Galicia tiene más templos que se merecen una visita, y en Ourense nos espera una catedral sorprendente
La unión de las palabras 'catedral' y 'Galicia' evocan inmediatamente la imagen de Santiago de Compostela, no digamos ya si mencionamos, además, el término de 'pórtico'. La catedral en el que culmina el Camino por excelencia tiene merecida su fama, pero tanta popularidad mediática ha eclipsado a otros templos de grandísimo valor histórico, artístico y cultural. Y nos atrevemos a afirmar que en una provincia vecina aguarda una de las catedrales románicas más bellas del mundo.
Puede que la Catedral de San Martín de Ourense no destaque en el exterior por su construcción, pero esa discreción es parte de su encanto. Lo es, en realidad, de casi toda la arquitectura románica, un periodo artístico injustamente infravalorado por la espectacularidad brillante del gótico que le cogió el relevo. El románico, sin embargo, guarda muchas sorpresas para quien sepa acercarse a él con una mirada más abierta y curiosa. Es un arte que te atrapa en las distancias cortas, más íntimo, misterioso y espiritual, no exento de belleza y maestría técnica.
Así, decíamos, la catedral de Ourense puede pasar desapercibida por fuera, pero el viajero que no se moleste en visitarla se perderá uno de los pórticos románicos más bellos de todo el románico español y europeo.
Parte del efecto que causa contemplarlo por primera vez tiene que ver con el emplazamiento del propio templo, casi perdido en medio de la maraña urbana del centro de la ciudad gallega, un entramado de callejuelas medievales confusas que no ceden a la catedral la entrada triunfal de la que sí goza Santiago de Compostela. En Ourense, la catedral sale a tu encuentro, y el Pórtico del Paraíso surge como de repente ante el visitante, generando una impresión repentina de sorpresa que avasalla de golpe.
Es un pórtico ejecutado en la segunda fase constructiva del monumento, en el siglo XIII, cuando se levanta la fachada occidental y entrada al mismo. Influenciado claramente por las pautas establecidas en la catedral de Santiago, el Pórtico del Paraíso también alude al mensaje moralizante ligado a la entrada del Reino de los Cielos, con alusiones al pasaje del Génesis. Es un conjunto escultórico formado por tres arcos, estructura que lo diferencia del de Santiago, con la representación de numerosas imágenes policromadas, creando un efecto de gran belleza casi catárquica.
Profetas y miembros del colegio apostólico se distribuyen en forma de estatuas columna coronados con un nimbo, mientras que en las arquivoltas de los arcos se representan los 24 ancianos del Apocalipsis y el Juicio Final, más un coro de ángeles en los soportes de la bóveda y brotes vegetales en el arco izquierdo. En el parteluz, recibiendo al visitante, una figura de Santiago el Mayor, que originalmente estaba situado en un altar menor.
Ya en el interior la catedral ofrece una lección de arquitectura románica que acoge con naturalidad la transición al arte gótico en cuyo periodo se culminó la construcción del templo, destacando en su bellísimo cimborrio, seña de identidad en el exterior del mismo, y que deja pasar la luz a través de sus doce ventanales para iluminar el crucero.
Pero si hay un lugar en el interior que merece toda la atención, es, sin duda, la Capilla de Santo Cristo, haciendo sombra a la Capilla Mayor. Todo un derroche fastuoso de exceso decorativo típico del barroco español más desatado para rendir homenaje a la figura central, el Crucificado, de gran devoción local, situado en un imponente baldaquino. Un Cristo procesional de dos metros tallado con gran veracidad, pelo, barba y bigote de cabello natural, y una naturalidad descarnada en las heridas corporales.
El barroquismo de la arquitectura y la decoración que abrazan a la imagen vibran con él, un descargamento de figuras, molduras, lienzos y diseños intrincados que brillan en tonos dorados buscando el éxtasis del ornato, un efecto en el que participan también los dos altares menores habitados por diversas figuras de épocas posteriores al Cristo, destacando la expresiva Dolorosa de medio cuerpo de Pedro de Ávila, muy influenciada por Gregorio Fernández.
Actualmente se recurre a una réplica de menor tamaño de la imagen del Cristo para la procesión del Santo Entierro en Semana Santa.
Imágenes | Catedral de Ourense - Fernando
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