La iglesia más curiosa de Madrid está al pie de la M-30, entre una catacumba y un túnel

La fe mueve montañas y la necesidad, a veces, también puede hacer que se acaben construyendo iglesias o capillas en lugares del todo insospechados. A pesar de que en la ciudad de Madrid hay decenas de iglesias –84, ni más ni menos–, solo superada por Sevilla (con 126 iglesias), una de las más insólitas puede pasar del todo desapercibida a la mayoría de los visitantes.

Lógicamente, pues no siempre vamos a encontrar una capilla al pie de la M30, tal y como sucede con la denominada Capilla de Santo Domingo de la Calzada o, como popularmente se la conoce, como capilla del Puente.

Situada en el distrito de Fuencarral - El Pardo, en la zona de Puerta de Hierro, esta capilla con casi cinco décadas de historia es toda una singularidad matritense, tanto por su construcción como por su emplazamiento, aprovechando uno de los vanos del puente que la cubre.

Ubicada en los cruces de la Avenida de Fuentelarreyna con la calle Arroyofresno, la capilla del Puente tiene una historia bastante reciente en la que, una vez más, se hizo de la necesidad virtud.

Debido al aumento poblacional de la zona en la década de 1970, la imposibilidad de acometer una obra mayor para dotar a la zona de una iglesia de más capacidad obligó a esta tarea de aprovechamiento, recurriendo a un espacio provisional, que no era ni más ni menos que el vano del puente que entrecruza la M30.

Primera sede de la Parroquia del Bautismo del Señor, la capilla se construyó y consagró en el año 1977, siendo durante varios años la sede provisional de esta parroquia que, una vez construida la iglesia (en la calle de los Gavilanes), pasó de nuevo a ser la capilla de Santo Domingo de la Calzada, pues los propios feligreses demandaron que la insólita capilla mantuviera su uso religioso.

Ahora lo sigue manteniendo, aunque en 2011 hubo de ser reformada porque el uso de la M30 había supuesto problemas de filtraciones y humedades en la capilla. De esta manera, la remodelación incluyó una nueva cubierta interior que posibilita el drenaje de aguas y su posterior canalización.

Aprovechando así la construcción inicial, la capilla se puede decir que no se construyó tal y como conocemos, pues se aprovechó el túnel que formaba el ojo del puente, un espacio de unos 35 metros de largo que se consolida con un cañón de medio punto con 4,5 metros de radio.

Sobria en su construcción y de aspecto brutalista, la capilla inicial se remató con mampostería de ladrillo enlucido, vidrieras abstractas y una solera de terrazo, dejando exteriormente el hormigón visto y pintado.

Debida a la poca luz natural que la capilla recibe, la impresión que traslada es la de una catacumba. Además, cuenta con otra curiosidad, pues se puede acceder por las dos caras del túnel, razón por la que el altar de la iglesia está en el centro de la capilla y no en una pared, como suele ser habitual.

Imágenes | Emesa

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