Renovarse o morir, pero, entre medias, gentrificar, turistificar y acabar con las intenciones laborales y habitacionales de miles de nativos. La turismofobia se ha convertido en una de las palabras de moda en la última década en España donde, cada vez más, hay ciudades y regiones que claman por poner coto a una realidad que ha condicionado decenas de municipios.
Pero la vuelta de tuerca ha llegado ya cuando potentes guías de viaje, tras años promocionando destinos, cambian el paso y desaconsejan determinadas zonas por considerarlas masificadas.
Quizá suene al mundo al revés, pero es lo que ha pasado, por ejemplo, con la reciente publicación de la guía Fodor, que en su lista de destinos a los que no recomienda ir a puesto la mira sobre España hasta en tres ocasiones: Barcelona, las Islas Canarias y Mallorca.
No están solos, claro. En la antiguía, Fodor cita también como destinos a evitar algunos muy próximos a España como sucede con Venecia, Lisboa o Agrigento, en la isla italiana de Sicilia.
Mientras que otros son más paradisíacos como sucede con Bali, Oaxaca, Kerala, Tokio y Kioto o las Islas Vírgenes Británicas, explicando además que hay destinos que empiezan a sufrir y otros que ya están consolidados en la lista negra.
En este sentido, Fodor ahonda en que la oferta no es mala o que las zonas dejen de ser atractivas, sino que puntualizan que la razón es la incapacidad de esos destinos para compaginar su éxito turístico con su rol de ciudad funcional.
El resumen que hacen es sencillo: "Los turistas no se cansan de Europa, pero los residentes descontentos de muchos destinos europeos ya no desean recibirlos, al menos no en cantidades tan extremas".
Pero, ¿qué nos importa de Fodor? Pues principalmente porque es una marca con bastante solera en las recomendaciones de viajes para el Reino Unido, el primer mercado emisor de turistas en el caso español y una de las publicaciones que más potencia tiene como prescriptor en este caso.
Allí, además, hacen alusión de una realidad ante el cambio de paradigma que, en España, topa con las dificultades de acceso a la vivienda en algunas zonas. Barcelona, Mallorca y ciertas zonas de Baleares son los casos más paradigmáticos, pero el problemas es extensible a otras grandes ciudades –y no tan grandes, pero turistificables–.
Como sucede con Santander, Alicante o buena parte de la Costa del Sol, incluida la ciudad de Málaga, que por su posición como hub de comunicaciones y condiciones climatológicas se ha convertido en la nueva gallina de los huevos de oro, aún a costa de que los malagueños la contemplen como inhabitable.
Imágenes | Gregg (Flickr) / cosmin1189 (Freepik)
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