El sábado teníamos previsto ir a un restaurante americano, pero la cola de 40 minutos de espera nos echó para atrás y decidimos ir a otro restaurante de ese estilo. Sin embargo, en nuestro camino apareció Sukothay, un restaurante asiático mezcla de japonés y tailandés y allí que decidimos entrar a probar sus delicias.
He de confesaros que no había probado el sushi ni los makis nunca y salí de allí encantado. Después de volvernos locos con la carta ya que había decenas de platos, nos decidimos por un menú degustación de comida japonesa.
Para empezar nos trajeron un aperitivo, un rollo de cangrejo con salsa de mango. Los cuenquitos en los que iba servido eran preciosos y le conferían un toque muy artesana. Al principio nos recordó al típico rollito de primavera, pero una vez que ibas captando los matices se notaba el sabor del cangrejo.
Después nos trajeron cuatro piezas de nigiri sushi, dos de salmón y dos de pez mantequilla. No había escuchado nunca este pez. Para los que no lo conozcan es el Pholis Gunnellus, un pescado blanco de agua salada, de carne blanca firme pero muy suave y delicado.
Después nos trajeron una ensalada para compartir Goma Wakame, una mezcla de ensalada de algas, sésamo y guindilla. Lo que más me gusto fue la combinación de algas, tiernas, duras, y el sabor del sésamo y guindilla con un picante muy ligero.
Una bandeja de makis nos esperaba, ocho piezas de crispy chicken Maki, deliciosa la mezcla de pollo crujiente, lechuga, aguacate y la mayonesa teriyaki; y ocho piezas de tico Maki, de atún, salmón, queso crema y cebollino.
Cuando ya estábamos llenos, llegarona a nuestra mesa unos langostinos con salsa de pimienta Tsechuan, acompañados de pequeños brotes de brócoli y soja. Estaban deliciosos y entraban sin ningún problema pese a nuestra reticencia inicial.
Cuando ya estábamos pensando en pedir la cuenta, nos dijeron que faltaba el último plato: el solomillo de buey con salsa y verduras. La carne estaba muy tierna y la salsa me recordaba a la de ostras que acompaña algunos platos asiáticos.
Después de todo esto, tuvimos que declinar el postre porque casi salimos rodando. Pero para los más golosos os diré que era una tarta con bizcocho de calabaza, con sirope y pipas de ésta.
Como curiosidad comentaros que como estaban todas las mesas reservadas, nos sentamos en la barra donde los cocineros o sushimen, hablando con propiedad, preparaban los makis y el sushi y era muy curioso ver cómo le daban forma al arroz con sus manos.
Sin embargo, para ser un restaurante emblemático de la capital eché en falta un servicio más ágil y atento. Entiendo que estaban hasta arriba, pero entre plato y plato el tiempo de espera fue excesivo.
Restaurante asiático Sukothay
Web
Paseo de la Castellana, 105
915980356
Precio 40 euros por persona
En Directo al Paladar | Donzoko, el Japón más auténtico en Madrid
En Directo al Paladar | Kabuki ¿japonés o madrileño?