Lejos quedan los tiempos en que atravesar la puerta de un hotel para no dormir en él era una quimera. Poco a poco se ha ido perdiendo el miedo a esta barrera psicológica, que se difumina en nuestras mentes, para tentarnos desde las cocinas a redescubrir los paraísos gastronómicos que la hotelería guarda.
De ejemplos con estrella Michelin a cocina temática, pasando por más que competitivos restaurantes en los que no hay tanta alharaca, los hoteles de Madrid reivindican su presencia culinaria en el mapa de la capital. Capaces por igual de conquistar al huésped y al madrileño, sin dejar de lado su innegable presencia internacional, los fogones de los hoteles citan a los comensales que ya han vencido al prejuicio, descubriendo la sabrosa versión de estos referentes.
Restaurantes con estrella Michelin
En las grandes ciudades del mundo, los hoteles sirven de acomodo a restaurantes que aparecen en prestigiosas guías culinarias. Madrid no es una excepción y algunos de sus más ilustres locales encuentran el espacio ideal en los hoteles.
Las razones son diversas pero sobre todo les permiten tener un respaldo financiero detrás, aseguran un tráfico de clientes alto y se crean sinergias entre ambos que repercuten en ambos lados de la balanza.
Dos Cielos Madrid by Hermanos Torres
Después de convertir en estelar a su restaurante barcelonés, los hermanos Sergio y Javier Torres aterrizaron en el hotel Gran Meliá Palacio de los Duques, en pleno centro de Madrid. Aquí, con mimbres similares a lo que hacen en Barcelona, han logrado otro par de bordones Michelin.
Basado en lo que ellos llaman "cocina de recuerdos", ambos han apostado por reivindicar la relación entre el productor, el mercado y el chef, añadiendo toques familiares a muchas de sus recetas, que llevan el guiño a la abuela Catalina. Ejemplo de ello son los canelones, aunque no se dejan de lado platos más castizos, como los callos -de bacalao- o preparaciones de corte mediterráneo como el arroz meloso de pescados, salicornia, pulpo seco y coliflor.
Cuesta Santo Domingo, 5.
Cebo
Ubicado en la planta baja del hotel Urban, muy cerca del Congreso de los Diputados, se encuentra Cebo, un adictivo estrella Michelin que regenta Aurelio Morales, que es además el responsable del resto de propuestas del grupo Derby Hotels y que ha convertido este restaurante en un referente de la alta cocina en tan sólo tres años.
Apenas 20 comensales por servicio dan testimonio de la minuciosidad de esta cocina, sólo disponible en una opción, el menú degustación, que puede servirse con tres opciones distintas de maridajes. La experiencia consta de más de 20 pasos (incluyendo snacks), en los que Morales ha perfeccionado su técnica para que la cocina funcione de forma orquestada y que le hacen sonar con fuerza para la segunda estrella.
Carrera de San Jerónimo, 34.
Kabuki Wellington
El hermano 'pequeño' de Kabuki Presidente Carmona es la joya de la corona de los restaurantes de Ricardo Sanz, seguramente el cocinero que más ha hecho por trasladar lo mejor de Japón a España, gastronómicamente hablando. Abierto en 2007, no tardó mucho en alcanzar también el sello Michelin en un entorno de auténtico lujo.
Hoy, Kabuki Wellington no falta nunca en el top 3 de mejores restaurantes japoneses de Madrid, aunque el chef de oriental sólo tenga sus viajes. Las banderas del local son el sushi, el sashimi y el usuzukuri (un sashimi aún más fino, casi transparente) y otras delicatessen de cocina, como el erizo cuando está en temporada, uno de los productos preferidos del propio Ricardo.
Calle de Velázquez, 6.
Ramón Freixa Único
Una década cumple el barcelonés Ramón Freixa con su Único, su aventura de alta cocina en Madrid, que se abre desde el jardín del Hotel Único, en el selecto barrio de Salamanca. Una homonimia lógica, tanto para hotel como para chef, que ha traído en su maleta numerosas herencias familiares del mítico El Racó d’en Freixa, luego llamado Freixa Tradició, donde se educó gastronómicamente, y que cerró sus puertas en 2018.
En Madrid, Freixa apuesta por la misma cocina de orígenes que le nutrió en casa, más conceptualizada pero sin perder de vista el sabor. Ejemplos de 2019 son el ADN del Tomate, tras años de investigación, o el ya clásico canelón de asado de tres carnes con setas y microverduras, que se encuentran en la carta. También hay dos opciones de menú degustación (La experiencia, de 20 pasos, por 150 y El Homenaje: Gran RFXM, de 25, por 180). Incluye a su vez una opción sólo para los mediodías de entre semana, llamada El Petit Menú, con dos platos más postre, que sirven para hacerse una idea del Universo Freixa.
Calle de Claudio Coello, 67.
DiverXo
Para conocer la plenitud de la cocina de Dabiz Muñoz hay que atravesar las internacionales puertas del NH Collection Eurobuilding, un hotel que poco tiene que envidiar gastronómicamente a cualquier gran hotel del mundo, y al que veremos al menos otra vez en esta lista.
Con las tres estrellas -el único de Madrid que las tiene- en el zurrón desde 2013, DiverXo se mudó en 2014 al hotel, aunque Muñoz reconoce que esta propuesta tiene fecha de caducidad y que en 2024 llegará a su fin. Mientras tanto, aparcando los prejuicios, conviene intentar darse el capricho de disfrutar del menú de La cocina de los cerdos voladores (250 euros, más maridaje opcional de 150 más).
Tres horas de propuesta en un vuelo sin escalas que sale de Madrid para conocer Japón, Tailandia, Sudámerica, Europa o África, poniendo en boca del comensal una experiencia gastro de primerísimo nivel. Ejemplo de ello es el caviar asado en un horno tandoori con curry vindaloo y yogur griego o el erizo fresco y caviar cítrico con velo de regaliz, ajo negro y perfume de bergamota.
Calle de Padre Damián, 23.
Santceloni
Óscar Velasco en la cocina, Abel Valverde como jefe de sala y David Robledo como sumiller son tres de las bazas sobre las que se sustenta el éxito del biestrellado Santceloni. Abierto en 2001, el restaurante es un ejemplo de clasicismo bien entendido, tanto en el servicio como en la cocina, sentando cátedra desde la planta baja del hotel Hesperia Madrid.
La propuesta se puede disfrutar tanto a la carta, donde destacan platos como la lubina con gajos de tomate confitados o el jarrete de ternera, cocinado a baja temperatura, y único plato que permanece en la carta desde 2001. La otra opción es apostar por el menú degustación (185 euros y 14 pasos, más otros 125 euros si se quiere apostar por el maridaje). En este sentido, viendo el ticket medio de la carta, superior a los 120 euros, hacen del degustación una apuesta a caballo ganador. Eso sí, no conviene irse del restaurante sin darse el gustazo de su tabla de quesos o de darse un capricho con alguna de las más de 1.000 referencias de vinos.
Paseo de la Castellana, 57.
Restaurantes de precio alto
Cocina de autor y cocina creativa son dos de las bazas por las que suele apostar un hotel para posicionarse como una oferta completa dentro de una ciudad. Entender un hotel de lujo sin una propuesta de restauración que esté a la altura es prácticamente imposible, y menos aún en un mundo tan gastronomizado como el de hoy en día.
Por eso es frecuente que, como en el caso de los restaurantes con estrella Michelin, numerosos cocineros diseñen las cartas o actúen como chefs ejecutivos de algunos grandes hoteles, conscientes de la relevancia que para ambos ofrece este escaparate.
Etxeko
Aunque aún la estrella no haya caído en el 'jardín' de Martín Berasategui, pero viendo la presencia de este Midas de la gastronomía, lo más lógico es que no tarde demasiado en hacerlo. Más allá de cábalas sobre guías francesas, Etxeko es el regreso del donostiarra a Madrid y una buena forma de acercarse a la cocina del más galardonado de los chefs españoles.
Alojado en Bless Hotel Madrid, el chef donostiarra ha creado una carta en la que hay abundan platos creados ad hoc para Etxeko y, curiosamente, aún no hay menú degustación. En la propuesta se alternan así sabores clásicos, como pueden ser los de la txuleta de vaca vieja o los callos, con otras creaciones de índole más internacional como los tagliatelles melosos de calamar con camarones. Como guiños a Lasarte hay notas en los postres, como la torrija tibia de brioche.
Además, el chef firma el resto de propuestas gastronómicas de este hotel, punta de lanza del Grupo Palladium en la capital, por lo que las cartas de Versus (en el lounge) o Fetén (un bar clandestino) también están disponibles bajo el sello Berasategui.
Calle de Velázquez, 62.
Haroma
Mario Sandoval se ha encargado de dotar de personalidad propia a Haroma, el flamante restaurante de alta cocina del hotel Heritage, ofreciendo una carta en torno al producto, que sabe conquistar por igual al paladar internacional que acude al hotel (tiene el sello Relais & Châteaux) o al comensal español que cruza sus puertas.
Hay toques orientales, en forma de nigiri, que están presentes en la fase de los entrantes, en la que abunda el producto apenas tratado. Es el caso del caviar Osetra, del jamón ibérico o de algunas recetas que irradian madrileñismo, como la ensaladilla rusa (con ventresca de bonito).
Más allá de eso el mar también cobra fuerza, con varias menciones al atún rojo, o el curioso esturión en escabeche. El toque cárnico también se completa con clasicismo, gestado en fondos repletos de sabor, como en la suprema de pichón con su estofado o un clásico de Mario, como el cochinillo, que en Haroma se confita sobre una terrina de vegetales.
Calle de Diego de León, 43.
Goizeko Wellington
Posiblemente Goizeko Wellington sea la mejor forma de comprender toda la magnitud de la cocina vasca en un mismo local. Compartiendo plaza con Kabuki, este clásico madrileño es un referente de lo que tradicionalmente se ha conocido como "mesa del poder", albergando entre sus salones a políticos, empresarios y representantes de la alta sociedad.
Su imán para todos ellos, más allá de la calma, una impresionante cocina en la que el producto reina sobre todas las cosas. De ahí que su bacalao tenga justa fama (en especial el Club Ranero), así como la merluza frita o los txipirones.
También presumen de tener buena trufa cuando es temporada -ahora toca la blanca de Alba- y de ofrecer junto a la carta (con un ticket medio de entre 45 y 50 euros) dos propuestas de menú degustación en torno a los 70 euros, que son una buena forma de comprender lo que Goizeko significa. Un clásico atemporal regentado por Jesús Santos y el chef Abel Martellotti que nunca falla.
Calle de Villanueva, 34.
El Jardín de Orfila
De nuevo, Mario Sandoval aparece en la lista, esta vez con un coqueto restaurante en un hotel boutique, el Orfila -también con sello Relais & Châteaux- a espaldas de la acera izquierda del Paseo de la Castellana. La carta guarda cierto parecido con la de Haroma, representando fielmente los valores gastronómicos sobre los que se construye la cocina de Sandoval, haciendo de la materia prima de alta calidad, suavemente tratada, su valor de ser.
Más allá del menú degustación (muy competitivo, por 72 euros y siete pasos), está la carta y un menú ejecutivo, sólo disponible durante los mediodías, de cuatro platos y que está en una franja bastante asequible de 40 euros, un lujo con acento Michelin en un ambiente exclusivo y por un precio que podría parecer irrisorio viendo la propuesta.
Calle de Orfila, 6.
Rib Casa de la Carnicería
El debut gastronómico del grupo Pestana en Madrid viene cargado de carne. El restaurante Rib Casa de la Carnicería, alojado en el hotel Pestana Plaza Mayor, es el primer envite con el que la cadena portuguesa llega a la capital.
Su carta está cuajada de carnes, que van de cortes clásicos como el solomillo o el entrecot hasta tentaciones más salvajes como el tomahawk (en la imagen), superior al kilo. Aunque la brasa es la protagonista, también hay opciones más pausadas como el chupa-chups de costilla (costilla de vaca vieja asada a baja temperatura) o la carrillera estofada.
Para los que no apuesten por la carne, el restaurante siempre tiene un par de ofertas de pescados del día y algunas opciones vegetales como el chuletón rosa o la lasaña de verduras. Todo ello enmarcado en una terraza idílica, en el corazón de Madrid pero sin escuchar sus palpitantes latidos.
Aduana Gran Mélia Fénix
Desde uno de los edificios más emblemáticos de la Plaza de Colón se abre la terraza del restaurante Aduana, en la séptima planta del Gran Meliá Fénix. Fiel a su nombre, Aduana reivindica una cocina viajera en la que el lujo del producto es capaz de encontrarse de muy diferentes formas.
Así coexisten las ostras y el caviar con hamburguesas -como la de kobe y queso gruyere- o la pularda rellena de gambas, acompañada de arroz salvaje, en la que las reminiscencias asiáticas están más que presentes. Aunque si un plato se ha convertido en icono del restaurantes es el txangurro a la donostiarra, que llega a la mesa en su caparazón, emulsionado con soja y fruta de la pasión.
La propuesta viajera no acaba con los postres, como es el cheesecake o un retorno a lo castizo, a base de torrija caramelizada. Todo ello en un ticket medio que ronda los 50 euros, lo cual es bastante razonable si apostamos por la terraza de este cinco estrellas repleto de tradición.
Calle Imperial, 8.
Glass Mar
El desembarco de Ángel León en Madrid se produjo en 2017, cuando acudió a la llamada del Hotel Urban (del que te hemos hablado más arriba) para trasladar parte de su cocina marina y marinera a la capital. Aunque las costas no sean precisamente la gran virtud de Madrid, León adaptó parte de sus creaciones para darles un toque más divertido y urbanita, apostando por una mezcla entre barra y bar, alejado de las pretensiones de un restaurante al uso.
El resultado es una combinación en la que el mar sigue siendo protagonista -incluido el plancton-, que en este Glass Mar se puede descubrir en platos como el arroz meloso, la tortilla vaga con gambas (en la foto) o cortes del ronqueo del atún como la ventresca o los callos.
A su vez, otro icono de Aponiente y Alevante, como los embutidos marinos, traslada al comensal aunque sea por unos minutos a las costas de Cádiz, lejos también de los tickets medios de sus restaurantes con estrella, ya que en Glass Mar la comanda por persona no suele irse por encima de los 40 euros.
Carrera de San Jerónimo, 34.
Restaurantes de ticket medio asequible
Lejos de los focos que proyectan las estrellas Michelin y de los tickets abultados por los menús degustación hay muchos otros restaurantes de hotel que conviven dentro de la ciudad.
Propuestas vegetarianas, grandes vistas, cocinas eclécticas con gran variedad de influencias o la siempre segura apuesta del picoteo y las tapas son también buenos reclamos con los que poner el broche gastronómico a un día por Madrid.
Lobo 8
En el Gran Hotel Inglés, en pleno barrio de las Letras, se descubre un aullido culinario que lleva dando mucha guerra gastronómica en la capital desde su apertura. Abierto en su planta baja, en la que también está la coctelería (LobbyTo), la propuesta internacionalista de la carta se ha renovado recientemente de cara al frío.
En ella se destacan los guisos y asados a baja temperatura, que en muchos casos coquetean con aromas de otras latitudes, como es el caso del jarrete de cordero con curry y papaya o la aleta de raya, guisada al carbón. De corte muy global pero centrándose en el producto, Lobo 8 pretende ser una alternativa en el centro de Madrid en el que el huésped y el transeúnte coexistan en torno al sabor.
Calle de Echegaray, 8.
Calle de Hermosilla, 2.
Tablafina
El NH Nacional, en la Milla de Oro del arte madrileño, se descubre Tablafina, la ecléctica oferta para turistas y nativos que NH pone en valor para alcanzar públicos muy diversos en torno a un lenguaje común: la buena mesa.
Así conviven productos de la tierra, sobre todo quesos, conservas de nivel y embutidos (incluyendo jamones ibéricos de las cuatro denominaciones de origen) y que son el primer paso de una aventura en la que reina la llamada fingerfood.
Ya con el tenedor en la mano, platos muy madrileños como las patatas bravas o los callos entroncan con la tortilla de patata y una apuesta de bocadillos de corte internacional, desde el pulled pork hasta la focaccia, donde es imposible sentirse extranjero. Todo ello por un ticket medio ajustado, alrededor de los 30 euros.
Paseo del Prado, 48
Trotamundos
La planta baja del Only You Hotel Atocha es de todo menos aburrida. Fieles a su espíritu innovador, Only You ha apostado por hacer de los lobbies de hotel espacios llenos de vida y el de Atocha es un buen ejemplo de ello.
Además del córner de pastelería de Mama Framboise y de una barbería de Malditos Bastardos, parte de esta planta se abre con el restaurante Trotamundos, que ofrece una carta ecléctica, en la que hay opciones para el que no tiene tiempo y para el que dispone de toda la tarde, ideal para compartir pero también para darse grandes homenajes.
Hay guiños internacionales, como la hamburguesa texmex de pollo con mayonesa de jalapeños o el sándwich de langosta, perfectos para los que busquen sabores distintos, pero también referencias patrias, sobre todo enfocadas al público cosmopolita del hotel. Es el caso de las croquetas, de las bombas rellenas de rabo de toro o de las peculiares gyozas de ropa vieja, que reúnen lo mejor de ambos mundos.
Paseo Infanta Isabel, 13.
Hielo y Carbón
Una de las grandes ventajas que aseguran los restaurantes de hotel es un horario de apertura bastante amplio. Esa razón se manifiesta también en Hielo y Carbón, la principal baza culinaria del hotel Hyatt Centric Gran Vía, que abre sus ventanales sobre una de las arterias principales de la ciudad, haciendo de los peatones y los coches una suerte de figurantes que se descubren ante la vista del comensal.,
Fiel a su nombre, en la carta del restaurante se encuentran numerosos ejemplos de brasa, como el pulpo, el asado de tira o el entrecot. Salpicada también de opciones internacionales pero consciente de su ubicación, el chef Pablo Bernal también apuesta por crear una especie de embajada culinaria, por lo que no faltan platos muy españoles como la fideuá, los huevos rotos o el bacalao al pilpil.
Si uno busca algo que trascienda nuestras fronteras, una buena opción es la ensalada de quinoa, el ceviche de Rosa Merino o el arroz meloso con lomo salteado. Además, el ticket medio oscila en los 35 euros, por lo que es un acierto seguro antiestacazos para los que estén por el centro.
Calle de Gran Vía, 31.
Gran Clavel
La esquina que marca Gran Vía con la calle Clavel le sirve a Iberostar Las Letras para bautizar la propuesta castiza de este esquinazo en el que la historia de Madrid se cita. A través de amplias cristaleras, de esas que convierten la ciudad en una panorámica, se convierte el momento del aperitivo o la comida en una cinemascope viviente, mientras Madrid se arrebola en sus aceras repletas y en sus bulliciosos asfaltos.
A todo ello le pone paz este local, que se divide entre vermutería -para los que tengan poco tiempo o ganas de aperitivo- y la casa de comidas, que postula al menú del día como protagonista en cuatro primeros y cuatro segundos, donde no suelen faltar los callos, las judías o las patatas guisadas.
Además, si la nostalgia del cocido te invade y no estás por la labor de pasar el domingo en la cocina, los fines de semana siempre se oferta aquí el más madrileño de los platos, en tres vuelcos, como manda la tradición, con lo que resolver una buena comida en un buen ambiente.
Calle de Gran Vía, 11.
Somos Garra
También domina Gran Vía, aunque desde el otro extremo, donde confluyen Plaza España y Princesa, como si de un francotirador se tratara, este Somos, que abre desde su altura en el segundo piso las vistas sobre este epicentro siempre populoso de la capital.
Fiel al estilo que Barceló persigue, repleto de esencias españolas y algún gesto hacia la galería, la carta de Somos obedece a esos mismos valores que harán la boca agua de un estadounidense, un oriental o un conquense. Hay tataki y hay satay pero la comanda la presiden los sabores españoles que conquistan el mundo, como es el costillar de cordero con salsa de tomillo, entrantes canónicos como croquetas y buñuelos -muy elegantes estos últimos- o arroces y pescados, siendo más que recomendable el rape en salsa de suquet. Y todo ello mientras Madrid desfila ante tus ojos.
Torre de Madrid, Hotel Barceló, Plaza de España, 18.
Flora Fina
Israel Peralta es el ejecutor de la propuesta saludable de Flora Fina, el restaurante del hotel ICON Embassy, que desde su ubicación en el barrio de Salamanca ofrece una cocina healthy en la que mandan las verduras y que es apto para veganos y también para omnívoros o vegetarianos.
En el primer apartado destacan los nuggets con salsa romescu, muy sorprendentes y que demostrarán a más de uno que lo vegano está cargado de sabor. Apta para dippear, la carta también tiene referencias como patés vegetales -en los que se incluye un muy buen hummus-, que no debe perderse de vista.
En lo animal también hay opciones, además ecológicas, como los dados de pollo con curry o el crujiente de lubina con verduritas. Perfecto para los que quieran cuidarse y busquen un hotel donde todas las opciones gastro estén contempladas.
Calle de Serrano, 46.
The Captain
No todas las propuestas gastronómicas de Jorge Juan tienen por qué significar hacer cola o pagar la zona. The Captain, dentro del hotel ICON Wipton, es un ejemplo de comer bien, apostar por una cocina de aires internacionales y no dejarse la cartera en el intento.
La carta se compone de alrededor de una veintena de platos, que juega con el equilibrio de entrantes y principales, manteniendo un sutil juego de poder entre lo vegetal y lo animal, alternando preparaciones a priori sencillas pero muy sabrosas. Ejemplo de ello son los espárragos trigueros y calabacín a la brasa o el tartar de salmón curado.
Sin embargo, la gran baza es mancharse las manos con uno de sus tres recetones a la americana como el perrito caliente -de los mejores de Madrid-, el sándwich club o la hamburguesa, que eleva ésta a un peldaño superior.
Calle de Jorge Juan, 17.
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