Cantabria puede ser una comunidad pequeña, pero atesora tantos rincones que merece la pena conocer que resulta complicado recomendar solo algunos. Sin embargo, El Soplao es, sin ningún lugar a dudas, una de esas visitas imprescindibles de verdad, de las que no puedes esperar que te cuenten, porque sencillamente es imposible describir la espectacularidad que esconde la cueva.
Abierta al público apenas en el año 2005, en poco tiempo se ha ganado con creces el honor de ser uno de los puntos de atracción turística más populares de Cantabria, todo un hito en una región que llama más por sus playas, pueblos pescadores, aldeas de montaña, valles y bosques. Pero bajo la tierra también hay mucho por descubrir.
La cavidad natural se descubrió casualmente durante las labores de minería que se llevaron a cabo en la zona durante unos 120 años en plena sierra de Arnero, a unos 540 m de altitud. La industria minera ha dejado su huella imborrable en el paisaje y las tradiciones de los pueblos de la zona, siendo su motor económico hasta que en 1978 concluyeron las labores de extracción de blenda y galena. Hoy, su legado se mantiene como patrimonio histórico y cultural, en armonía con el patrimonio geológico de la naturaleza.
Los mineros dieron con la galería llamada posteriormente La Isidra en 1908, produciéndose un fenómeno muy conocido en minería que le daría el nombre a toda la cueva: un soplao alude a la corriente de aire peculiar que se percibe al calar una galería desde otra que tiene menos oxígeno. Esa primera galería empezaría a usarse en las labores de minería, incluso como almacenaje de escombros, hasta que décadas más tarde se pondría en valor su riqueza geológica.
Son ya más de 20 km de galerías las descubiertas en unos trabajos de recuperación y estudio que continúan a día de hoy. A pesar de que en la visita turística, accesible a personas de todas las edades, solo se recorre una pequeña parte, ya sobrecoge por la espectacularidad y las dimensiones de la inmensa cavidad.
Tanto el tamaño de la propia cueva y sus galerías, como la increíble variedad y riqueza de estalactitas, estalagmitas y, particularmente, las caprichosas formaciones excéntricas, son puro un deleite difícil de describir. Una experiencia sensorial acentuada con el gran espectáculo de luces y sonidos que acompaña la visita, perfectamente organizada y bien comentada con guías expertos que no dudan en responder todo tipo de dudas y preguntas que nos surjan durante el recorrido.
En definitiva, visitar El Soplao es siempre una recomendación que no falla para cualquier viajero, a la que, eso sí, recomendamos acudir con la entrada adquirida con antelación, pues se organizan los accesos por turnos de grupos. El centro de visitantes ofrece unas vistas magníficas si hace buen día, hay cafetería y tienda, y desde allí parte el pequeño tren minero que nos deja en el interior de la cueva.
Una vez allí, merece la pena también visitar toda la zona y disfrutar del paisaje natural y minero, en uno de los valles más bonitos de Cantabria. Que en realidad son todos.
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Fotos | Cueva El Soplao
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