El barquillo es uno de nuestros dulces más tradicionales y antiguos, derivado probablemente de las humildes obleas, como vimos al indagar en qué son los gofres, y con multitud de variantes tanto regionales como en medio mundo. Pero todas quedan eclipsadas por el cucurucho de los helados, crujientes y deliciosos cuya masa es de lo más simple. Su único inconveniente es que se necesita un artilugio especial para prepararlos, y un poco de práctica.
La principal característica de los barquillos es su grosor fino y textura muy crujiente, que cuando está aún caliente ofrece una gran maleabilidad para ser doblada o enrollada según la especialidad. No se pueden hacer al horno, es preciso un molde metálico que alcance altas temperaturas presionando la masa por ambos lados para "plancharla" y dorarla en apenas un par de minutos.
La máquina de barquillos de Severin es un pequeño electrodoméstico diseñado específicamente para preparar estos dulces a nivel doméstico. Añorando esos cucuruchos de veranos de la infancia, con esos churretes de helado resbalando por el cono que tantas veces nos pringaron las manos -para desesperación de nuestras madres-, nos hemos animado a probarla.
No somos muy proclives a recibir en casa aparatos con una única función que además es totalmente superflua y poco útil en la cocina diaria, pero este aparato tiene a su favor el pequeño tamaño y que podremos darle uso durante todo el año. A pesar de tener los cucuruchos en mente, también permite hacer barquillos planos, con forma de neulas o cigarrillos, o simplemente obleas más pequeñas para coronar postres o tomar como galletas.
Características y especificaciones técnicas
La máquina no tiene mucho misterio ni complejidades técnicas, pues sigue un mecanismo sencillo. Recuerda a las gofreras o sandwicheras, con un cuerpo formado con dos placas abatibles, en este caso redondas y con el típico patrón en cuadrícula, antiadherente, donde se coloca la masa.
CARACTERÍSTICAS | |
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Dimensiones | 26,6 x 20,2 x 11,4 cm |
Peso | 1,67 kg |
Materiales | Pástico duro y placas metálicas con revestimiento antiadherente |
Color | Plata |
Potencia | 890W |
Diámetro de cocción | 17 cm |
Severin HA 2082 Fabricador de Barquillos, Conos, Antiadherente, 890 W, 900 W, Plástico, Plata
Contenido de la caja
En una caja de dimensiones reducidas y poco peso, la máquina de barquillos viene perfectamente protegida y encajada para que no baile entre dos piezas de poliestireno, con un protector suave entre las dos placas cerradas, como los que se utilizan para separar y proteger las piezas de vajilla.
Además del aparato en sí mismo, se incluye un pequeño manual en varios idiomas, inclyendo español y una pieza de plástico con forma de cono para darle forma a los cucuruchos. Esta aparece desmontada con el mango separado, para facilitar el transporte en la caja y evitar que se quiebre. Encajar las dos partes cuesta un poco, pero la idea es que no se vuelva a desmontar y que quede bien fijo.
El cable de alimentación va unido a la propia máquina, no se puede separar, y viene con el enchufe protegido en plástico. Tiene una longitud adecuada para poder manejarlo en casa con comodidad -no hay nada más engorroso que un aparato de cable corto que no llega bien a tus enchufes-, sin pasarse en exceso.
La base del aparato cuenta con unos salientes especiales para enrollar el cable en ella, por si nos sobra longitud o para que sea mucho más sencillo guardar la máquina cuando no esté en uso. Es un pequeño detalle que se agradece, y que, a la larga, protegerá el cable de nudos y roturas.
Puesta en marcha
Como decíamos, la máquina es muy simple y no cuesta deducir de manera intuitiva cómo funciona, pero simpre hay que leer antes el manual de instrucciones. El fabricante, la veteranísima marca alemana Severin, indica que antes del primer uso hay que precalentarla -cerrada- al máximo unos 15 minutos, y eso es lo que hacemos.
En este paso es normal que notemos un olor fuerte, habitual con la puesta en marcha de aparatos de este tipo que necesitan alcanzar altas temperaturas. No es más que el propio material calentándose por primera vez; para evitar que deje sabores extraños en los barquillos, también se señala que la primera masa hay que desecharla.
La barquillera se maneja con una ruedecilla que permite ajustar la intensidad de la temperatura, y se controla un poco con el piloto de luz roja y verde, que indica cuándo se está precalentando antes de poder usarla. Tras ese primer paso inaugural, normalmente necesita solo unos 10 minutos.
Una vez caliente y antes de añadir la masa, hay que engrasar ligeramente las dos placas. Hemos usado aceite de girasol, que no deja sabor, aunque se podría usar de oliva o mantequilla. Lo más cómodo es emplear un pincel de cocina para distribuir la grasa homogéneamente y no caer en el exceso.
Con nuestra masa lista y la máquina a punto, no hay más que añadir una cucharada generosa de la misma a la placa inferior, en el centro, para cerrar la superior, ajustándola bien con el cierre. Es conveniente vigilar el tiempo, unos dos minutos. Entonces solo hay que abrirla y enrollar la oblea rápidamente con ayuda del cono, sobre la misma placa o sacándola con unas pinchas o espátula, que no sean metálicas para no dañar la máquina.
Este es el punto más complicado que requiere algo de maña. No hay que desanimarse si los primeros conos son algo desastrosos, pues solo se necesita practicar un poco para cogerle el tranquillo. Según la forma de enrollar la oblea, y en función de la cantidad de masa que hayamos puesto, podemos hacer cucuruchos más anchos, más grandes o más estrechos.
Para hacer cigarrillos o neulas solo tenemos que enrollarlos finitos a mano; también podemos darles forma de tulipa usando unas flaneras o moldes, o doblarlas con forma de libro. Lo más sencillo, por supuesto, es simplemente hacer barquillos planos.
Además de la práctica del formado, tendremos que dar con nuestra receta ideal. El manual incluye varias y para el primer intento probamos la fórmula básica de barquillo estándar, aunque no teníamos mucha confianza por algunos fallos de traducción -Fett en alemán no es "nata"-. A pesar de nuestro escepticismo, salieron más que bien, muy crujientes y con un gran sabor.
Es importante no saltarse el tiempo de reposo indicado para que la masa espese un poco y se asiente; si queremos barquillos más gruesos y menos delicados, podemos hacerla algo más espesa, y si la queremos más elástica y fácil de doblar, solo hay que añadir más azúcar.
De una tanda básica de masa salen unos 12-15 conos, según grosor y tamaño. No hace falta volver a engrasar la máquina en cada tanda, y para limpiarla no hay más que pasar un paño limpio humedecido por las placas, una vez se hayan enfriado.
Conclusiones
La máquina de barquillos es un capricho de compra que merece la pena si nos gustan de verdad estos dulces crujientes, si queremos elevar aún más nuestra experiencia de preparar helados en casa, o si buscamos un aparato para hacer neulas, obleas, wafels holandeses, pizzelle italianas o galletas para completar nuestros postres.
Sus pequeñas dimensiones y precio más que económico hacen que sea un aparato de gran relación calidad-precio, que si bien no es perfecta, cumple perfectamente. Sí habrá que tener cierta paciencia al principio, hasta dar con la receta idónea y la soltura a la hora de formar los conos, pero es un pasatiempo entretenido y perfecto para hacer en familia.
Es muy fácil personalizar los barquillos con aromas distintos, un mayor o menor grosor o dejándolos más o menos tostados, y luego podemos completarlos bañándolos en chocolate o rellenándolos de otras elaboraciones que no sean helado, como nata montada, dulce de leche, caramelo, mermelada, crema pastelera, crema de chocolate, etc.
En definitiva, un buen juguete para los amantes de los helados y los dulces caseros en general, que ocupa poco sitio y es muy fácil de usar.
Severin HA 2082 Fabricador de Barquillos, Conos, Antiadherente, 890 W, 900 W, Plástico, Plata
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