Cómo un bar de pueblo en el interior de Coruña se convirtió en un templo de la caipirinha

  • Solo en Galicia podrías alternar con un cóctel a base de vodka y acompañarlo con unas patatas guisadas

  • Este bar, abierto en Santa Comba en los años 60, es hoy un emblema del pueblo

Son casi siete los millones de personas que viven en Rio de Janeiro, una de las ciudades más pobladas y conocidas de Brasil. En Santa Comba, un pequeño concello en el interior de la provincia de Coruña y a unos 40 kilómetros de Santiago de Compostela —y a unos 60 de la ciudad de La Coruña—, apenas algo más de 9.000 habitantes censados. Sin embargo, un cartel sorprende a la entrada del pueblo: "Rio de Janeiro, cidade hermanada".

Entre medias, una historia de migrantes, de indianos y de haber hecho las Américas y, de por medio, un dulce y alcohólico final: el de una de las mejores caipirinhas que se pueden tomar en España.

Aunque, en honor a la verdad, la protagonista de los tragos del Raposo, un auténtico bar de pueblo, la especialidad es la caipiroshka, que se realiza con vodka en vez de con licor de caña de azúcar. Así nos lo cuenta Jesús García, más  conocido como Costiña o como Chucho do Retiro, hostelero de cuna y parte fundamental del restaurante O Retiro da Costiña que ahora regenta su hijo Manuel, también un 'Costiña', que nos hace de cicerón por su pueblo durante un viaje de prensa.

El letrero de El Raposo, en la Avenida Alfonso Molina 73, en Santa Comba.

Aprovechando un rato en Santa Comba, Chucho nos guía hasta El Raposo, un bar que abrió sus puertas hace más de cinco décadas cuando Ángel García volvió de Brasil y decidió montar un bar en su pueblo natal.

Como estrella, entre cafés, empanadas, zorza y raxo, la caipirinha tal y como la había aprendido a hacer en Rio de Janeiro, cuya Avenida Atlántica, una de las principales arterias de la ciudad carioca, había sido colonizada por gallegos que empezaron a montar hoteles.

Muchos permanecieron, pero el Raposo volvió y puso en marcha este bar al que consagró su vida y donde hoy acude como cliente. De hecho, durante nuestra visita, un tranquilo octogenario disfrutaba de un vermut y unas patatas guisadas mientras leía el periódico: ese es El Raposo.

Un día cualquiera en El Raposo: caipiroshka y patatas con carne.

En la barra ha cambiado la propiedad. Cuando El Raposo se jubiló, Alejandro, un carnicero del pueblo, se quedó con el negocio, aprendiendo también el secreto de la caipirinha y de la caipiroshka. Una fórmula magistral que no tiene mucha ciencia y sí más cariño que otra cosa.

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Explican que lleva un par de cucharaditas de azúcar, bien machacadas con la lima —una cantidad generosa— y un poco de vodka, rellenando con hielo y coronando con pajitas en una copa de bar tan clásica como práctica para que la caipiroshka siga corriendo mientras la acompañas con la tapa del día, que puede ser patatas guisadas, tortilla o un trozo de empanada.

Imágenes | Jaime de las Heras

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