Cuando fui el pasado fin de semana a El Bohío, el restaurante de Pepe Rodríguez, no tenía ni idea de que este gran chef iba a ser uno de los miembros del jurado del programa MasterChef y que desde su aparición en dicho programa, todo el mundo iba a hablar de su forma de juzgar los platos de los aspirantes a cocinero.
Dejando al lado la frivolidad y el morbo despertados por el programa, hay que recordar que el cocinero fue Premio Nacional de Gastronomía en el año 2010 y que ostenta una estrella Michelín desde hace 14 años en su restaurante situado en la localidad toledana de Illescas.
Como la experiencia que os quiero contar es puramente gastronómica, os hablaré del menú de degustación que pude disfrutar en compañía de Carmelo Prieto y nuestras respectivas parejas del que, en general, salimos los cuatro muy satisfechos.
El restaurante
Situado en un lateral de la avenida de Castilla La Mancha, la decoración que se aprecia al entrar es de un restaurante de estilo clásico. Las mantelerías son tan tradicionales que parecen un poco pasadas de moda, en contraste con un moderno cuadro que muestra una cubertería de tamaño gigante.
Los espacios son muy amplios y cómodos. Aunque había bastante público porque fuimos en fin de semana y el restaurante está a una media hora de la capital, se puede charlar sin sufrir ruidos ni escuchar las conversaciones de otras mesas.
La oferta gastronómica del restaurante ofrece tres tipos de menú: el de degustación por 95 euros, el de temporada por 49 y el menú del día por 37 euros por persona. Además, El Bohío se ha especializado en servicios de catering, bodas y eventos y ofrece la elaboración de menús a medida del presupuesto que se solicite.
Los snacks
Este es el aspecto más moderno del menú, que en el resto del pase es más tradicional. Esta dualidad entre cocina tradicional renovada y cocina moderna es uno de los aspectos más positivos que me gustaría destacar del restaurante.
El menú comenzó con unos originales lomos de boquerón servidos sobre un merengue de frutos rojos, unas aceitunas rellenas de lichis, unos crujientes de pescado y unas divertidas patatas con cochino, que vienen muy calientes, recién fritas para que sufle la corteza del cerdo.
Los entrantes
Tras los aperitivos, llegó una sorprendente revisión de un plato típico de Toledo, las carcamusas, que sirven sobre una bola suflada de maíz y acompañada de una copita de sangría. Deliciosa innovación esta presentación. Tras las carcamusas, nos sirvieron un canapé de foie gras con sardina que aunque me gustó, no me llegó a emocionar.
Pero faltaba otro entrante, quizás el plato que más me sorprendió en el menú de degustación, unas rocas negras de sésamo, chocolate y polvo de maíz que me dejó completamente encantado. Una textura crujiente que en la boca se convertía casi en cremosa, y un montón de sabores que te inundaban el paladar. Un plato imprescindible en el que los cuatro comensales coincidimos como el mejor.
A continuación llegaron las propuestas de cuchara, una crema de coliflor con arenques en el centro y un crujiente de maíz, fue el plato que menos me gustó, no por su factura, excelente en contrastes y sabores, sino por dos razones. Una, la redundancia del maíz que ya había aparecido en otros dos platos y dos, la presencia de un helado situado bajo el crujiente que me despistaba un poco.
Tras la crema de coliflor, un original plato de crema de lentejas con foie y butifarra negra servido en un cilindro de nabo vaciado para ser el recipiente, y una cuña helada de queso con praliné y mermelada que tenía una original textura pero que no nos terminó de convencer.
Los platos fuertes
Aquí es donde Pepe Rodríguez reivindica la tradición y se atreve a revisarla, consiguiéndolo con nota. Estamos hablando de tres platos con los que remata el menú de degustación antes de pasar a los postres y que te dejan convencido de la calidad de su cocina.
En primer lugar su plato de ropavieja con el caldo del cocido. Esta receta que fue considerado Plato del año por Rafael García Santos, se presenta con forma de cilindro pasado por la plancha y acompañado de una tacita de caldo. Es impresionante, sólo por este plato ya vale la pena acercarse a Illescas.
A continuación, una corvina servida sobre un jugo de chirlas y acompañada de guisantes lágrima, habas repeladas y hojas de berza, en el que los colores contrastan de la misma forma que los sabores, ofreciendo un plato muy equilibrado.
Y para rematar, y celebro la valentía de hacerlo así en un menú de degustación, nada de fuegos artificiales, un tradicional plato de callos, perfecto de factura, sabroso, tierno, meloso y abundante. Realmente, al ofrecer este plato, Pepe Rodríguez hace una auténtica reivindicación de los platos clásicos también en la alta cocina.
Los postres
El menú de degustación de El Bohío se remata con un original flan en crema servido dentro de una esfera de caramelo, un bizcocho de cereales con yogur, unas tierras de chocolate especiado en distintas texturas con café y la torrija helada. Todos ellos muy bien presentados y en tamaños muy razonables para no saturar.
De todos ellos, destaco el flan de caramelo por su textura cremosa y su presentación en la esfera, que me recordó a la manzana de feria de El Celler de Can Roca. Cada uno de los postres da perfectamente para dos personas.
Para acompañar el menú, disfrutamos de vinos de Castilla La Mancha y rematamos con un delicioso vino dulce que se llamaba El novio perfecto que combinó perfectamente con los postres. En cuanto al café, (pedí café solo), no me gustó demasiado ya que no era lo suficientemente cremoso y le faltaba un poco de intensidad, aunque viene acompañado con unos estupendos petit fours.
El Bohío
Avenida de Castilla La Mancha 81 Illescas (Toledo) Reservas 649 494 954 Web del restaurante Precio menú degustación 95 euros
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