Estas vacaciones hemos disfrutado de unos días de ocio y descanso en el complejo hotelero Grand Palladium situado en playa Bávaro (Punta Cana), lugar que como se conoce, ofrece el servicio "Todo Incluido". Han sido unos días ideales para descansar (a medias), aunque a nivel gastronómico hemos sufrido alguna que otra complicación.
Nos motivó este complejo hotelero porque nos ofrecía numerosos restaurantes en los que disfrutar de distintos tipos de cocina con una amplia colección de platos, casi todos ellos imitaciones de la comida occidental, cordero y otras carnes a la brasa, paella, menestra, pasta, pizza, fideuà, "sushi", nachos... todo tipo de preparaciones que lamentablemente ofrecían al paladar el sabor esperado.
En muchas ocasiones, cuando se viaja a otro país se puede sufrir algún problema de diarrea que la gente suele achacar al cambio de aguas o de clima, nosotros lo dudamos, y en nuestra estancia en Punta Cana comprobamos que es difícil achacar este problema al agua, en primer lugar porque sólo se puede beber agua embotellada, en cuanto a la comida puede ser determinante para sufrir un cuadro de diarrea, especialmente si se trata de comida autóctona y la manipulación no es correcta.
Queremos poner en tela de juicio la actuación de este complejo hotelero, el Grand Palladium de Punta Cana, tras cuatro días de consumir la comida de los buffets con la que no tuvimos ningún problema (ya que cuidamos de no tomar salsas y otros alimentos de riesgo), una noche decidimos acudir a un restaurante a la carta del complejo, concretamente al restaurante "La Cantina Mariachi", especializado en comida mexicana que en este caso si ofrecía un delicioso sabor.
Enchiladas, tacos y demás platos realmente sabrosos, aunque se perfilaba como estrella una hamburguesa especial muy seductora. De vuelta a la habitación para descansar en preparación de una magnífica excursión a Samaná, a medida que avanzaban las horas empezaron las náuseas, los retorcijones y más tarde el cuadro de diarrea y los vómitos. A primera hora de la mañana acudimos al servicio médico, nos encontramos que no sólo nosotros habíamos acudido por este problema, algunos turistas sufrían del mismo problema y casualmente habían acudido a cenar al mismo lugar la noche anterior.
Ya en el hotel decidimos indagar y el resultado fue que la mayoría de las personas que acudieron a cenar al establecimiento habían sufrido este tipo de problema en mayor o menor medida (algunos incluso precisaban ingreso hospitalario) y para ser más exactos, quienes sufrían de un cuadro más severo era quienes comieron la famosa hamburguesa mexicana. Se trataba de una intoxicación alimentaria en toda regla producida por la carne de la que la mayoría disfrutamos.
Pusimos en conocimiento de los responsables de las áreas de alimentación y bebidas del hotel la situación y la mayoría de los afectados realizamos una reclamación, se reunieron con nosotros y prometieron buscar una solución con sus superiores y aceptando que se trataba de una situación inusual y una posible intoxicación alimentaria provocada por la carne, afirmando que por el momento se harían cargo de los 10 dólares que habíamos tenido que pagar por tasas médicas. Al cabo de unas horas se volvieron a reunir con algunos de los afectados y nos dejaron muy clarito que todos sus productos estaban en perfecto estado y que la situación acaecida y el grupo de intoxicados era fruto de una casualidad, argumentaron que se realizaron análisis a los alimentos (pero no a los que habíamos consumido obviamente) y no encontraron problema alguno.
Pésima actuación de los responsables del complejo hotelero Grand Palladium, un diplomático “que os den” fue la respuesta a falta de tres horas para tomar el avión de vuelta a España. Quizás creyeron que la distancia y la proximidad del viaje de retorno harían olvidar a los afectados que perdimos casi dos días de vacaciones por los problemas ocasionados por la intoxicación. Ni mucho menos lo dejamos estar, ya hemos realizado las reclamaciones necesarias y prepararemos las denuncias pertinentes para que pongan más énfasis en el control alimentario.
No obviamos que en el reencuentro de todos los que viajábamos en el avión, que éramos pocos (unos 140) ya que nos desviaron del deseado viaje a Riviera Maya a causa del Huracán Dean, los que habían comido todos los días en los restaurantes buffet también sufrieron trastornos intestinales. Para quienes viajen a Punta Cana a disfrutar de unas merecidas y gratificantes vacaciones, ¡cuidado con la alimentación! y a ser posible, que lo es, descartar el complejo Grand Palladium.
Nos quedan muchas cosas en el tintero que poco a poco iremos desvelando.