Cojo más de 100 aviones al año y tengo claro que esta es la mejor hora para volar (vayas a donde vayas)

Reducir el margen de error, sobre todo en determinados momentos del año, es la clave del éxito

Viajo. Mucho. Quizá más de la cuenta. A veces, mi vida se parece a aquella película de Up in the air, donde George Clooney protagoniza una serie de enredos, viviendo perpetuamente en aviones para ir despidiendo a gente allí donde se le necesita. Por suerte, mi trabajo no consiste en despedir gente. Por desgracia, no soy George Clooney. Podríamos decir que es un empate técnico.

Pero sí es cierto que a lo largo del año cojo muchos aviones. Suficientes como para que durante las vacaciones no me fascine la idea de seguir volando, pero aún así lo hago. Calculo, por lo bajo, que cojo unos 120 aviones anuales. No está mal como aventura, la verdad.

Sobre todo, cuando la mayor parte de estos vuelos acaban haciéndose en España y la parte occidental de Europa, por lo que todos esos cantos de sirena sobre conectar España en tren me parecen fabulosos.

Sin embargo, no vengo hoy a contaros mis andanzas de Phileas Fogg. Aunque la mayor parte de mis viajes son por trabajo y, por tanto, no suelo decidir yo los horarios a los que quiero volar, tengo claro que existe una mejor hora para volar.

Tanto que, incluso, procuro llevar la misma máxima cuando hago viajes personales. Especialmente cuando estos coinciden en períodos vacacionales de máxima afluencia de tráfico a los aeropuertos.

En rojo está marcado el calendario de Navidad, seguramente el peor momento del año para viajar. También, al menos en naranja fuerte, está Semana Santa. Y luego, como es lógico, fluctúan los tonos rojizos con los meses de verano, especialmente julio y agosto.

Con todo y con eso, tras pasar más de 100 veces por controles de pasajeros, colas de embarque y el lento peregrinar por el estrecho pasillo de un avión, tengo clarísimo que hay una mejor hora para volar.

Y no, a la mayoría de vosotros no os va a hacer ilusión, pero es la mejor. Incluso en Navidad, una época especialmente controvertida para volar. Básicamente porque mi teoría para viajar bien es que, si podéis, cojáis los primeros vuelos de la mañana.

Y, si no os apetece madrugar tantísimo, no cojáis vuelos más allá de las diez de la mañana. La razón es muy evidente: el riesgo de cancelaciones y retrasos es mucho menor.

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A medida que el día avanza, lo normal es que los aviones –en cualquier aeropuerto– puedan ir acumulando tiempos de espera por despegues, aterrizajes, problemas en la pista, problemas en el finger… Cuanto más se acumule este tiempo a lo largo del día, sobre todo en aeropuertos de tamaño mediano, más complicado va a ser salir en hora.

Reconozco que no me gusta perder el tiempo en los aeropuertos. De hecho, es algo que me molesta especialmente, ya que te hacen ser exageradamente previsor –por lo que pueda pasar– y rara es la vez que la puntualidad (del embarque o del vuelo) son minuciosas.

Por eso, mis recomendaciones, aunque escuezan, es que cojáis los primeros vuelos de la mañana. De hecho, es posible que sean incluso más baratos –en función del destino– que los vuelos de media mañana en adelante.

Imágenes | Standred en Freepik

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