La localidad medieval de Montblanc es famosa por su muralla, casi intacta, y su buen estado de conservación, pero en el plano gastronómico no pasa desapercibido el romance de la localidad y de toda la región que la rodea con la almendra, una historia de amor convertida en emblemáticos de dulces típicos.
Los merlets, los montblanquins y los carquinyolis son variantes de diferentes formas de cocinar la almendra en la repostería de la zona, volcada en este fruto seco y trabajada por empresas puntales de la zona como la centenaria Rifacli, que fabrica barquillos, galletas, neulas y carquinyolis, entre otros.
De hecho, los almendros forman parte constante del paisaje de esta comarca, perfectamente integrados alrededor de los campos de cultivo y en las pequeñas zonas de bosque, con un paisaje mosaico dominante en la Conca de Barberà, integrado también por campos de cereales, viña y olivos.
La ruta circular con salida desde La guàrdia dels Prats, pedanía situada al norte de Montblanc, hasta la ermita de Santa Maria dels Prats es un ejemplo de este paisaje en el que los almendros tienen una presencia persistente y relevante.
Capital de la comarca de la Conca de Barberà, Montblanc reúne en sus localidades diversas especialidades dulces, llevadas más allá a partir de la fama adquirida por la villa en el siglo XIV, cuando llegó a ser la séptima ciudad de Cataluña por número de habitantes, después de Barcelona, Lleida, Tortosa, Girona, Tarragona y Puigcerdà.
Las murallas hechas dulce
El dulce más emblemático de la localidad son los merlets: almenas, en castellano en referencia a cada uno de los prismas que coronan los muros de las antiguas fortalezas para resguardarse en ellas los defensores, en un claro homenaje a la icónica muralla, buque insignia de la población.
En concreto, los merlets son un invento de la pastelería artesanal Andreu, una parada obligatoria en cualquier visita a Montblanc. Situada en la calle mayor, esta pastelería tradicional nacida en 1841 y de quinta generación de pasteleros no sólo merece la pena por sus vistosos escaparates, sino que ostenta el título de creadora del icónico dulce y no ha dejado de hacerlo desde su creación.
Según está documentado, los pasteleros de Andreu empezaron a elaborar esta especialidad dulce a mediados del siglo XX a propuesta del Ayuntamiento de la localidad, con el fin de dotarse de un dulce típico. Este tuvo incluso una presentación oficial de lanzamiento y tomó como emblema la muralla.
En concreto, el resultado de tal encargo fue un confite relleno de almendra y rebozado con una pasta dulce hecha a base de huevo, harina y azúcar.
Su aspecto es el de un mejillón sin la cáscara (parecido al que contribuye su color anaranjado), aunque en principio reciben este nombre por su forma aspiracionalmente cuadrada, que recuerda a las almenas de las partes superiores de los castillos y las murallas.
En cuanto a su sabor, son unas sugerencias bastante crujientes gracias a la gruesa pasta de azúcar, y de sabor muy dulce, ideales para tomar de postre con un vino dulce o como tentempié a media tarde.
Montblanquins dulces
Bautizados con el gentilicio de la localidad, los montblanquins son también una almendra recubierta de una pasta de azúcar con los mismos ingredientes, fruto de la iniciativa de otra pastelería de empezar a hacer un dulce muy parecido a los merlets.
Actualmente, ambos dulces se comercializan bajo denominaciones diferentes, y los montblanquins son la especialidad de la pastelería Viñas, que también elabora gran variedad de productos de pastelería y confitería.
Carquinyolis de l’Espluga
Propios de la población de al lado, l’Espluga de Francolí, pero presentes en toda la comarca y también típicos de otras zonas, como Caldes de Montbui, Vic y Cardedeu, los carquinyolis son biscotes hechos a mano con una receta centenaria muy distintos a los merlets y montblanquins.
En concreto, estas galletas duras y crujientes están hechas a base de harina de trigo, azúcar, almendras, aceite, sal, huevo y vainilla, entre otros ingredientes. La almendra es aquí el ingrediente estrella y que marca la diferencia, ya que otras zonas elaboran este biscote con otros frutos secos. Empresas centenarias como Rifacli ofrecen variedades con sabores como el carquinyoli con cacao o frutos rojos y permite la visita a la fábrica.
Estas galletas, posiblemente herederas de los cantuccini o biscotti típicos italianos, son habitualmente un postre o tentempié dulce, y se acompañan de vinos calientes o también dulces. Los más osados, combinan la dulzura de los carquinyolis con foie para obtener un aperitivo sorprendente.
Un vergel agrícola que va más allá
Según explica el Catálogo de la agricultura y artesanía alimentaria de la Conca de Barberà, la comarca, como buen vergel agrícola, también tiene otros tesoros gastronómicos más allá de la almendra, como las famosas orelletes tradicionales de Solivella: un dulce a base de harina, huevos, limón, anís y canela, entre sus principales ingredientes.
Esta receta típica de la gastronomía catalana (ya que se hace en otras localidades también) quedó recogida hace más de siete siglos en el Llibre de Sent Soví, unos de los recetarios más antiguos de Europa.
La Conca también alardea de castañas de Vilanova de Prades, ajos de Belltall, queso de l’Albió, mermeladas de Guialmons, la miel de Vilaverd, las cocas de recapte, los embutidos y los quesos, y los vinos con Denominación de Origen Conca de Barberà.
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Fotos | Rifacli - Patisseria Andreu - muysibarita, Antonio Jose Cespedes/Pixabay, ValverdreRedactor/Pixabay, Kafeel Ahmed/Pexels, y Eclètica/Flickr
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