Segovia y cochinillo parecen conceptos unidos ya para el fin de los días, casi robándole este plato el protagonismo a su patrimonio histórico. La ciudad del acueducto siempre merece una vista aunque sea exprés, y no en vano se llena de madrileños y gentes de localidades cercanas en días de fiesta para agotar las reservas de todos los restaurantes en busca de un festín de carne asada.
Cochinillo, cuchifrito, cordero y lechazo, judiones, oreja, torreznos, chorizos varios... los amantes de la carne tienen en Segovia una meca para desabrocharse el cinturón, pero eso complica el disfrute cuando un comensal del grupo, precisamente, prefiere evitarla. Sin entrar en el mayor reto que tienen vegetarianos y veganos, no viene mal recordar que no a todo el mundo le gustan carnes tan, digamos, cárnicas, que además de muy calóricas no son precisamente ligeras para la digestión.
Los convalecientes del estómago también tienen derecho a comer bien, aunque en circunstancias normales quisieran hincarle el diente a la carne asada del cochinillo, con su piel crujiente. Y hay quienes somos incapaces de probarlo después de haberle dado el biberón a unos cariñosos lechones. Pero esa es otra historia.
Afortunadamente, se puede comer muy bien de mesa y mantel en pleno cogollo segoviano compartiendo mesa en pareja o de celebración familiar, sin renunciar a la cocina segoviana más tradicional, pues también se encuentra muy buen pescado en plena Castilla y León. En nuestro caso, además, fue de pura casualidad.
Pescado fresco en plena Plaza Mayor de Segovia
Un sábado previo al Día del Padre y de puente madrileño no parecía el mejor día para buscar dónde comer en una ciudad rebosante de turistas y peregrinos del asado y la cuchara. No sin reserva previa, al menos. Pero las improvisaciones a veces salen bien.
Abierto en 1975 en el corazón de Segovia, en los soportales de la Plaza Mayor, el Restaurante José también funciona como bar y taberna, un lugar de toda la vida adaptado ahora más al turista que sigue siendo muy frecuentado para tomar unas cañas con sus tapas, picar algo de aperitivo o para comer y cenar como mandan los cánones. Con terraza, barra y varios espacios interiores, destaca el comedor inferior abovedado, pero no esperes encontrar sitio sin reservar con suficiente antelación.
A pesar de todo, el personal está más que curtido y sabe lidiar con servicios ajetreados; rápidamente nos montaron una mesa en la terraza junto al calefactor -se agradecía aquel día frío de finales de invierno- y la atención fue más que correcta y rápida, sin agobiar, toda la comida.
Mientras a nuestro alrededor pasaban humeantes cazuelas de judiones y sopa castellana, dando paso a piezas de cochinillo y otras carnes, pusimos la nota discordante escogiendo pescados. En la selección del día, lenguado y sapito salvaje, rape, a los que precedieron un pincho de tortilla de patatas cortesía de la casa, acompañando la bebida. Una tortilla más que notable, con su cebolla tierna bien integrada, textura muy jugosa sin estar cruda, y doradita por fuera.
El pescado se sirve con su ración de pisto de pimiento casero, sabrosísimo y muy suave, y patata cocida, algo que agradeció el estómago de nuestro enfermo. Eso sí, el lenguado es de ración y hay que limpiárselo uno mismo, por si supone un incordio para alguien. El punto de ambos, perfecto, con un rape jugoso de carne firme y tierna, muy sabroso, fresco y de ración generosa.
En los postres hay que aplaudir también que se mantengan recetas tradicionales como la leche frita o el flan de queso, con clásicos de restaurante como el milhojas de crema pastelera, aunque también han sucumbido a la inevitable tarta de queso. La mencionada leche frita, casera, es una fiesta gustativa para los amantes de estos sabores de antaño: gordita y melosa, con un rebozado crujiente generoso en la canela, nada aceitosa ni empalagosa. Perfecta para compartir.
Los precios se corresponden con los demás locales de la zona; es la Plaza Mayor de Segovia, hay muchos turistas y los hosteleros lo aprovechan. Con un servicio muy atento, profesional y amable, mesa de mantel de tela -aleluya- y con el detalle de preguntar si quieres pan antes de colártelo para cobrarlo sin más, el Restaurante José es una de esas comidas que a veces improvisas y salen más que bien.
Y tras un buen café y un estómago satisfecho pero sin la dura digestión que nos habría dejado el cochinillo, la imponente catedral de Segovia aguarda para su visita a apenas dos minutos del establecimiento.
Qué pedir. Los "chopitos José" son famosos del local, y para un aperitivo la tortilla de patatas es estupenda. Quien busque un entrante castellano de cuchara no puede perderse los judiones La Granja, aunque mejor empezar con algo más ligero si se va a tomar cochinillo o cordero. Los pescados son de buena calidad y cocinados en su punto. En los postres recomendamos los más tradicionales y caseros, especialmente la mencionada leche frita.
Datos prácticos
Dónde: Plaza Mayor 4, Segovia.
Precio medio: 30-45 euros.
Reservas: 921 46 09 19 y en su página web.
Horarios: 9.00 a 2.00 horas todos los días.
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