Centollo del Cantábrico a 30 euros: así es el exclusivo restaurante de Santander dentro de una cueva marina

Toda una sorpresa que haría las delicias de 'La Sirenita'

Restaurante Cueva Santander
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Escondido en una cueva marina de Santander, existe un restaurante que se ha convertido en uno de los secretos mejor guardados de la gastronomía cántabra. No hay carteles llamativos ni una entrada ostentosa, pero quienes lo encuentran descubren un paraíso para los amantes del marisco. Entre sus especialidades, el centollo del Cantábrico a 30 euros se lleva todo el protagonismo.

Desde el primer momento, la sensación de adentrarse en la cueva transporta a otro mundo. La decoración rinde homenaje al mar: paredes con formas orgánicas, iluminación tenue que imita la luz filtrada bajo el agua y un ambiente que parece sacado de una novela de aventuras. Todo está pensado para que el comensal sienta que ha abandonado la ciudad y se ha sumergido en un espacio exclusivo, casi secreto en La Gruta de José.

Aquí, la carta no decepciona. El centollo es la estrella indiscutible, servido en su punto justo de cocción, con una carne firme y jugosa que habla por sí sola de la calidad del producto. Quienes prefieren variedad pueden optar por la langosta del país, cigalas grandes o percebes de roca, capturados en la costa cántabra y elegidos con rigor para garantizar la máxima frescura.

No faltan los pescados, seleccionados cada día según lo que ofrece el mercado. Lubina, rodaballo o merluza del Cantábrico se presentan en recetas tradicionales que respetan los sabores de siempre. La sencillez es la clave: cocinados a la plancha, al horno o en guisos marineros, sin artificios, permitiendo que el producto brille por sí mismo.

El inicio de la comida suele ser un desfile de clásicos: rabas crujientes, croquetas caseras, anchoas de Santoña con pan y mantequilla o unas ostras recién abiertas. Cada plato mantiene la esencia de la cocina cántabra, apostando por la calidad y el respeto a la tradición.

Centollo El centollo es uno de los grandes protagonistas de la carta.

Para acompañar, la bodega ofrece una selección de vinos blancos, desde albariños hasta verdejos, pasando por referencias menos conocidas que sorprenden con cada copa. Quienes prefieren un tinto encontrarán opciones suaves que maridan a la perfección con el marisco.

Rabas Tampoco faltan generosas raciones de rabas.

El restaurante no solo destaca por su cocina, sino también por su atmósfera única y el trato cercano de su equipo. Los clientes habituales lo describen como un rincón especial, alejado del bullicio, donde se come bien y sin prisas. La sensación de exclusividad no es una estrategia de marketing, sino una consecuencia natural del lugar en el que se encuentra.

Para conseguir mesa, mejor reservar con antelación. La demanda es alta, especialmente los fines de semana y en temporada alta, cuando los turistas se suman a la clientela habitual. A pesar de su creciente popularidad, sigue conservando ese aire de descubrimiento que lo hace tan especial.

Imágenes | La Gruta de José

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