotar y desinfectar los azulejos de las paredes, así como el frente de los armarios, estantes, baldas y otras superficies altas, que suelen acumular polvo. No olvides los tiradores y las partes menos accesibles, moviendo muebles si hiciera falta.

3. Cajones y armarios

Esta tarea puede ser más tediosa porque nos obliga a invertir mucho tiempo en sacar todos los trastos que tenemos guardados. Podemos reservarla a unas pocas veces al año en su versión más concienzuda, y limitarnos más rutinariamente a dar una limpieza más general a los cajones de uso más frecuente, o la zona más expuesta al exterior.

El cajón de los cubiertos y los de herramientas de uso diario, así como el de las especias y condimentos básicos, son los más propensos a ensuciarse con frecuencia. Pasar el aspirador es un recurso rápido y efectivo para, al menos, retirar las típicas migas de pan, pelos y otros restos.

4. Encimera, mesa y otras superficies

A continuación, limpia todas las superficies planas, desde las encimeras hasta la posible mesa, sea o no plegable, barra o islas. Teóricamente ya las has dejado despejadas, así que ahora solo tienes que recoger la suciedad, desinfectar, frotar y secar.

Si tienes objetos dispuestos de decoración o de uso habitual colocados encima -botes o tarros, panera, portacuchillos, etc-, recuerda moverlos para limpiar por todas partes, y dales también a ellos una buena pasada.

5. Pequeños electrodomésticos

Aquí entran los aparatos más portátiles, aunque los tengamos más o menos fijos en un lugar concreto. Nos referimos al pequeño electrodoméstico de uso habitual, expuestos a la vista: cafetera, freidora de aire, batidora de vaso, robot o Thermomix, procesador de alimentos, panificadora, olla de cocción lenta, microondas...

Aunque la mayoría se friegan tras su uso, la parte exterior se descuida más, y puede acumular manchas, humedad o mucho polvo, especialmente en las partes traseras, bajo el aparato o en determinados recovecos y accesorios.

6. Horno, placa de cocina y extractor

Es el turno de los grandes electrodomésticos. Comienza por la campana extractora, que puede manchar los fuegos mientras la limpias. Cada modelo requiere un mantenimiento diferente, pero no olvides limpiar a conciencia los filtros o rejillas. Esta última, normalmente, se puede lavar en el lavavajillas.

La placa de cocina, sea de gas, inducción o vitrocerámica, conviene limpiarla inmediatamente después de cada uso; aún así, en una limpieza general le daremos un repaso más concienzudo. Las de gas suelen necesitar un esfuerzo extra, retirando los fuegos y fregando bien entre las manijas de los mandos.

El horno, si le damos mucho uso, se recomienda limpiarlo a fondo cada pocas semanas. Si tu modelo incorpora sistema de autolimpieza, aprovéchalo de forma acorde a la frecuencia de uso, o hazlo a mano retirando las partes extraíbles, como las bandejas, rejillas o rieles. Usa solo limpiadores adecuados para este electrodoméstico, antigrasas, y sécalo muy bien.

7. Nevera y congelador

Conviene vaciarlos por completo dos o tres veces al año para hacer una limpieza concienzuda de todo el interior, baldas, cajones y demás accesorios. El resto del tiempo, lleva un mantenimiento básico o limpia por partes sin tener que sacar todos los alimentos, sin olvidar las gomas.

Obviamente, si hay manchas, derrames de comida o líquidos, o acumulación de hielo o escarcha, habrá que aplicar una limpieza inmediata, independientemente del resto de nuestra rutina global. Vigila especialmente la balda de las salsas -suelen gotear-, los cajones de fruta y verdura -no es raro que aparezca moho o humedad-, y retira los pequeños restos de alimento sólido que, nadie sabe cómo, siempre aparecen.

Más sencilla es la limpieza exterior, con énfasis en los tiradores, un imán de grasa y huellas.

8. Suelo y alfombras

Cuando hayas terminado de limpiar todo lo demás, solo queda el suelo y las posibles alfombras. Aprovecha para llevarlas a la colada junto con otros textiles -delantal, manteles, trapos, servilletas, manoplas-, y recoge toda la suciedad y polvo que habrá caído durante la limpieza.

Según cada material, tendrás que aplicar un tratamiento u otro para no dañar las baldosas, madera o azulejos. Lo importante es eliminar restos sólidos y polvo, y después fregar a fondo, en todos los recovecos -moviendo muebles, si hace falta-, desinfectando bien.

Extras

Dependiendo de cada tipo de cocina podremos tener otros elementos en ella que también habrá que limpiar periódicamente, como pequeños huertos urbanos, utensilios de mascotas -comedero, arenero-, carritos o cajoneras auxiliares, fruteros colgantes, ventanas, mini huertos, cubos de basura o reciclaje, televisor, etc.

Utensilios y herramientas para hacer más fácil la limpieza

Cada uno tenemos nuestras manías a la hora de limpiar, con nuestros productos y herramientas favoritos -casi siempre costumbres aprendidas del hogar familiar, pero generalmente se incluyen los siguientes artículos básicos:

• Estropajo suave
• Estropajo de "lana"
• Bayetas absorbentes
• Bayetas de microfibra
• Paños o trapos de tela
• Guantes de goma resistentes
• Pulverizador
• Productos de limpieza específicos (multiusos, especial cocina, amoniaco, desengrasante, especial horno o microondas, lejía, desinfectante, especial vitrocerámica o inducción, vinagre, bicarbonato...)

Sin embargo, hoy en día podemos encontrar artilugios concretos para sumar a nuestro arsenal que nos harán la vida mucho más fácil para limpiar cada parte de la cocina.

Cepillos pequeños para juntas y rincones

Zonas concretas necesitas herramientas específicas para un resultado impoluto sin esfuerzo. Las juntas, los huecos en la placa de cocina, pequeñas ranuras, fogones o puertas se limpiarán mejor con estos pequeños cepillos diseñados para este tipo de trabajos. Si nuestra cocina es relativamente grande y se suele acumular la suciedad en las juntas de baldosas y azulejos, nos interesará especialmente el modelo grande, también útil para el baño.

Toallitas desinfectantes

Facilísimas de emplear, aunque no sean el sistema más sostenible por su naturaleza de usar y tirar, las toallitas que limpian y desinfectan permiten cuidar al máximo la desinfección e higiene de esas zonas de la cocina -y del hogar- que más manoseamos a diario, y que se nos suele olvidar limpiar. Especialmente útiles para pomos de puertas y electrodomésticos, tiradores de cajones, armarios y pequeñas superficies.

Kit de limpieza para hierro fundido

Nos encantan las sartenes y cazuelas de hierro fundido, el cast iron anglosajón, con las famosas sartenes tizo skilett a la cabeza. Pero no son fáciles de limpiar si no se tienen en cuenta sus particularidades, ya que la grasa agarra demasiado bien a su material duro y rugoso.

Muy práctico es un conjunto de herramientas de cuidado y limpieza, que incluye el mejor utensilio para limpiarlas: una red metálica al estilo cota de malla medieval. También se puede comprar esta última por sí sola, si preferimos ahorrarnos los accesorios extra.

Esponjas de silicona reutilizables

Los estropajos de fregar se ensucian rápidamente. Teóricamente habría que desinfectarlos con lejía o lavarlos en la lavadora con frecuencia, pero terminan estropeándose pronto, y sale más a cuenta renovarlos. O podemos optar por varias esponjas de silicona, especialmente para vajillas más delicadas. Permiten limpiar sin dañar materiales muy sensibles, respetando las superficies antiadherentes y más pulidas, y son lavables en lavavajillas.

Plumero extensible lavable

Antiguamente no había casa sin su plumero de plumas de avestruz, sustituidos poco a poco por modelos sintéticos de colores estridentes. Hoy se ven cada vez menos los primeros, pero un plumero sigue siendo un utensilio de lo más práctico, eso sí, un poco reinventado.

Para que sea verdaderamente útil en la cocina nos vendrá muy bien que ofrezca un diseño más alargado, con mango extensible para acceder a las alturas, y de manejo ergonómico. Además, ya que podemos elegir, preferimos que el cabeza sea reutilizable y lavable a mano o a máquina.

Conjunto de limpieza de botellas, pajitas y más

Tarros, botellas, pajitas reutilizables, botellines, jarras, copas... Muchos de estos objetos son tortuosos de limpiar por dentro. Con cepillos específicos, de diseño alargado y más o menos fino, podremos acceder a su interior fácilmente sin riesgo de romperlos. También resultan muy útiles para limpiar desagües y tuberías, y para lavar la botella de agua portátil o de deporte. No, no es suficiente con enjuagarla.

Limpiador y pulidor de acero inoxidable

La marca Bar Keepers Friend es una de las más populares y más longevas en productos de limpieza de Estados Unidos, y sigue siendo la favorita para muchos profesionales de la cocina. Este producto en polvo permite limpiar la suciedad más incrustada del acero inoxidable, el típico fondo negro y roñoso que tantas sartenes acumulan en los hogares, devolviéndoles su brillo metalizado. También se puede usar en otros materiales duros como hierro, cobre, fibra de vidrio, cerámica o latón.

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