El precioso pueblo valenciano medieval para viajar en el tiempo y darte un chapuzón en plena naturaleza

La Comunidad Valenciana atrae miles de turistas que acuden sobre todo en busca de sus playas, olvidando a menudo que esta región ofrece también numerosos destinos de interior con paisajes diversos, pueblos llenos de encanto y un riquísimo patrimonio histórico, cultural y natural que merece la pena reivindicar. En el mismo interior de la provincia de Valencia encontramos una villa de pasado medieval que es todo un viaje en el tiempo.

Situado en la comarca de los Serranos, en el Alto Turia, Chelva se despliega integrado en armonía con el paisaje de la zona, enmarcado por el propio Turia y el río Tuéjar, rodeado por formaciones montañosas que dibuja un paisaje natural típico de sierra con perfiles abruptos y masa forestal mediterránea. El entorno ya de por sí justifica la visita, con varias rutas de senderismo alrededor de la villa, pero es el propio entramado urbano el que cautiva al viajero.

Pasear por el casco histórico de Chelva dejándose llevar por las propias calles es emprender un viaje en el tiempo y el espacio, pues en un momento crees estar en Marruecos y al siguiente giro parece que te encuentras en una judería medieval.

Esta villa valenciana respira historia y cultura en cada esquina, pues ha sabido conservar y proteger un pasado en el que convivieron hasta el siglo XVII cristianos, musulmanes y judíos, tres culturas que dejaron su impronta en el pueblo, configurando el propio entramado de sus estrechas y pintorescas calles, con una arquitectura de lo más singular.

Una forma perfecta de conocer Chelva es seguir alguno de los itinerarios que ofrecen desde la propia oficina de Turismo, como la Ruta de las Tres Culturas, que conecta esa interculturalidad histórica integrada con la vida cotidiana actual.

Uno de los barrios históricos que más sorprenden al viajero es el andalusí de Benacacira, la antigua medina musulmana de los siglos XI y XII que mantiene hoy perfectamente conservado su trazado urbano, algo caótico a nuestros ojos actuales, y precisamente por ello lleno de encanto y personalidad. También es muy llamativo el barrio mudéjar-morisco, en los arrabales, plagado de historias y leyendas, que contrasta en armonía con el cristiano de las Ollerías, más ordenado, y el judío del Azoque, con callejones sinuosos y numerosos portales.

El perfecto estado de conservación de viviendas, calles y construcciones históricas, y ese inconfundible colorido de tonos azules salpicados del verde de las plantas y macetas que mantienen muchos vecinos, hacen que la experiencia de perderse por las calles sea aún más placentera y un destino goloso para los cazadores de fotografías de las que presumir en sus redes sociales.

Y si en verano las altas temperaturas nos dejan acalorados tras la visita, nada mejor que recorrer la Ruta del Agua y darse un chapuzón refrescante en la zona de baño de La Playeta, rodeados de naturaleza.

Imágenes | Turismo de Chelva
En DAP | Dónde comer las mejores paellas de Valencia (y alrededores): los arroces a los que no llegan los turistas
En DAP | Ruta por las mejores tabernas del Cabanyal-Canyamelar, el barrio de pescadores de Valencia donde almorzar y tapear a lo grande

Ver todos los comentarios en https://www.directoalpaladar.com

VER Comentarios

Portada de Directo al Paladar