El bonito pueblo aragonés que estuvo a punto de desaparecer y es una joya medieval en un paraje natural único

El fenómeno de la llamada España vaciada afecta a decenas de territorios diseminadas por todo el país que sufren un despoblamiento progresivo cuyo destino puede ser el abandono total de sus pueblos. Por suerte, todavía hay pequeñas localidades que han logrado recuperarse atrayendo nuevos habitantes y también el interés turístico, un bálsamo para estas villas que gracias a los visitantes pueden revitalizar su economía y mantener vivos siglos de historia y cultura.

Así le ha ocurrido al pequeño pero encantador pueblo de Anento, en la comarca de Campo Romanos, a unos 20 kilómetros del más conocido Daroca. En pleno valle del Jiloca. este municipio fue perdiendo población desde la segunda mitad del siglo XX hasta el punto de que en un momento determinado solo vivía entre sus abandonadas viviendas ruinosas y calles de tierra un único pastor.

Pero el siglo XXI trajo vientos favorables gracias a la inversión económica por restaurar sus calles medievales, monumentos y bonitas viviendas históricas, recuperando habitantes y, sobre todo, convirtiéndose en parada obligada para visitantes y turistas que pasan por la zona. En el año 2015 fue nombrado como uno de los Pueblos más bonitos de España, y no es para menos.

Anento es pequeño pero matón, una villa cuyas cifras de población se mueven alrededor de los 100 habitantes censados sin que todos ellos mantengan en el municipio su residencia permanente. Con un área total de 21,59 kilómetros cuadrados, el propio pueblo y su entorno natural conforman una escapada perfecta para conocer un lugar mágico que sorprende por la cantidad de monumentos y puntos de interés histórico que guarda.

Conserva su carácter medieval en el trazado de sus calles y sus restauradas viviendas, así como en la pequeña iglesia románica de San Blas con su fantástico retablo gótico, el castillo medieval del siglo XIV o la pequeña ermita de Santa Bárbara, con un retablo de la mártir en su interior.

También es un pueblo que mantiene con cariño su patrimonio popular, pues podremos visitar construcciones de tanto valor social como el antiguo abejar, la bodega excavada en piedra, el pozo de piedra, la curiosa nevera para hielo o el horno comunal, que aún hoy se pone en marcha durante las fiestas para preparar dulces tradicionales.

El valle donde se enclava Anento configura además un paisaje único de gran personalidad e interés botánico y geológico. Lo más destacado es el aguallueve, un manantial natural formado por gotas de los acuíferos subterráneos que caen continuamente de sus paredes de piedra y musgo, generando además grutas y cuevas escondidas y dibujando un magnífico relieve kárstico de formas intrincadas.

Las diversas sendas que rodean al pueblo ofrecen recorridos muy recomendables para conocer la rica flora y fauna que habita en el valle, pudiendo avistar desde mirlos y buitres hasta corzos, tejones, zorros, tejones o erizos. El recuenco, un espectacular paisaje formado por el desprendimiento natural de tierra con paredes de roja arcilla y cimas de caliza, regala vistas para el recuerdo que sin duda querremos inmortalizar con nuestra cámara.

Hoy Anento cuenta con un aparcamiento público con capacidad para 200 vehículos que tiene un coste de dos euros. Los días 22 y 23 de julio celebra las jornadas medievales, una de las fiestas más destacadas del municipio.

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Fotos | Anento
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