Abierto desde 1962, el Bar Carlos y Eduardo combina buena parte de tradición a la que añade la imaginación de Carlos Trujillo y un menú omakase
Carlos Trujillo García disfruta cuando algún cliente le dice que le ponga lo que él quiera. Ahí es donde más a gusto está en la cocina del Bar Carlos y Eduardo, fundado por su abuelo en 1962 en el Mercado de Abastos de La Línea de la Concepción. Las obras de remodelación de ese mercado, han obligado al traslado del bar y de todos los puestos, por lo que ahora están ubicados en la Avenida 20 de Abril, a escasos metros de la verja que separa la ciudad linense de Gibraltar.
Carlos iba para futbolista, llegando a jugar en los juveniles del Cádiz CF. Pero entre partido y partido, no le quitaba ojo a lo que su madre y su tío hacían en los fogones del bar. A su abuelo lo conoció poco, pero sí que tiene bien aprendidas todas las anécdotas que cuentan de él en este bar tan familiar. Allí trabajaban sus padres y sus tíos. Uno de ellos, Eduardo, es responsable de la segunda parte del nombre del establecimiento.
Recuerda que él empezó a ir al bar «con poco más de 12 o 13 años, para fregar platos y ganarme las 200 pesetas para ir al cine. Trabajaba los veranos, pero ya llego un momento en el que entré de lleno, con 20 años. Mi tío Eduardo, que era el cocinero, tuvo un problema de salud y se tuvo que jubilar. Aprendí mucho de él, porque siempre estaba atento a ver lo que él hacía. En ese aspecto, siempre he sido muy largo».
A cargo de la cocina
Aunque él estaba habituado a ser camarero, alguien tenía que hacerse responsable de la cocina, y asumió esa responsabilidad, aprendiendo «a base de tirar muchas ollas a la basura», comenta ahora entre risas. Aún así, el peso en la cocina era demasiado, por lo que requirió la ayuda de su madre, Mari Ángeles, y sus hermanas, Sara y Mari Ángeles. Así estaban los cinco de la familia juntos. Ya con la pandemia y el traslado del Bar Carlos y Eduardo en noviembre de 2021, Carlos es quien lleva casi todo el peso del local, con su padre jubilado.
Si de algo presume Carlos en su bar, es que el producto es auténtico kilómetro cero. «Siempre hemos estado en el mercado, y cuando necesitamos pescado o carne, sólo tenemos que pedirlo a los puestos de al lado. Y eso es algo que ven los clientes. De hecho, el pescado frito es uno de los productos que más nos piden».
A pesar de haber cambiado en varios aspectos, en lo gastronómico mantienen el tapeo que les ha dado fama toda la vida, durante más de seis décadas ya. Carlos sí que aporta un toque más actual a la cocina del Bar Carlos y Eduardo, guiado por su gran inquietud. Enamorado del atún, improvisa constantemente con este y otros productos, con lo que resulta muy complicado aburrirse de la carta.
El Bar Carlos y Eduardo es uno de esos establecimientos de siempre, sin ninguna pretensión, más allá de que la gente disfrute comiendo. «Yo tengo base de la tradición que aprendí junto a mi tío y mi madre, como los pucheros o la moruna. Pero necesito evolucionar para crecer. Estoy siempre inventando, dando vueltas a la cabeza, porque si no, me aburro. También tengo mucho contacto con la Escuela de Hostelería de San Roque».
El cruapán
El atún lo usa en una de sus tapas más solicitadas, como es el cruapán. Es una tosta de pan cruasán que mete en el grill para darle el crujiente. Con trufa natural de Alonso, hace un pesto de trufa y una mayonesa, mientras que el atún lo marina con soja y aceite de trufa, hojas de albahaca y tomate seco.
Además, el Bar Carlos y Eduardo mantiene, de lunes a viernes, un menú degustación con diez platos de atún al precio de 60€. Y lo hace al estilo omakase. Depende de lo que ese día tenga, y de lo que su imaginación decida, prepara uno u otros platos.
Carlos también le da su toque a platos de siempre, como la pata de pulpo, o el brioche con gamba en tempura y aji amarillo. «Hacemos otro con carrillada, mayonesa de trufa y parmesano, y otro con pollo, mayonesa de siracha y cebollita crujiente».
Tampoco falta nunca uno de los inventos de su tío, como es la piruleta de langostino con queso Philadelphia que va empanado, a la que se añade mermelada de tomate. «De estas piruletas, siempre hay que tener, porque las piden muchísimo».
Pero lo mejor para descubrir los sabores del Bar Carlos y Eduardo es ir y permitir que Carlos y su equipo les aconseje. Tiene horario de mercado, así que sólo abre para desayunos y almuerzos, cerrando sábados por la tarde y domingo completo.
Bar Carlos y Eduardo
- Dónde: Av. Veinte de Abril. La Línea de la Concepción (Cádiz)
- Precio medio: 2o euros de tapas. 60 euros el menú omakase.
- Reservas: 617 04 11 55
- Horarios: cierra sábados por la tarda y domingos.
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