Tan accesible y marinera como ideal para cualquier momento del año
Alicante es conocida por su costa impresionante y su clima envidiable, pero dentro de este paraíso mediterráneo se esconde una joya que combina la majestuosidad de la naturaleza con la historia.
Nos referimos a la Ruta del Faro de l'Albir, un sendero dentro del Parque Natural de la Serra Gelada que ofrece una de las experiencias más espectaculares para los amantes del senderismo y las vistas panorámicas. Esta ruta, que lleva hasta un faro histórico, es un viaje por los acantilados que bordean el Mediterráneo, un paseo que impresiona por su belleza y tranquilidad.
El Faro de l'Albir, situado en el extremo sur del Parque Natural de la Serra Gelada, ha sido un punto de referencia para los marineros durante más de un siglo, guiando a las embarcaciones que navegan por esta costa escarpada.
Lo que hace única a esta ruta es su facilidad de acceso, lo que la convierte en una opción ideal tanto para expertos como para aquellos que solo buscan disfrutar de un paseo relajado en plena naturaleza. Desde el primer momento en que pones un pie en el sendero, el paisaje te roba el aliento.
La Serra Gelada, que abarca más de 5.600 hectáreas, es un parque natural que destaca por sus imponentes acantilados y su rica biodiversidad. Este espacio protegido, que se extiende entre los municipios de Benidorm, L'Alfàs del Pi y Altea, alberga especies de fauna y flora endémicas, y sus escarpadas formaciones rocosas se elevan majestuosamente sobre el mar, ofreciendo unas vistas espectaculares del litoral mediterráneo.
La Ruta del Faro de l'Albir comienza en el Camí Vell del Faro, un camino asfaltado y bien señalizado que parte desde la playa del Albir. El trayecto, de aproximadamente 5 kilómetros (ida y vuelta), es sencillo y accesible, lo que lo convierte en una opción perfecta para familias, personas mayores o simplemente aquellos que no buscan un sendero excesivamente exigente.
A lo largo del recorrido, disfrutarás de una panorámica inigualable, con el Mediterráneo desplegándose a tus pies y los acantilados de la Serra Gelada emergiendo de forma imponente a tu alrededor.
La primera parada obligatoria es el Mirador de la Bombarda, un punto que ofrece una vista inigualable de la costa y que invita a detenerse para admirar la grandeza del mar y el relieve abrupto del parque.
Desde aquí, los acantilados caen en vertical hacia el mar, creando una imagen espectacular que difícilmente se olvida. Es un lugar perfecto para hacer una pausa, respirar profundamente el aire marino y dejar que el paisaje te envuelva.
A medida que avanzas por el camino, te sumerges más en el corazón del parque, y el silencio se convierte en un compañero constante, roto solo por el sonido del viento y el canto de las aves que habitan en la zona. La vegetación típica mediterránea, con pinos, romero y esparto, te rodea, mientras el aroma del mar te acompaña durante todo el trayecto.
Una ruta para todas las edades y accesible a pie
El sendero sigue hasta el Faro de l'Albir, una construcción de 1863 que fue diseñada para guiar a los barcos que navegaban por la costa de Alicante. Aunque ya no está en funcionamiento, el faro se ha mantenido en perfecto estado y hoy en día se ha reconvertido en un centro de interpretación, donde los visitantes pueden aprender más sobre la historia marítima de la zona, así como sobre el parque natural y su biodiversidad.
Las vistas desde el faro son simplemente impresionantes. Desde su ubicación privilegiada, puedes contemplar una vista panorámica del Parque Natural de la Serra Gelada, del Peñón de Ifach en Calpe e incluso, en días claros, de la isla de Ibiza en el horizonte. Es el lugar perfecto para terminar la ruta, relajarse y disfrutar del entorno.
Pero el faro no es el único atractivo de la ruta. Si decides explorar un poco más allá, descubrirás varios puntos de interés que hacen que el recorrido sea aún más especial. Uno de ellos es la Cueva de la Ballena, una formación natural en los acantilados que, aunque no es accesible desde la ruta principal, es visible desde ciertos puntos del sendero y añade un toque de misterio y belleza al paisaje.
Otra de las maravillas de esta ruta es la posibilidad de observar aves marinas, como el halcón peregrino o la gaviota patiamarilla, que encuentran en estos acantilados un hábitat ideal para anidar. Los amantes de la fauna disfrutarán también de la oportunidad de avistar cabras montesas, que a menudo se dejan ver trepando por las escarpadas rocas.
Aunque la ruta puede hacerse fácilmente en poco más de una hora, la tranquilidad del entorno invita a tomarse el tiempo necesario para disfrutar de cada rincón.
Además, la accesibilidad de la ruta permite que sea una actividad perfecta para realizar en cualquier momento del año, aunque es especialmente recomendable en primavera y otoño, cuando las temperaturas son más suaves y el paisaje florece con todo su esplendor.
Imágenes | Comunitat Valenciana
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