Liguria, con sus paisajes de ensueño y su costa espectacular, alberga algunos de los pueblos más bonitos de Italia. Entre ellos, destacan reclamos turísticos tan recurrentes como Cinque Terre o el más refinado Porto Fino.
Pero también resuena otro pueblo en particular, que se considera como uno de los más hermosos de la región (aunque no esté en el ranking de los más visitados o populares).
Este pequeño paraíso combina la magia de la arquitectura tradicional con vistas que quitan el aliento desde las orillas del Mediterráneo: muchas casas de colores, sal marina y unas estampas propias de los años ochenta.
De impronunciable nombre
Se trata del impronunciable (incluso para los italianos) Laigueglia, que incluso ven en este nombre un trabalenguas propio de los más hábiles. Situado entre montañas y el mar, este pueblo ofrece lo mejor de ambos mundos. Sus casas coloridas, encaramadas en las colinas, parecen caer en cascada hacia la costa, creando una imagen capaz de inspirar bonitas estampas.
Calles estrechas, plazas encantadoras y pequeñas tiendas de artesanía (y de gastronomía local) hacen que cada paseo sea una experiencia digna de recordar todo el año. Además, los restaurantes locales ofrecen platos que reflejan la riqueza culinaria de Liguria, con el pesto y los mariscos como protagonistas.
Uno de los mayores atractivos de este lugar es su conexión con la naturaleza. Desde sus acantilados se pueden contemplar puestas de sol espectaculares, y las rutas de senderismo cercanas permiten explorar paisajes de una belleza sobrecogedora.
El pueblo, en la provincia de Savona, invita a quedarse y disfrutar de la vida a un ritmo más tranquilo, lejos del bullicio de quienes visitan las primeras espadas de Italia en avión o en curcero.
Con su mezcla de belleza natural, arquitectura decadente y una rica cultura, este rincón de Liguria es perfecto para quienes buscan una escapada diferente. Es un destino que ofrece algo para todos, desde amantes de la gastronomía hasta exploradores de la naturaleza.
Foto | Giona Mason
