Casi un kilómetro y medio de vértigo a cientos de metros del suelo
A lo largo del mundo, algunos puentes sostenidos conquistan a los viajeros y aventureros con su arquitectura audaz y las vistas espectaculares que ofrecen desde las alturas. Uno de los más emblemáticos es el Puente Colgante de Capilano, en Canadá, una estructura de 137 metros de largo que atraviesa la selva de Vancouver a 70 metros sobre el río Capilano. En China, el Puente de Cristal de Zhangjiajie desafía las alturas con su suelo de vidrio que permite ver, desde 300 metros de altura, los profundos cañones que lo rodean.
En Suiza, el Puente Charles Kuonen, en los Alpes suizos, se extiende como el puente colgante peatonal más largo del mundo, con más de 490 metros de longitud y vistas asombrosas de las montañas alpinas. Sin embargo, hay uno en Vietnam que acapara la atención de millones y se convierte rápidamente en un ícono de la arquitectura y el turismo mundial: el Puente de Oro, o Cầu Vàng, en las montañas Ba Na. Este puente, sostenido por dos gigantescas manos de piedra, parece sacado de un sueño y ofrece una experiencia única, elevando a quienes lo cruzan a un mundo de naturaleza y serenidad.
El viaje para llegar al Puente de Oro empieza mucho antes de que lo veas. A unos 30 kilómetros de Da Nang, una ciudad en el centro de Vietnam, se encuentra el parque turístico Ba Na Hills, un sitio que, a primera vista, parece sacado de un cuento de hadas. Desde la base de la montaña, un teleférico de unos 15 minutos te eleva por encima de un inmenso bosque tropical.
A medida que te adentras en la bruma de la montaña, entre cascadas que se dejan ver a la distancia y el sonido de la naturaleza, ya sientes que estás en un sitio especial. La frescura del aire, la densa vegetación, el canto de los pájaros y la sensación de estar ascendiendo hacia las nubes se combinan para ir preparando el ánimo: estás a punto de cruzar un puente diferente a cualquier otro que hayas conocido.
La estructura del Puente de Oro es un espectáculo desde el primer vistazo. El color dorado de la pasarela resplandece al sol, destacando sobre el verde intenso de la montaña. El camino está adornado con delicadas flores de lavanda, cuyas tonalidades lilas contrastan y suavizan el dorado, añadiendo una fragancia sutil al ambiente.
Pero lo que te atrapa de inmediato son esas enormes manos que parecen sostener el puente, tan realistas que es fácil imaginar que alguna vez fueron parte de una gigantesca estatua antigua. En realidad, estas manos fueron construidas con fibra de vidrio y malla de acero, diseñadas para parecer antiguas y desgastadas por el tiempo. Son un símbolo del poder de la naturaleza y el arte humano, trabajando juntos para ofrecer una visión imponente.
El puente mide 150 metros de longitud y alrededor de 12,8 metros de ancho, lo suficiente para permitir el paso de cientos de personas al mismo tiempo, sin que pierdas esa sensación de tranquilidad y asombro. Desde el primer paso, te sientes suspendido en el aire, y a cada lado se abre un paisaje espectacular.
Mires donde mires, las montañas verdes se extienden hasta perderse en el horizonte, y en días claros, puedes ver el mar brillar a la distancia, como una línea azul profunda que se mezcla con el cielo. Si el día es nublado, como suele ser en la montaña, el puente parece flotar entre las nubes, añadiendo una capa de misterio. Sentir la niebla envolver el lugar es casi como caminar en un sueño.
Al atardecer, los rayos anaranjados del sol transforman todo el paisaje, tiñendo el puente de tonos cálidos y suaves que invitan a la contemplación. Aquí, incluso el tiempo parece detenerse. No hay ruido de coches, ni prisa, solo el sonido del viento y el suave murmullo de los visitantes que, como tú, miran a su alrededor con los ojos llenos de asombro.
Imágenes | Sun World Ba Na Hills
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