¿Cuántos dedicáis el fin de semana a preparar un buen desayuno? Podría ser mi influencia suiza, pero pocas cosas disfruto más que empezar el día con una mesa bien dispuesta y un buen surtido de manjares para disfrutar sin prisas. Y a la aristocracia británica de principios del siglo pasado también le gustaba mucho, como pudimos comprobar en la serie 'Downton Abbey'.
La serie de televisión arrancaba en plena época eduardiana, un periodo de transición que fue dejando el exceso victoriano del XIX hacia la modernidad del nuevo siglo. Pero los aristócratas se agarraban aún con fuerza a sus costumbres y seguían rituales muy concretos también en el desayuno. Un plan divertido de fin de semana puede ser recrear esa decadente opulencia en nuestra mesa para sentirnos lords y ladys de casa.
¿Cómo desayunaba la aristocracia británica?
En 'Downton Abbey' tenemos las claves de cómo se desarrollaban los desayunos en las casas más nobles de la época. En ocasiones se celebraba un desayuno más formal, generalmente con invitados, que equivaldría casi a un brunch como entendemos hoy en día: con un completo menú de varios platos y que podía durar hasta pasado el medio día.
Pero en la rutina diaria más íntima y familiar tampoco se conformaban con poco. Normalmente se servía el desayuno en el comedor, situando un buffet de diferentes platos junto a la mesa que acogía a la familia. O más bien, a los hombres y los miembros más jóvenes, pues era costumbre que las mujeres, sobre todo las casadas, desayunaran en la cama, mientras recibían ayuda de sus asistentas personales.
En cuanto al despliegue culinario, podemos montar un buen banquete eligiendo entre los platos más habituales:
- Fruta preparada.
- Tostadas de pan de molde blanco.
- Panecillos o bollos más tiernos.
- Muffins ingleses, crumpets o scones de frutas.
- Mantequilla.
- Mermeladas y miel.
- Nata fresca (clotted cream, espesa).
- Porridge de avena.
- Huevos (cocidos, escalfados, revueltos o tortillas)
- Jamón o bacon.
- Patatas fritas o asadas.
- Ensalada.
- Algún otro plato caliente (pollo, arroz, kedgeree, pescado cocido...).
- Ocasionalmente, dulces como pastas o biscuits, tartaletas de mermelada, bizcochos o gelatinas de frutas.
- Café y leche, que solía tomarse para terminar el menú.
Si no queremos complicarnos demasiado siempre podemos recrear el mismo despliegue del típico té inglés de las cinco, pero dando prioridad al café e incluyendo siempre una buena selección de frutas. Nada de baked beans ni salchichas, por muy británico que nos parezca hoy en día.
Los accesorios imprescindibles
Y tan importante como el menú, o incluso más, es el montaje de la mesa. Nada de desayunar en la barra de la cocina o en el sofá: hay que sacar un buen mantel de tela, lucir un bonito ramo de flores y prestar buena atención a los complementos.
La vajilla: imprescindible la porcelana
No tenemos que ser historiadores puntillosos buscando una vajilla que corresponda concretamente al estilo de aquella época; con tener un juego de tazas y platos "británico", elegante y con aire vintage, será suficiente. Procuraremos que sean tazas de porcelana con algún bonito diseño, aunque también podemos apostar por la simple elegancia del blanco y un toque dorado. En el caso de buscar invertir un poco más, tenemos este bello conjunto de 12 piezas de servicio de café de porcelana de marfil por 71,99 euros.
Si preferimos piezas sueltas podemos optar por un modelo como este conjunto de taza, plato y cucharilla a 13,99 euros, que también permite adquirir dos sets por 21,99. No puede faltar una elegante cafetera, como esta de porcelana blanca, muy económica, o esta de Villeroy & Boch, muy bonita con decoraciones en azul y porcelana de alta calidad, rebajada a 59,38 euros.
Azucareros y jarras
El azúcar se tiene que servir en su correspondiente recipiente, preferiblemente a juego con la jarrita para la leche. Las mesas más elegantes tendrán además otra jarra para la nata, pero tampoco hay que volverse locos.
Este conjunto incluye ambos objetos en un diseño de porcelana con rosas y toques dorados. Si queremos las piezas sueltas, tampoco está mal esta bonita jarrita de porcelana, de nuevo con rosas, en motivos discretos.
Además de la porcelana, la plata era un material muy común. Una jarra de plata se nos iría de presupuesto, pero las piezas metálicas con recubrimiento son buenas opciones, como esta jarra estilo antiguo de latón por 19,90 euros. Y hace buena pareja con el azucarero plateado con su cucharita, estilo perlado.
Los básicos para completar el desayuno
Nos faltan las piezas para servir la comida, especialmente tostadas y panecillos. Confieso que siempre he querido tener un soporte para tostadas, de niña me parecía un objeto fascinante; los metálicos lucen mejor en la mesa, como este de Kitchen Craft con ranura para seis rebanadas. Así irá a juego con el conjunto de hueveras de acero inoxidable, que incluyen cucharitas para cada comensal.
Por favor, nada de sacar la mantequilla y las mermeladas dentro de sus envases comerciales. Una mantequera es fundamental y existen multitud de modelos para elegir. En este caso yo recomiendo un diseño al estilo de esta, con bandeja metálica plateada y su tapa transparente, o esta otra completamente opaca, para una conservación aún mejor. Y la podemos completar con un cuchillo de mantequilla a juego.
Lo ideal sería agasajar a nuestros invitados con mermeladas y compotas caseras; podemos conservarlas en botes bonitos que lucirán bien para servir, como este de Kilner edición aniversario, en varios tamaños. Muy elegante es este recipiente especial para la presentación en mesa de vidrio con su cuchara, o este otro de diseño especial, con un detalle de cabeza de ciervo que haría las delicias de los señores de Downton Abbey, en un brillante recubrimiento de plata.
El complemento final: bandejas para servir
Otro objeto de deseo son esas bonitas bandejas en niveles superpuestos que siempre lucen de maravilla plagadas de dulces y pequeños bocaditos, típicas de los salones de té. Podemos invertir en un modelo bonito y funcional que nos servirá para más usos, como esta de tres pisos en porcelana decorada con flores.
Claro que también tenemos la opción de invertir en una pieza de más calidad y lujo, como esta de Royal Albert, en porcelana fina de gran calidad, con acabados en oro de 22 quilates, por 128,21 euros. Un pequeño lujo para sacar a lucir en multitud de ocasiones. Algo más modesto pero también muy bonita y elegante es esta bandeja vintage en blanco antiguo con dos asas.
Y si queremos darnos el lujo de desayunar en la cama como hacían las señoras de la casa, no puede faltar una buena bandeja. Con patas plegables, este modelo es muy práctico por su doble función, ya que nos servirá también como bandeja corriente para el día a día. Sol falta llenarla de manjares para empezar el día de la mejor forma posible.
Foto de portada | Pixabay