Geografía, cultura, patrimonio y muchos, muchos viajes. Si hablamos de referentes a la hora de conocer otros destinos, la revista National Geographic siempre está en nuestra mente. Razón por la que su ranking de los pueblos más bonitos de España es una de sus publicaciones más fiables.
Aunque en España hay cientos de pueblos bellos, lo cierto es que el ranking de los 20 mejores es una disputa más que compleja, pues herir sensibilidades con estas decisiones está a la orden del día, aunque los editores de esta revista tienen claro que, si hablamos del pueblo más bonito de Cataluña, hay que poner rumbo a la Costa Brava.
No nos sorprende, como es lógico, y eso que hay decenas de comarcas en Cataluña donde descubrir pueblos preciosos como podría pasar en el Alto Ampurdán, en el Priorat, en Osona o en el Pallars Sobirà, zonas afamadas como destinos turísticos donde el legado arquitectónico se ha mantenido durante siglos y que aún hoy permiten sorprender al viajero.
Sin embargo, pocas zonas de Cataluña concentran tantos focos como la Costa Brava. Solo a la sombra de la ciudad de Barcelona, la costa de Girona es uno de los imanes turísticos más potentes de toda la comunidad autónoma, pues razones no les faltan para ello.
Pueblos marineros encalados en blanco y rastell; postales de pescadores entre mares azules; barcos y botes anclados en puertos donde el tiempo parece haberse parado y, junto a todo eso, una gastronomía donde lo marino es santo y seña, hacen de la Costa Brava un destino de lujo.
Y si aún tenemos que sintetizar en un pueblo aún más toda esta belleza rural, quizá sea Cadaqués su máximo exponente. Convertida en uno de los grandes puertos del Mediterráneo español durante la Edad Media, la importancia histórica de Cadaqués comenzó a cimentarse en torno al siglo X, llegando ya en el siglo XIII a tener un castillo del que hoy no queda más que la ubicación.
Sin embargo, el encanto de Cadaqués, a pesar de su legado histórico, es más contemporáneo. En un imbricado casco histórico y enclavado en una preciosa bahía, sus principales valores arquitectónicos son la Iglesia de Santa María, de planta gótica, o la famosa calle de Es Call, además de la torre de vigía que hoy sirve de sede consistorial.
Enmarcado a las espaldas de la Sierra del Pení, Cadaqués representa con fidelidad ese carácter de mar y montaña que la Costa Brava ha tenido a bien alumbrar durante siglos. Por este motivo, su acceso es limitado y las curvas antes de llegar al pueblo son sinuosas, lo cual hace que merezca aún más la pena llegar y ver cómo se viste entre blancos y azules, además del empedrado de sus calles a costa del rastell, esas piedras del mar que pavimentan el suelo en forma de espiga.
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Reforzado por un pasado reciente de villa de lujo, ya sería en el siglo XX cuando comenzase a experimentar un boom demográfico de la alta burguesía catalana que comenzaba a alojarse aquí. Razón por la que Las Ribas, sus paseos marítimos, sorprenden a sus lados con edificios modernistas como la Casa Serinyana. Patria chica del pintor y artista Salvador Dalí, cuya casa-museo es visita obligada, Cadaqués reúne lujo, encanto marinero, alta gastronomía y destino artístico a partes iguales.
Imágenes | iStock Proformabooks / iStock Aurelienantoine / iStock JackF
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