Lo que nadie te dirá de una freidora de aire al comprarla: estos son sus inconvenientes

Cuántos, cómo y dónde son varios interrogantes a los que poner solución

Comprar Freidora Aire
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La freidora de aire ha llegado a nuestras vidas para quedarse. Rápida, funcional, barata y con una promesa digna de mención: restar calorías a nuestro día a día. Con esos mimbres, no caer en su tentación es imposible.

Pero como todo electrodoméstico, esté de moda o no, la freidora de aire tiene inconvenientes. Es evidente que como argumento de compra no se puede rebatir que implica menos calorías que una freidora convencional y, tampoco, que hablamos de un electrodoméstico más económico que el horno tradicional.

Por eso, muchas veces la crítica a la freidora de aire viene más por su definición que por su uso. No hablamos en términos estrictos de una fritura, sino de un proceso de horneado, por lo que air fryer se queda algo lejos de la realidad.

Más allá de ello, antes de plantearnos la compra de una air fryer o freidora de aire habría que hacer un poco de caso al diablo y ver si realmente la necesitamos. Por ejemplo, si en nuestra casa solemos cocinar patatas fritas y le damos un uso intensivo a la freidora –o a la sartén para freír–, no te lo pienses y comprar una air fryer.

Aunque solo sea por lo que vas a ahorrar en aceite, la inversión merece la pena. Y si encima añades que vas a meter menos calorías a tu dieta, mejor que mejor. Pero todo poder también conlleva una gran responsabilidad.

No es que la air fryer vaya a ser Spiderman, pero hay tres cuestiones –al menos– que deberías tener en cuenta antes de comprar una. Y no, no pretendas que el vendedor que te las ofrece te las vaya a contar. Algunas son, de hecho, especialmente evidentes, pero me he topado en más de una ocasión con algún comentario de 'pensé que' o 'creí qué' y ya sabemos qué pasa con 'Don Penseque' y 'Don Creique'.

En este caso, yo sí tengo air fryer, sí la uso y sí la recomiendo como electrodoméstico de uso cotidiano en casa, especialmente para preparar hortalizas y verduras que de otro modo se hacen bola a algunos miembros del hogar. Más allá de eso, hay que darse cuenta de tres cosas y que, si no te han contado, te cuento yo ya.

  • 1º ¿Tienes espacio para meter una freidora de aire en la cocina?
  • 2º ¿Tienes donde enchufarla?
  • 3º ¿Has comprobado su capacidad?

Puede que alguien te cuente milongas sobre si las freidoras de aire son caras o no. En eso yo no voy a entrar porque dependerá mucho de tu presupuesto, pero ten en cuenta que va a depender de lo que quieras o puedas comprar. Igual que hay Ferraris, hay también utilitarios; pues lo mismo, pero en freidora de aire.

Aparte de eso. Hay gente que suele quejarse del ruido que hacen. Es verdad que generan más molestias sonoras que un horno o que una freidora, pero no me parece un argumento de no compra. Tampoco me parece un argumento de no compra el hecho de su limpieza.

Me parecen, con diferencia, mucho más fáciles de limpiar que un horno. No digamos ya que una freidora de aceite. Eso sí, conviene no ser guarretes y dedicar unos minutos a su limpieza tras cada uso.

Dicho lo cual, lo que nunca te van a decir sobre la freidora de aire y que para mí sí son argumentos de compra son los tres puntos que antes te conté.

  • 1º Si ya tienes la cocina a reventar y crees que ningún electrodoméstico es insustituible, puede que no tengas espacio para la freidora de aire.
  • 2º No es un cuestión menor. Se trata de que, cuando la uses, no tengas cables cruzando la cocina o alargadores mal repartidos. Conozco más de un tropiezo con electrodomésticos que no ha acabado bien.
  • 3º Céntrate en cuántos sois y cuánto uso pretendes dar a la freidora de aire. Comprar un modelo pequeño para una casa de seis es un error. Como también, si la vas a usar de forma residual, me parece un fallo comprar un modelo especialmente grande o potente si lo único que quieres son patatas fritas cada quince días.

Imágenes | iStock

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