Cuando pensamos en murallas monumentales, la Gran Muralla China suele ser el primer ejemplo que viene a la mente. Sin embargo, España también guarda impresionantes joyas arquitectónicas de este tipo. Nuestro país es un mosaico de recursos naturales y patrimoniales: cascadas que parecen sacadas de cuentos, playas idílicas, montañas majestuosas y pueblos con siglos de historia grabados en sus piedras.
Entre estos lugares destaca una muralla que, aunque más modesta que la famosa construcción asiática, tiene un encanto especial. Nos referimos a la gran muralla de Daroca, en la provincia de Zaragoza, uno de los conjuntos amurallados más extensos y mejor conservados de España.
Daroca es una joya histórica situada a tan solo 83 kilómetros de Zaragoza, en dirección suroeste, a una hora en coche por la autovía A-23. Enclavada en el valle del río Jiloca, esta localidad ofrece al visitante un espectacular viaje al pasado medieval.
Su muralla, con casi cuatro kilómetros de recorrido, abraza el casco urbano como un guardián silencioso de historias milenarias. Construida entre los siglos XIII y XV, esta estructura defensiva tuvo su máximo apogeo en la Baja Edad Media, cuando Daroca era un importante núcleo comercial y político.
Además de su muralla, Daroca es un ejemplo vivo de la convivencia entre culturas que marcó la historia de España. Sus calles estrechas y empedradas están salpicadas de edificios que reflejan la herencia cristiana, judía y musulmana. Pasear por este pueblo es como hojear un libro de historia, con cada rincón ofreciendo un nuevo capítulo.
La muralla es, sin duda, la protagonista indiscutible. Con sus 114 torreones y varias puertas monumentales, como la Puerta Baja y la Puerta Alta, invita a los visitantes a recorrer sus rincones y disfrutar de vistas panorámicas del valle y el casco urbano. Puedes caminar por algunos tramos de la muralla, lo que te permitirá apreciar la magnitud de esta construcción y el paisaje que la rodea.
Pero Daroca no se reduce a su muralla. La Basílica de Santa María de los Sagrados Corporales es otro punto imprescindible. Este templo, de estilo gótico-mudéjar, alberga un relicario que guarda uno de los milagros eucarísticos más conocidos de la cristiandad. Además, la Iglesia de San Miguel y la de San Juan son joyas arquitectónicas que merecen una visita.
El Museo de la Historia y las Artes de Daroca ofrece una visión detallada de la evolución del pueblo y su importancia estratégica durante siglos. Si buscas algo más relajado, un paseo por la Calle Mayor te permitirá descubrir tiendas locales, restaurantes con platos típicos y el ambiente tranquilo de este lugar.
Para los amantes de la naturaleza, Daroca también es un excelente punto de partida para explorar el entorno del valle del Jiloca. Desde rutas de senderismo hasta la observación de aves en los humedales cercanos, las opciones son variadas y enriquecedoras.
Cuándo visitar Daroca
Cualquier época del año es buena para visitar Daroca, aunque la primavera y el otoño ofrecen temperaturas agradables y un paisaje natural más vibrante. Si quieres empaparte de la esencia cultural del pueblo, planea tu visita para mediados de agosto, cuando se celebran las fiestas en honor a San Roque. Durante estas fechas, las calles se llenan de vida con actividades tradicionales, música y desfiles que evocan el pasado medieval de la localidad.
En invierno, la tranquilidad del pueblo y la posibilidad de disfrutar de una chimenea encendida en alguna de sus casas rurales pueden ser el plan perfecto para quienes buscan desconectar.
Imágenes | Turismo de Aragón