Es bastante posible que hoy vengamos a abrirte los ojos sobre una ciudad en el norte de la isla de Gran Canaria que, seguramente, hayas leído más de una vez. Al menos sobre su nombre, pues uno de sus más ilustres embajadores está presente en los lineales de cientos de lineales de supermercados de España.
Sin embargo, no adelantemos más acontecimientos de los esperados. Casi 40.000 personas habitan en el término municipal de Arucas, una ciudad que se desparrama entre barrancos en la zona norte de la isla, y que entre plataneras y cochinillas vivió sus períodos de máximo esplendor comercial.
Conquistada por la corona de Castilla en el año 1478, el primigenio asentamiento guanche de Arucas fue totalmente destruido. Sin embargo, siglos más tarde, Arucas sería cuna de un florecimiento agrícola que, hasta la actualidad, ha hecho del rojo y del amarillo sus grandes banderas.
El rojo por la cochinilla, aquel curioso escarabajo que servía como tinte rojo para un sinfín de productos. El amarillo, Canarias mediante, por el plátano, que aún hoy es la principal actividad agrícola y económica de un municipio donde encontramos una de las iglesias más impresionantes del archipiélago canario.
Hablamos de la Iglesia de San Juan Bautista, levantada a comienzos del siglo XX siguiendo los patrones del estilo neogótico. Convertida en santo y seña de Arucas, la iglesia reemplazó a la construcción original, del siglo XVII, que se erigió en estilo renacentista. Fruto de múltiples remodelaciones, la misma iglesia ya se remozaría a finales del siglo XVII, añadiéndose además una torre en estilo románico y otra torre, ya en el siglo XIX, que incluía un reloj.
Conocida como 'la catedral insular' por sus enormes dimensiones, destacando en el centro de Arucas, la iglesia se terminaría de construir oficialmente en la década de 1970. En su interior, además de vitrales y vidrieras traídos expresamente de Francia, se aprecian los detalles del neogótico, con el marcado carácter apuntado de sus arcos, y vestigios del arte primigenio que hubo en las anteriores iglesias como distintas esculturas italianas y varios cuadros de facturas flamencas y andaluzas.
Fiel a ese carácter boyante, Arucas presume además de tener un casco antiguo bien preservado, fruto de aquellos comerciantes y agricultores exitosos. De ello dan testimonio edificios como la Casa Gourié o la Casa de la Cultura, así como la antigua capellanía y la Casa del Marquesado de Arucas.
Fuertemente influenciada por ese pasado vinculado al campo, Arucas conserva también en sus alrededores una importante obra civil relacionada con el sector primario como son las Presas del Pinto o las Salinas del Bufadero, ambas visitables, así como las cercanas Canteras del Cerrillo, famosas por su piedra azulada.
Sin embargo, puede que el nombre Arucas traslade al pensamiento a otro hito fundamental de las Islas Canarias y de la propia Gran Canaria: el ron. Siendo la caña de azúcar un elemento primordial en la economía insular, sería ya en el siglo XIX cuando se implantase en ella la destilación de ésta para la elaboración del ron, del que da testimonio la marca Arehucas —que aprovechó parte de la toponimia local— y cuya fábrica, también decimonónica y aún en uso, es perfectamente visitable.
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