El pequeño pueblo medieval de Soria que parece anclado en el tiempo y conquistó a Orson Wells es ideal para una escapada

Con solo 45 habitantes, Calatañazor sorprende por todo lo que alberga en sus intrincadas calles cargadas de historia y rodeadas de la mejor naturaleza de la zona

Situado en de las Tierras del Burgo, a poco más de 30 kilómetros de Soria, se encuentra ajeno a la ajetreada vida urbana Calatañazor, uno de los pueblos con más encanto de la provincia soriana y de toda Castilla y León.

Y es destino muy especial por su larga historia, su rico patrimonio y el bello entorno donde teje sus calles y monumentos, pero también porque ha sabido conservar casi inalterada su personalidad con calles, viviendas y monumentos que parecen detenidos en el tiempo. Una pequeña villa que no supera los 50 habitantes rodeada de naturaleza, mitos y leyendas, casi un escenario de película donde perderse por unas horas.

La referencia cinematográfica no es en vano, pues el cineasta Orson Wells escogió este pueblo para el rodaje de varias de las escenas de su película 'Campanadas a medianoche' o Falstaff (Chimes at Midnight), en 1965. No hizo falta mucho atrezzo ni decorados para que el director lograra el escenario perfecto que buscaba.

Calatañazor se alza ligeramente elevado a 1603 metros sobre el nivel del mar, en un enclave típicamente medieval por la gran situación estratégica defensiva de la localidad, protegida además por la hoz y el cauce del río Milanos en uno de sus frentes, con murallas en el otro. Destaca además en un extremo el castillo, cuyas ruinas actuales datan del siglo XV, aunque sus orígenes parecen remontarse a época visigoda.

A lo largo de la vía principal, que articula el pequeño entramado urbano se alzan las viviendas que conservan la estructura y los materiales tradicionales de la arquitectura popular. Las calles, empedradas con canto rodado, conducen a varias iglesias, dos de ellas románicas, y todo confluye en la plaza mayor, centro neurálgico del pueblo, donde se conserva un rollo jurisdiccional bajomedieval y se sitúa el ayuntamiento.

De los templos mencionados, apenas quedan restos de la ermita de San Juan, pero sí merece la pena detenerse en la iglesia de Nuestra Señora del Castillo, gran ejemplo del gótico de la zona pero que conserva una primitiva fase románica, incluso huellas árabes en su exterior. Dentro aguarda un Cristo gótico como centro del retablo barroco, una pila bautismal románica y un pequeño museo.

La villa fue declarada por su valor Conjunto Histórico-Artístico Nacional en 1962, y tampoco desmerece el enclave donde se asienta, destacando el casi mágico Sabinar de Calatañazor, el mayor bosque de sabina albar de la Península Ibérica, con árboles que podrían llegar a cumplir 2.000 años.

Imágenes | Wikimedia Commons/Diego Delso - M.Peinado - Luis Rogelio HM

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