Una de las mejores cascadas del mundo está en el Pirineo Aragonés (y es una ruta pefecta para amantes de la naturaleza)

Es difícil explicar con palabras la belleza y fascinación que despiertan cascadas y cataratas naturales hasta que no te encuentras de frente con ellas. Por algo son meta y objetivo de muchos excursionistas y amantes del senderismo, y una buena excusa para practicar turismo de naturaleza. España tiene un buen surtido ellas, pero hay una que se ha ganado un lugar privilegiado entre las mejores del mundo, y su enclave por sí mismo ya merece una escapada.

Nos tenemos que dirigir al majestuoso Pirineo aragonés, concretamente al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, Parque Nacional y declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, una de las visitas imprescindibles de la zona y considerado el corazón de los Pirineos. El valle de Ordesa es su núcleo principal, y aquí es donde encontraremos la cascada llamada Cola de Caballo. Eso sí, para salir a su encuentro tendremos que calzar las botas y equiparnos para una ruta de unos 17,5 km de ida y vuelta. Y sin duda merecen la pena.

No tuvieron tampoco dudas en el periódico The Guardian al situar esta cascada como "sugerencia ganadora" en su ranking de las 20 mejores del mundo, confeccionada a través de las pistas y recomendaciones de sus lectores. La Cola de Caballo es en realidad una de muchas de las caídas de agua que bordean el río Arazas y que abundan en toda esta zona pirenaica, siendo las Gradas de Soaso otro de los enclaves más populares de la ruta.

Para llegar a ella hay que partir de la Pradera de Ordesa, cuyo acceso en verano solo se permite mediante un autobús lanzadera que parte del pueblo de Torla. En la parada del mismo hay un Centro de Visitantes, buen punto de partida para emprender el recorrido mediante el sendero GR-11, que no entraña mayor dificultad que el tiempo que uno quiera tomarse para disfrutar plenamente del espectacular entorno.

Un poco más adelante de la Cola de Caballo se encuentra el refugio de Góriz, donde los montañeros pueden pernoctar y descansar en su subida a alguna de las cumbres pirenaicas, y regala unas noches estrelladas de las que no se olvidan.

Los más intrépidos, y que estén en buena forma, pueden hacer el camino de ida mediante el Sendero de los Cazadores, una ruta más pronunciada que regala vistas y paisajes de quitar el aliento, con varios miradores y menos transitada, pero algo peligrosa si hay lluvia, granizo o nieve.