Existe cierta nostalgia en cómo se comía en los bares allá por los años 80, cuando los extractores de humo eran solamente una promesa en medio de la cocina, y los rebozados, avinagrados y mayonesas iban y venían sin miramiento.
Ahora uno de los restaurantes de la población barcelonesa de Terrassa con más trayectoria, El Buen Gusto, se ha propuesta recuperar aquel ajetreo y, sobre todo, aquella propuesta sin complejos, que se basaba en recetas de toda la vida, mayoritariamente extintas, y sin las sofisticaciones asiáticas y latinas que hoy en día llenan las cartas de nuestros bares.
Este establecimiento, inaugurado en 1952 en la calle Alcoi de Terrassa y regentado por por el cocinero Artur Martínez (que tiene en Barcelona Aürt, con una estrella Michelin) se propone recuperar la cultura de bar de los años 80, según ha explicado el mismo chef en redes sociales.
“En 1952, en un descampado y a pico y pala, Juan e Isabel fundaron El Buen Gusto, un sencillo bar en el que servían vinos, cerveza y platillos tradicionales”, explica la empresa, que quiere rendir homenaje a los sabores y sensaciones de antes.
Convertirse en el punto de encuentro de nostálgicos del vermuteo y del tapeo tradicional es el nuevo cometido de El Buen Gusto. Precisamente, Martínez imagina este momento con los platillos caseros regados con vinos, vermuts y cañas.
“Es un homenaje ala cocina de los pequeños establecimientos tradicionales que tanto escasean donde vivo y que tanto me gustan”, dice el chef, que recupera recetas ancestrales en desuso o con poca presencia en la oferta actual.
Tapas de bareto
El establecimiento tiene como horario de apertura de miércoles a domingo, con “tapas de bareto de siempre hechas como nunca”, en un formato informal y auténtico y en homenaje a las “sensaciones de antes”, explica.
Hace cuatro años Martínez decidió recuperar lo que había sido e el negocio familiar y convertirlo en una especie de museo de estos casi 70 años de historia.
Fue en el año 2000 cuando el bar adoptó el concepto de tasca gastronómica con tapas tradicionales, cerveza y vino, así como una tienda de comida para llevar, sobre todo pollos a l'ast y croquetas.
A partir de este 2024, la apuesta es potenciar el negocio de la tasca junto a los cocineros Ro Quijano y Raul Navarro. El concepto estará dedicado “a las alucinantes elaboraciones” que forman parte de su historia y que están en peligro de extinción.
La oferta incluye terrinas, salpicones, huevos rellenos, croquetas, bonito, caballa y boquerones, siempre en base a recetas tradicionales. “Un homenaje a la música y a la amistad, donde servimos maravillosos vinos de amigos”, sostiene el cocinero.
Esta nueva versión del establecimiento es un punto de encuentro “genuino y desenfadado dónde será obligatorio dejar la amargura chunga en la alfombra”. “Aquí solo serviremos buena amargura. La de la cerveza, el vermut o la escarola. Un lugar sincero y sencillo”, explica.
No es un lugar para instagrammers
Por ello, no hay cabida para “el postureo, ni las pijadas ni los malabares”, y “donde las fotos para Insta saldrán mal”, a modo de terapia exprés para descomprimir.
El buen gusto es "un refugio analógico y ochentero donde los foodies entenderán poco". Según concluye el cocinero: "Rebeldes con causa y devotos de Baco: Esperábamos una señal enriquecedora y los astros se alinearon".