La guerra del döner kebab enfrenta a Alemania y Turquía por un 'pastel' económico de 2.600 millones de euros

El país otomano solicita a la Comisión Europea una figura de protección para el 'döner', algo a lo que las autoridades alemanas se oponen

Casi como si de un caso de apropiación cultural se tratase. Así es la nueva guerra que tiene visos de estallar políticamente hablando entre Turquía y Alemania a costa del popularísimo döner.

De raíces seculares turcas, el döner kebab -que no es lo mismo que un durum kebab- llegó a Alemania de la mano de una abundante inmigración otomana en la década de 1970 que, como era de esperar, se llevó consigo buena parte de sus especialidades gastronómicas, asentándose primero en Berlín.

Al punto de que ahora, cincuenta años después, los döner están extendidísimos por toda Alemania y se considera una pieza más de su gastronomía, pero ahora todo eso puede cambiar.

Fue en abril de 2024 cuando las autoridades turcas solicitaron a la Comisión Europea la obtención del estatus Especialidad Tradicional Garantizada para el concepto 'döner'.

Esta marca de calidad que otorga la Unión Europea, al contrario de lo que sucede con las denominaciones de origen o las indicaciones geográficas protegidas, está enfocada a ejercer una garantía sobre los métodos de producción y las recetas tradicionales, no así al origen.

Sin embargo, lo que demandó Turquía a las autoridades comunitarias es que el döner tenga una forma de elaboración clara, precisamente lo que ha levantado ampollas en Alemania –tanto a instituciones como a hosteleros–, porque supondría dejar de utilizar el nombre döner si la resolución de la Comisión Europea favorece a Turquía.

Las autoridades turcas solicitaron que este término solo pueda acoger a productos elaborados con carne de ternera –de más de 16 meses de edad– o de cordero –de más de seis meses–, marinada en una mezcla muy clara de grasa animal, leche o yogur, así como otros ingredientes como cebolla, sal, tomillo y distintos tipos de pimienta.

Además, la solicitud de la ETG también aludiría a cómo se debe tratar el döner, es decir, en un corte vertical de entre tres y cinco milímetros, contando además con una regulación parecida para el döner de pollo.

¿Cuál es el problema? Pues que la mayor parte de los döner que existen en Alemania no cumplen este tipo de patrones, considerados tradicionales por Turquía, abriendo el abanico de especialidades de carne picada, pero también de otros animales como cerdo, pavo e incluso otras alternativas –también veganas– y con ingredientes distintos en su elaboración.

De dictaminar a favor de Turquía, la Comisión Europea impediría así que Alemania y sus hosteleros pudieran denominar döner al bocadillo en cuestión. Mientras tanto, las fichas están en el tablero de la Comisión Europea, que hoy 24 de septiembre tendrá que decidir –incluyendo las once objeciones planteadas al debate, una de ellas del Ministerio de Alimentación y Agricultura alemán– sobre el conflicto, según explica Associated Press News.

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Mientras Alemania aboga por mantener la diversidad como elemento a preservar en torno al döner, Turquía busca apostar por un concepto más basado en una receta y en la adhesión a esta. Entre medias, un pastel económico valorado en más de 2.600 millones de euros que supondría recalcular para muchos empresarios –tanto hosteleros como fabricantes– su negocio, con lo que ello supone.

Imágenes | Freepik

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