Es una de las ciudades más bonitas de Alicante y la escapada perfecta al sol de otoño del Mediterráneo

  • Con máximas de 20 grados en noviembre, este rincón alicantino ofrece cocina, descanso y disfrute a partes iguales

  • Además, es una de las pocas ciudades de España con un museo del chocolate

Parece que el farol del veranillo de San Martín se apaga y España, tras unos días de calor, vuelve a las andadas otoñales. ¿Toda España? No, al menos hay una parte de la península que aguanta en sus días soleados y es capaz de rondar máximas de los 20º centígrados durante las horas centrales del día.

Hablamos en este caso de Villajoyosa, una ciudad ubicada en la comarca de la Marina Baja alicantina, que es toda una tentación en primavera y verano, pero que bien merece hacerse una escapada otoñal a esta ciudad con carácter de pueblo durante los meses de frío.

Coqueta, recogida, pero llena de luz y de color, Villajoyosa invita a descubrir con calma su casco antiguo, conocido como Barrio de la Vila, donde las pequeñas calles empedradas, flanqueadas de edificios de coloristas fachadas parecen sacadas de un escenario de cuento.

Amarillos, verde, rojos, azules… Un auténtico arcoíris por el que resulta delicioso pasear al sol de otoño que salpica de luminosidad este rincón del Mediterráneo que, además, es uno de los paraísos del chocolate español.

Qué ver y qué hacer en Villajoyosa

Vista panorámica de Villajoyosa. ©iStock.

Conocido por ser el municipio donde hace más de cien años se estableció la empresa de chocolates Valor, Villajoyosa tiene en el cacao uno de los mejores embajadores que se puede desear, incluyendo el Museo del Chocolate Valor donde se hacen catas, hay tienda y se puede conocer de primera mano la historia del propio chocolate y cómo Villajoyosa se convirtió en una referencia nacional en este noble y dulce arte.

Como es lógico, aunque el tiempo no invite a bañarse, Villajoyosa también resplandece con los colores del otoño en sus playas. Una de ellas, la más concurrida, es la de Playa Centro, en el corazón de la ciudad, que en otoño es muy tranquila y siempre merece la pena para darse un buen paseo por ella. Algo más alejadas, pero igualmente accesibles son las playas de Paraíso y de Bol Nou.

Playa de La Caleta en Villajoyosa. ©iStock.

Marcada además por ese carácter costero y vigilante, Villajoyosa conserva un pequeño patrimonio histórico y defensivo como sus torres de vigilancia. Desde ella se encendían las hogueras y daban las voces de alarma para alertar de los ataques piratas, especialmente de los berberiscos, durante la Edad Media y los primeros compases del Renacimiento.

Prueba de ello son la Torre de Sant Josep y la Torre de la Aguiló. De nuevo el mar, como siempre aquí, se manifiesta con esa viveza alicantina que nos tienta a caminar por el puerto pesquero de Villajoyosa, donde encontrar restaurantes como Ca Marta o el Hogar del Pescador, donde no faltan gambas, cigalas y otras delicias del mar.

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Mismos tesoros que, por cierto, puedes comprar en el Mercado Central de Villajoyosa, una auténtica maravilla en verano, pero también en otoño, donde hacer la compra de los tesoros que esta parte del Mediterráneo ponen por bandeja.

Imágenes | iStock

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