La vida es una tómbola, casi tanto o más como los turnos de vacaciones en los trabajos. A partir de ahí, un encaje de bolillos para encontrar destinos turísticos donde medio mundo quiere ir en los meses de julio o agosto.
Es cierto que cada vez más se abre la mano a viajar en junio o septiembre, pero lo cierto es que el grueso de la población española coge las vacaciones en julio y agosto. Playa, montaña, ciudades, destinos históricos, pueblos… Las opciones son infinitas, pero no siempre acertadas.
Una vez en el destino llegan los llantos: hace mucho calor, hay mucha gente, es todo carísimo o no había manera de intentar comer en un restaurante normal se suman a la letanía de quejas que solemos arrastrar meses después.
No es la primera vez que vemos decepciones veraniegas, tal y como sucede en este ranking de las 10 ciudades turísticas más sobrevaloradas del mundo. Nosotros —o yo—, a título personal, no creo que existan ciudades sobrevaloradas hasta ese extremo.
Lo que sí existen son lugares, ciudades o rincones a los que nunca recomendaría ir en verano. Los motivos pueden ser más que variopintos, pero la realidad es que hay experiencias de viaje que pueden ser muy frustrantes en determinados momentos del año. Si decides ir, bajo tu responsabilidad y sabiendo que habrá complicaciones, masificaciones o temperaturas inherentes al verano que van a hacer el viaje menos amable.
Costa Brava
Acantilados, pueblos blancos, casitas de pescadores, gamba roja, calitas pequeñas… Casi todos los encantos fotográficos que la Costa Brava ofrece son también su espada de Damocles para que en verano sea un destino impracticable.
Va en gustos, evidentemente, aunque es un destino amable a nivel climatológico, pero localidades como Cadaqués, Tossa de Mar, Blanes, Calella, Begur o L'Escala son casi imposibles de disfrutar en julio y agosto por el turismo que absorben, tanto de Barcelona como de otras partes de España.
Santorini y Mykonos
Dos de las joyas de la corona del turismo griego y dos de los destinos más abarrotados del Mediterráneo —lo cual ya son palabras mayores—. Son bonitas, tienen mucha vida nocturna y playas más que apetecibles, además de proximidad con ciertos vestigios arqueológicos como Delos.
Sin embargo, son pequeñas, masificadas, con poca capacidad hotelera, poca posibilidad de utilizar vehículo y no son baratas. Cualquier isla turística en verano es una suerte de ratonera y en este par de casos no iban a ser menos.
Venecia
Es difícil encontrar un momento en el año en que Venecia no esté abarrotada, pero el verano es especialmente insufrible. Aunque tiene innegables encantos, la ciudad de los canales se ha convertido en un museo viviente donde todo es caro y exige hacer colas.
Si a eso le sumas un extra de gente y al tiempo que hace en Venecia en verano, donde hay que añadir a la humedad evidente un aumento de las temperaturas, las cuentas para hacer de Venecia un destino insufrible en julio y agosto son más que sencillas.
El Cairo
No es mucha gente la que suele decidir ir a Egipto en verano por razones obvias, pero las hay. Quizá no sea un destino tan masificado, además de tener la fortuna de poder cambiar de zonas dentro del país y así ir evitando ciertas colas de más.
No obstante, en cualquier momento del verano, El Cairo es —para un español— una ciudad durísima para hacer turismo. El idioma no acompaña, aunque es relativamente fácil manejarse en inglés, pero a las dificultades lingüísticas hay que sumar su tamaño, la imposibilidad de acceder con facilidad a ciertos monumentos y, sobre todo, un calor realmente asfixiante que hace que las horas útiles del día en la capital cairota sean más bien pocas.
Nueva York
La Ciudad que Nunca Duerme tiene bien merecida su fama y, a pesar de su enormidad, siempre va a tener la sensación de estar llena. Es parte de su encanto, pero también parte de los motivos por los que no recomendaríamos ir a Nueva York en verano.
Colas aún más kilómetricas —si queremos jugar al starter pack del turista— en el Empire State, en la Estatua de la Libertad o en Ellis Island son el pan nuestro de cada día en una ciudad que, además, tiene en el río Hudson al compañero perfecto para elevar la humedad de una ciudad donde respirar en verano no es especialmente fácil. Si se admiten sugerencias, Nueva York mejor en octubre o entre abril y mayo.
Bangkok
La capital tailandesa es un destino quizá no tan concurrido como algunas de las zonas costeras de este país del Sudeste asiático, pero la circunstancia se repite en buena parte de los turistas que acaban cayendo en ella: caótica, calurosa, sucia y no especialmente divertida.
Todas estas condiciones se repiten a lo largo del año, pero en verano se multiplican durante la estación húmeda y época de monzones que suele azotar esta parte de Asia entre mayo y octubre, que es cuando generalmente vamos a viajar. No hace tanto calor, pero la lluvia está más presente y es mucho más intensa, lo cual hace poco agradable la estancia.
París
Distancias kilométricas, muchísimo asfalto y colas igual de kilométricas para descubrir sus grandes atractivos hacen de París una ciudad imposible de visitar en verano. También es bastante calurosa para los estándares franceses, así que no es muy recomendable, menos aún cuando es la ciudad más visitada de Europa —con diferencia— con más de 30 millones de viajeros al año.
Por desgracia, París también da siempre la impresión de estar llena, lo cual es cierto, pero si queremos visitar el Museo del Louvre, la Torre Eiffel o subir al Arco del Triunfo —aparte de pagar una pasta— vamos a necesitar paciencia y tickets comprados de antemano. Como mejor temporada para descubrir la Ciudad de la Luz, de nuevo los meses de primavera o a finales de septiembre y primeros de octubre.
Ibiza y Formentera
Estacazos hoteleros, estacazos hosteleros y playas abarrotadas. Si pretendes ir a las partes más turísticas de Ibiza o Formentera en julio y agosto puedes ir teniendo claro que te va a costar todo por duplicado: plantar una toalla, aparcar —o conseguir— un coche o reservar en un restaurante.
Aunque en Ibiza hay ciertas zonas que se escapan —pocas y poco— a la masificación turística, en Formentera resulta una quimera, así que en ninguno de los dos casos nos parecen destinos recomendables para verano. De nuevo, como en otros casos, mayo y los primeros compases de junio serían la mejor época para recorrer ambas islas.
Roma
La Ciudad Eterna es tan eterna y majestuosa como sus propias colas y como su cada vez más abundante suciedad urbana. Puede que sea parte de su encanto, pero lo cierto es que Roma en verano es otra de esas ciudades ásperas que no recomendaríamos visitar porque es grande, es calurosa y está especialmente llena de visitantes.
El Panteón de Agripa, el Coliseo, los Museos Vaticanos, la Basílica de San Pedro o el Circo son algunos de sus grandes imanes, pero imanes para los casi 10 millones de turistas que la ciudad recibe anualmente.
Costa Azul
St. Tropez, Grimaud, Eze, Cannes, Niza, Antibes, Villefranche-sur-Mer, Ramatuelle, St Jean Cap Ferrat… Todos estos nombres se los conocen casi de corrido las personas que tienen intenciones de visitar la Costa Azul francesa y encantos no le faltan.
Lo que le sobra a la zona es turistas, pues la mayoría son poblaciones no demasiado grandes que no están preparadas para la avalancha de gente que aparece durante los meses de julio y agosto. Pueblos pequeños, muy turísticos —y muy pintorescos—, distancias cortas (aunque incómodas) y una oferta hotelera no muy asequible hacen que la Costa Azul sea otro destino evitable en verano. Las alternativas: acercarse más a la zona del Rosellón o intentar ir en primavera.
Países Bajos 1 (Guías de País Lonely Planet)
Ámsterdam
En Ámsterdam coinciden determinados estilos de turista que hacen que la ciudad no sea demasiado amable en ciertos sentidos. No es un destino familiar, como es evidente. Tampoco, más allá del Rijksmuseum, algunas iglesias y otros museos de menor calado que el Rijksmuseum, es un destino cultural por sí mismo para pasar varios días en ella.
Pequeña, gentrificada y contaminada por dos tipos de turismo que han hecho de la libre Ámsterdam famosa, la capital de los Países Bajos es, al menos, un destino relativamente fresco en verano. Tanto que puede ser hasta incómodo encontrarse con días de lluvia allí.
Imágenes | iStock
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