Durante dos semanas, la capital de la Ribera se llena de conciertos, talleres, pasacalles, actividades y degustaciones con las hortalizas como protagonistas
Pueblos como Ablitas, Cascante, Corella, Cortes, Monteaguado o Villafranca también aparecen en el plan
La Ribera Navarra se convierte cada primavera en un estallido, huerta mediante, que premia el duro trabajo de los agricultores durante todo el año. Ciudades como Tudela, la segunda más poblada de la Comunidad Foral, actúan como epicentro de un boom verde en el que la gastronomía más saludable se cita.
Embajadores no faltan. Espárragos, alcachofas, guisantes, judías verdes, cogollos, brócoli, habas, pimientos… Los protagonistas del idilio culinario que la Ribera Navarra mantienen desde primeros del mes de abril, en esta zona que limita con La Rioja y con Aragón, son los testigos de un vergel al que merece la pena mucho acercarse.
Vale cualquier momento del año, evidentemente, pues las verduras de invierno también marcan el compás. No pensar en el cardo y en la borraja resulta casi un pecado, pero es la consagración de la primavera la que cita al comensal y al viajero con una forma sana y sabrosa de disfrutar del turismo.
Aunque geográficamente son varias las comarcas y merindades que forman parte de la Ribera Navarra, hoy nos quedamos en Tudela, eje vertebrador, a pie del Ebro, y los municipios que la secundan (imposible no pensar en localidades como Arguedas, Buñuel, Castejón, Fustiñana, Monteagudo o Villafranca) en esta zona de la Ribera Navarra.
Aquí se celebra desde el año 1994 la conocida como Fiesta de las Verduras, que desde mediados de abril hasta primeros de mayo llena las calles de Tudela y los pueblos cercanos de música, eventos gastronómicos, exposiciones, juegos infantiles e historia. Un plan todoterreno para amigos, parejas y familias que tiene una mesa verde y saludable como protagonista y donde 48 horas en la Ribera Navarra dan para mucho.
Día 1: Tudela
Capital de la Ribera de Navarra y protagonista de la Merindad de Tudela, la ciudad es el gran polo de atracción de la zona, tanto a nivel turístico como económico. Con una historia que empieza a coger vigor a partir de la conquista musulmana, Tudela luego sigue emergiendo en la Reconquista como uno de los centros neurálgicos del reino de Navarra.
Por eso, su arquitectura está cuajada de ermitas, iglesias y casas palaciegas, pero también –y esto no lo conoce tanta gente– fue uno de los mejores ejemplos de convivencia de las culturas cristiana, judaica y musulmana, siendo hoy una de las ciudades de España inscritas en la Red de Juderías. Durante cuatro siglos, las tres culturas convivieron en las calles de Tudela.
Además, Tudela es el hogar de una buena colección de restaurantes –algunos referenciados en la guía Michelin y en la guía Repsol– que han hecho de las verduras su valor diferencial. Con una oferta hotelera amplia, así como casas rurales, Tudela es además un punto de encuentro bien conectado por norte, sur, este y oeste. De hecho, parte de su atractivo está en la equidistancia a ciudades como Zaragoza, Logroño o Soria
Mañana: La Tudela histórica
El centro de Tudela clama desde la Plaza de los Fueros con la omnipresencia de la catedral, erigida en estilo tardorrománico, aunque se irían sucediendo añadidos durante los siglos posteriores. No es el único ejemplo que se encuentra de los primeros compases del siglo XII, cuando las tropas cristianas ya conquistan decisivamente la ciudad, pues la cercana Iglesia de la Magdalena también se inspira en los mismos patrones.
Con un trayecto calmado y plano, Tudela se puede ir descubriendo a través de los siglos y sus iglesias, como también los conventos. La iglesia y convento de las Dominicas o la Iglesia de la Compañía de María son buenos ejemplos de la construcción religiosa en la ciudad a lo largo de los siglos, especialmente dotada de elementos barrocos y neoclásicos.
No menos relevante es el patrimonio civil, siendo Tudela una ciudad marcada por la presencia de casas nobiliarias, de las que hoy son testimonio mudo las edificaciones renacentistas como la que espera en el Palacio del Marqués de San Adrián o la Casa del Almirante.
Comida: Treintaitrés
Tres generaciones de hosteleros avalan a la profesionalidad de la familia Gil, en el centro de Tudela con este Treintaitrés. Abierto en 1952, es actualmente Ricardo Gil el que lleva las riendas de este restaurante familiar que ha ido evolucionando hacia una cocina más técnica en la que el producto siempre es reconocible.
Como es de esperar, la verdura marca el paso de una cocina identitaria y muy fresca. De aquí no deberíamos irnos sin probar la menestra de verduras de temporada, como tampoco hay que irse sin probar la corona de alcachofas fritas o los espárragos blancos cocidos.
Aparte de eso, otro hito del restaurante es la patata a la importancia –en forma de patata duquesa– con borraja, que es otro de los grandes referentes de una carta muy disfrutona y muy sabrosa, ideal para ocasiones especiales.
Tarde: Barroco en estado puro
Aunque Tudela da por sí sola para recorrerse las 48 horas, también coger el coche y acercarse a algunos de los pueblos cercanos para descubrir los alrededores es un plan perfecto, especialmente en primavera. Siguiendo el recorrido artístico, hay varios puntos que no conviene perder de vista en la Ribera navarra, valiéndonos de un buen puñado de lugares con historia y edificios singulares.
Al norte, a apenas 18 kilómetros de Tudela, encontramos Corella, conocida como la Ciudad del Barroco en Navarra. Casas solariegas, palacios y conventos se citan en una ciudad que hizo del ladrillo su razón de ser artística y que veremos en buena parte de su arquitectura.
Aquí no debes perderte la plaza de los Fueros, que domina la monumental iglesia del Rosario (el retablo, muy barroco, es uno de los mejor conservados de toda Navarra) o la casa de los Virto de Vera. Ya fuera de allí, la Casa Museo Arrese es otro de los grandes encantos de Corella.
De nuevo con el coche en marcha, también podemos buscar otros refugios en la Ribera Navarra como Cascante, cuyo gran aliciente turístico es la Basílica de Nuestra Señora del Romero. Erigida en una colina a las afueras de la localidad, la basílica es uno de los grandes ejemplos del barroco navarro y su arquería, diseñada para proteger del tiempo a los feligreses y que conecta el templo con la ciudad, es una auténtica pasada.
Cena: Remigio
Otro de los templos verdes de Tudela, en pleno centro de la ciudad, y que rinde tributo a las verduras con una oferta de menús degustación –entre otros menús– donde la huerta es la protagonista.
Distribuido, en función de la época del año, en tres estilos, el hotel y restaurante Remigio oferta cocina de temporada donde es el campo el que marca el paso. En este sentido, de diciembre a marzo elaboran con verduras de invierno el que denominan menú de invierno.
Al de primavera, bautizado como menú del esplendor, le secundan ajetes, habas, guisantes, espárragos o alcachofas, que luego se cierra de verano a otoño con el menú del envero donde tomates, pochas, calabacines o judías brillan.
Día 2: Bodega y trujales
Puede que los campos de la Ribera Navarra resplandezcan con sus hortalizas, pero también hay otros planes curiosos en los que el enoturismo y el oleoturismo se citan a ambos lados del Ebro. Para los amantes del vino y para aquellos que quieran conocer más sobre el mundo del aceite aparecen dos alternativas que podríamos pensar inusuales para la zona, pero nada más lejos de la realidad.
Mañana: entre viñas y olivares
No son muchas las almazaras españolas que reciban visitas y menos aún las que hagan oleoturismo, pero Hacienda Queiles, en el municipio de Monteagudo, no es una almazara más. Presente dentro de la asociación de Grandes Pagos del Olivar (de la que fue fundadora), que reúne a algunos de los mejores aceites de oliva virgen extra de España, Hacienda Queiles es además pionera en hacer oleoturismo.
Sus instalaciones, modernas y acondicionadas para hacer aceite de alta calidad, también son perfectas para conocer de primera mano cómo se produce el 'oro líquido' y para hacer catas para que no nos den gato por liebre con el aceite de oliva virgen extra.
Si nos queda hueco para un ratito más de devoción olivarera, no lejos de Tudela podemos encontrar el trujal Artajo, otra de las almazaras de referencia de Navarra, famosa por hacer aceites de oliva virgen extra de mucha calidad. Entre sus planes de oleoturismo, además de catas de producto y visitas –guiadas y con audioguía– a sus olivares, también encontramos un plan de aperitivo con un picnic en pleno olivar.
La segunda parada espera en Ablitas, un pueblo que limita con Aragón y Soria, donde la bodega Pago de Cirsus tiene el honor de representar una singularidad vitivinícola con Finca Bolandín. A modo de château francés, con la producción integrada y ocupándose de todos los procesos del vino en la propia finca, Pago de Cirsus es uno de los mejores ejemplos del concepto vino de pago.
Hacen enoturismo, incluyendo hotel y restaurante, y mantienen un servicio de visitas guiadas –con reserva previa– para conocer el viñedo, la bodega y hacer diferentes tipos de catas, más o menos prémium, e introducción al vino. Un plan muy ameno y accesible que se puede reservar desde su propia página web.
Comida: Pago de Cirsus
Aprovechar la coyuntura de la zona es una buena opción para comer en Pago de Cirsus, incluso aunque no se haya visitado la bodega. El restaurante está comandado gastronómicamente por el chef navarro Pedro Larumbe, que ha diseñado la oferta tanto de la propuesta más formal como de la terraza, perfecta para el verano y picotear por la mañana como aperitivo o por la tarde.
Los menús del restaurante, cerrados, se basan en producto local y se ofertan en tres alternativas (de cuatro, seis y ocho pases) distintas entre los 62 euros y los 85 euros, incluyendo distintos maridajes con vinos de Finca Bolandín, que se pueden ampliar con otros vinos del resto de Navarra o de Ribera del Duero.
Tarde: los pasos de Bécquer y una Ribera activa
El broche a estas 48 horas en la Ribera navarra se puede poner en Fitero, un coqueto pueblo que es famoso por sus aguas termales y su balneario, pero también por el Monasterio de Santa María la Real. Levantado en el siglo XIII y perfectamente visitable, se trata de uno de los máximos exponentes de la arquitectura cisterciense en España. Compuesto de iglesia, claustro y biblioteca, el monasterio es una joya arquitectónica imprescindible en la visita.
También en el pueblo se encuentra el complejo de Baños de Fitero, cuyas aguas termales llevan siendo famosas siglos y que ha tenido a visitantes tan ilustres como el general Juan de Palafox o al poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Perfecto para alojarse y para aprovechar el termalismo, los Baños de Fitero también son una buena alternativa de alojamiento para clientes que busquen la calma.
Contraste que se puede hacer, también en el pueblo, para los amantes del turismo activo a través del Circuito de las Roscas, un singular recorrido circular muy accesible y de apenas ocho kilómetros de longitud que recorre la zona –se puede hacer en bici fácilmente– y que ofrece la singularidad geológica local, las conocidas como 'roscas', marcadas por la erosión y que han generado un paisaje singular.
Imágenes | Ayuntamiento de Tudela / Turismo de Navarra / Ayuntamiento de Corella / Ayuntamiento de Fitero / Pago de Cirsus / Restaurante Treintaitrés / Restaurante Remigio
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