La Iglesia de San Salvador, y su campanario del siglo XIX, es prácticamente la única edificación que queda en pie del antiguo pueblo de La Mussara, situado en la comarca catalana de Bajo Campo.
Sus habitantes abandonaron el pueblo a partir de las primeras décadas del siglo XX debido a la escasez de agua y la baja calidad de las tierras de labranza, que hacían muy complicada vida en el municipio. Prueba de ello es que a sus habitantes se les conocía en la zona como “ranas”, ya que dependían de que la lluvia formara un pequeño embalse natural cercano al municipio, para bañarse y dar de beber a los animales.
Su historia no es muy distinta a la de tantos pueblos abandonados en España. Se estima que nuestro país cuenta con en torno a 3.000 pueblos abandonados y casi 2.000 tienen solo una casa habitada. Y, aunque muchos de ellos permanecen olvidados por todos, otros tanto reciben a lo largo del año la visita de curiosos, que se sienten atraídos por el aura de misterio que rodea a estas antiguas poblaciones, hoy casi en ruinas.
La Mussara, además, está en un paraje desolador, pero sublime. A 990 metros sobre el nivel del mar, en las montañas de Prades, presenta un paisaje espectacular desde el Risco de les Airasses, ofreciendo unas vistas increíbles de Camp de Tarragona. En los días en los que no tapa las vistas las nubes, se puede disfrutar de panorámicas que alcanzan hasta el delta del Ebro e incluso las Islas Baleares.
Pero, no nos engañemos, la mayoría de las personas que visitan La Mussara no lo hacen por las vistas, sino por las leyendas que rodean a la población. La Mussara es un atractivo de primer orden para los turistas del misterio.
Las vistas desde el municipio son sobrecogedoras.
Una misteriosa desaparición
En los círculos de amantes de lo paranormal La Mussara es conocido por ser el escenario de la desaparición de Enrique Martinez, un excursionista que, en 1991, se esfumó buscando setas por la zona sin dejar rastro.
Ni que decir tiene que el suceso tuvo su propio programa de Cuarto Milenio, en el que se sugiere que en el pueblo abandonando “existe una zona de conexión con una realidad paralela de la que no se puede salir”.
Supuestamente, los amigos de Martínez volvieron a buscarle al pueblo y tuvieron todo tipo de experiencias paranormales que incluían sonidos de cascos de caballos y presencias fantasmagóricas.
Si visitas La Mussara probablemente lo más misterioso que encuentres sea una espesa niebla, que es frecuente en el pueblo. Lamentablemente, te quedarás entonces sin disfrutar de las bonitas vistas.
Imágenes | Silvia Martín/E.R.R
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