Las Islas Canarias son un testimonio vivo de la fuerza de la naturaleza. Su origen se remonta a millones de años, cuando la actividad volcánica en el Atlántico dio lugar a este archipiélago único. A diferencia de otras regiones de España, donde las montañas se formaron por colisiones tectónicas, las Canarias emergieron del océano gracias a erupciones sucesivas que acumularon lava y cenizas hasta dar forma a sus islas.
Este proceso, que comenzó hace unos 20 millones de años, todavía no ha terminado. El volcán de La Palma, en erupción en 2021, dejó claro que la actividad volcánica sigue siendo parte del paisaje canario.
En este entorno moldeado por el fuego y la lava, hay lugares que han sufrido directamente la furia del volcán. Uno de los casos más emblemáticos es Garachico, una localidad al noroeste de Tenerife que, a pesar de haber sido devastada por una erupción en el siglo XVIII, sigue siendo uno de los pueblos con más encanto de la isla.
Garachico tiene una historia fascinante, marcada por su importancia comercial en los primeros siglos de la colonización de Canarias. Fundado a finales del siglo XV, fue el primer puerto de Tenerife y un centro clave para el comercio con América y Europa. Por aquí pasaban vinos, azúcar y otros productos que hacían prosperar a la isla.
Sin embargo, en 1706, el volcán Trevejo entró en erupción y la lava descendió hasta la costa, cubriendo el puerto y dejando inutilizada la que había sido la principal vía de comunicación marítima de Tenerife.
Aunque la catástrofe supuso un duro golpe económico, Garachico logró renacer y conservar su esencia histórica. Hoy es un destino que combina belleza natural, arquitectura colonial y un ambiente tranquilo que invita a descubrir su pasado.
Pasear por Garachico es como viajar en el tiempo. Sus calles empedradas están llenas de casas tradicionales con balcones de madera y fachadas que recuerdan su esplendor de siglos pasados. Uno de los lugares más interesantes es la Plaza de la Libertad, el corazón del pueblo, donde se encuentran la iglesia de Santa Ana y el antiguo convento de San Francisco, hoy convertido en centro cultural. También vale la pena visitar el Castillo de San Miguel, una fortaleza construida en el siglo XVI para defender la zona de los ataques piratas.

Pero si hay algo que hace especial a Garachico, es el recuerdo de la erupción de 1706. La lava que destruyó el puerto formó las piscinas naturales de El Caletón, un conjunto de charcos y lagunas de agua salada donde hoy se puede disfrutar de un baño con vistas espectaculares al océano. Son uno de los mayores atractivos del pueblo, sobre todo en verano, cuando los visitantes buscan un respiro del calor.
Además del casco histórico y las piscinas naturales, Garachico ofrece rutas de senderismo en sus alrededores. La zona de montaña que rodea el pueblo forma parte del Parque Natural de la Corona Forestal, un espacio protegido con senderos que llevan a miradores con vistas impresionantes. Uno de los más recomendables es el sendero que sube hasta el Mirador de la Culata, desde donde se puede apreciar la costa y los restos de la colada volcánica.

La mejor época para visitar Garachico depende de lo que se busque. En verano, las piscinas naturales son el gran atractivo, mientras que en primavera y otoño el clima es más templado, ideal para recorrer el pueblo y hacer rutas de senderismo sin demasiado calor. Además, en julio se celebran las Fiestas de San Roque, una de las más tradicionales de Tenerife, con romerías, música y eventos que reflejan la identidad local.
Imágenes | Hola Islas Canarias