Por qué merece la pena el madrugón si tienes que coger un avión: volar muy temprano compensa

Lo de madrugar hay quien lo lleva mejor y para otros es un suplicio que solo se puede arreglar con una buena siesta. Pero hay situaciones en las que sí compensa hacer el esfuerzo, como sucede a la hora de coger un avión para cualquier vuelo. Si puedes elegir el horario del billete, la primera hora de la mañana suele ser la mejor opción, por múltiples razones.

Siempre habrá excepciones que confirmen la regla, y no todos tenemos la suerte de disponer de un horario flexible para los viajes, que a menudo además dependen de la disponibilidad de billetes libres, frecuencia de vuelos o conexiones. Sin embargo, como analizan en Lifehacker, ese madrugón puede tener su recompensa ya solo evitando algunos de los inconvenientes más molestos y comunes que suelen suceder en el transporte aéreo.

Menos retrasos y cancelaciones

En los primeros vuelos de la mañana es raro que se produzcan cancelaciones repentinas salvo causas de fuerza mayor, y los retrasos son menos frecuentes. A menudo estos se producen por acumulación, arrastrando problemas e incidentes que se han ido produciendo en los trayectos anteriores, sobre todo en vuelos más cortos y de menor coste.

Cambios de turno de personal o descansos, la limpieza de la cabina, los baños y los asientos, arreglar pequeños desperfectos o reponer la cocina o diversos accesorios... son detalles que van sumando minutos de atención, y también el propio avión puede requerir más mantenimiento a medida que avanza la jornada. Así lo explicó Phil Dengler, cofundador de The Vacationer, al medio estadounidense HuffPost.

Puede que un retraso de 10 minutos no parezca grave, pero si se van acumulando todo el día varios de 10 o 15, los vuelos de última hora podrían salir mucho más tarde. Si estrenas el turno, es poco probable que ocurra.

Más alternativas de vuelo

Si tienes la mala pata de que se cancela el vuelo, estando a primera hora en el aeropuerto tienes más margen de maniobra para buscar un plan alternativo. Cuando te quedas en tierra a las diez de la noche es más complicado encontrar otro avión o un vuelo que te sirva para llegar por otras vías a tu destino. También puedes organizar mejor la estancia si estás obligado a esperar al día siguiente, con menos riesgo de tener que dormir en un banco del aeropuerto.

Billetes más baratos

Los precios de los vuelos cada vez son más variables y hay pocas reglas seguras, aunque todavía podemos apostar a que, casi siempre, las primeras horas son más económicas, porque hay menos demanda. No todo el mundo está dispuesto o puede madrugar tanto, y muchos aún prefieren directamente volar cuando tras terminar la jornada laboral y otras obligaciones. También hay menos probabilidades de overbooking.

Carreteras más despejadas

No hay que olvidarse del agobio que genera a muchos viajeros el mero hecho de llegar al aeropuerto a tiempo, más aún si se vive bastante lejos del mismo. A primerísima hora, incluso cuando aún no hay ni rastro de las primeras luces del alba, las carreteras suelen estar mucho más despejadas, es poco probable que te encuentres atascos, accidentes u obras. Si vas a ir en taxi, mejor encárgalo la víspera.

Embarque más cómodo

Te sorprenderá encontrar tanta gente también madrugadora al llegar, pero en absoluto tendrá que ver con el panorama que se producirá unas horas más tarde. Se agradece que el aeropuerto no esté hasta arriba de viajeros de todo tipo, maletas por doquier y gente estresada corriendo de arriba a abajo, con colas interminables para cualquier trámite y controles de equipaje que no parecen avanzar.

También estará más limpio todo, con asientos libres, baños más relucientes y bien equipados, más tranquilidad en las cafeterías y una sensación, en general, más relajada. El embarque al avión también será menos agobiante.

Mejor servicio a bordo

A primera hora el personal estará más animado que en el último vuelo, cuando ya estarán cansados y quizá hayan tenido que lidiar con pasajeros poco educados o haberse enfrentado a posibles imprevistos. Estarán de mejor humor, con más energía, y el propio avión probablemente esté más limpio, ordenado y perfectamente equipado, sin huellas de pasajeros previos. Y no hay riesgos de que algún producto de alimentación o tienda esté agotado.

Menos turbulencias

Si quieres evitar pasar un mal rato por posibles turbulencias durante el trayecto, a primera hora es cuando menos se producen. En general el calor es el principal factor que influye en que se experimenten estos movimientos bruscos en el avión, por lo que, además, es preferible viajar en invierno. En verano, las horas centrales del día o a primera de la tarde, las más calurosas, acumulan las mayores turbulencias.

A todos estos motivos se suma el llegar con mucho más tiempo al destino, pudiendo aprovechar mejor el día para localizar el hotel y encontrar el método de traslado. Además, puede que tengas suerte y vuelvas a dormirte durante el vuelo, por lo que se te pasará el viaje mucho más rápido y estarás algo más descansado.

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